Alejado de las naderías de Luc Besson, este nuevo estilo de "polar" francés, remozado con violencia, crudeza, temáticas escabrosas, policías corruptos y droga, mantiene la esencia de Melville y los suyos, resultando una gratificante sorpresa en una cinematografía cada vez más acomodada como la más importante de Europa.

Historia truculenta, desarrollada en su mayor parte en una megadiscoteca de polígono, con persecuciones y peleas en la pista de baile, en los reservados, en el parking, en una Francia cada vez más multiétnica, donde los protagonistas van a la deriva, tanto ética como moralmente, donde no hay, aparentemente, nadie honesto, y solo existe un hecho cierto: el amor de un padre por su hijo adolescente.

Grandes interpretaciones y fantástica puesta en escena, que agobia, tensa y angustia, cámara en mano, con steady-cam o con tomas bajas y cenitales, y con continuos giros en el guión, que logra mantener la atención del espectador.

Si "John Wick" es el nuevo cine de acción estadounidense, barroco y recargado en su violencia, "Noche de venganza" elige un estilo quizás más realista pero frenético, deudor de la saga de Bourne y de "Venganza", pero claramente francés. Un gustazo.

Y fue nominado al Goya como mejor guión adaptado ¡como será la novela!. "Fin" es el prototípico y obsoleto film apocalíptico del estilo de las novelas y películas que aparecieron en los años 70, como la novela "Mecanoscrito del segundo origen" de Manuel de Pedrolo y adaptada recientemente con el título "Segundo Origen", o los filmes "Where Have All The People Gone?" (1974) donde una familia de excursión espeleológica, tras salir de la cueva se encuentran a la gente transformada en polvo y son atacados por perros salvajes, o la española "Animales racionales" (1983), donde tras un apocalipsis nuclear solo quedan vivas tres personas y no hablan entre ellos. Todas estas historias coinciden, como en "Fin", en primar las relaciones personales de unos supervivientes ante una situación que no comprenden y no controlan, donde las edificaciones están intactas pero los seres humanos han desaparecido.

El problema son estas relaciones, lamentablemente descritas en el film español, plagadas de tópicos, que si el gilipo****, el que no ha salido del armario, el caradura, el amargado, la enamorada de otro, la amargada, la buena y la histérica. Papeles vistos mil veces en cualquier filme de terror de esos de un asesino que persigue a una pandilla; el este filme además, las situaciones "de emoción", rayan lo grotesco: una estampida de muflones por un barranco como si fuesen ñus, decenas de pastores alemanes (no hay otros perros) persiguiendo a la pandilla como una versión gore de "Verano azul" y, ya rizando el rizo, un león paseándose por el puerto; si es así la novela, mejor no leerla y coger una de Stephen King como "los langoliers", de temática también muy similar.

El film es claramente fallido, demostrando que la sci-fi no es un género que se le de bien al cine español, porque parte de pésimas historias desarrolladas en malos guiones, con situaciones absurdas (dentro de una historia de por sí increíble) resueltas insatisfactoriamente.

Ridículo seria la palabra que mejor lo describe.

Modesta peliculilla de serie Z ambientada en un futuro distópico, donde se supone que ya no hay ozono y, aunque hay gente en superficie, la élite científica se oculta subterráneamente.

Así, suena como bien, pero la película es pobre en medios, rodando siempre en sótanos y fábricas semiabandonadas, con unas luces de discoteca chillonas; y su guión deja mucho que desear, pareciendo más un telefilme barato. Una pseudoconspiración de musculosos descerebrados crean una androide-robocop de medio pelo, la susodicha TC 2000, que recuerda a Hannah Montana, para sus abyectos fines. Inacabables, y a la postre, aburridas peleas con masillas como los de los Power Rangers, que nunca se desmayan del todo y siempre vuelven, lo que hace que el final sea agotador e inacabable.

Como detalle "intelectual" uno de los malos pandilleros va vestido como alguna tribu de "The Warriors" y se llama Niki Picasso, teniendo en su suite algunos facsímiles del pintor malagueño.

Mediocre film de videoclub. Lo de ciencia-ficción es de rebote. Si lo hubiese pillado Albert Pyun nos hubiese ofrecido otro "Cyborg" (1989) y no esta pálida imitación.

Revisitación de una serie clásica de ciencia-ficción, cuyo episodio-piloto, estrenado en Europa en cines es un clásico de este género, "Galáctica: estrella de combate (2004)" supuso un hito en la ambientación de series de sagas espaciales, alejándose de la space-opera que supuso la serie de los 70.

Revisitación por cuanto no rompe con la anterior serie, sino que la redefine, tanto en su historia como en sus personajes, supervisada por el productor y guionista de entonces, Glen A. Larson, con continuos homenajes como la banda sonora original en ocasiones puntuales e incluye al malogrado Richard Hatch, el Apollo original, en otro papel no menos logrado Sin embargo, la recreación de los personajes e historia es rompedora y muy atrayente. La miniserie inicial resulta fascinante, por cuanto transmite la sensación de genocidio y desesperación que embarga a la humanidad, y la aparición de la esperzanza, en forma de búsqueda un futuro incierto en otra galaxia.

El coup-de-force de la serie es la ambientación y la concepción de efectos especiales: las batallas en el espacio se ruedan "cámara al hombro" o de manera "documentalista", con zooms, desenfoques y una música percusiva muy particular. Todo un logro, copiado con posterioridad por series como "Stargate: Universe". La ambientación, con un vestuario realista, con uniformes prácticos sin brillos ni capas, con armas que no son láser ni con rayos de fantasía, acrecienta aún más ese realismo que busca la serie.

La temporada regular avanza con pulso firme hasta el inicio de la tercera temporada. En ella, empiezan a cojear los guiones, sobre todo las historias del planeta Nueva Cáprica. De pronto hay personajes que no saben que hacer con ellos, siendo el ejemplo más evidente el de Starbuck, Y empieza a derivar peligrosamente a dar palos de ciego. Esto se acrecienta en la cuarta temporada; con Starbuck vagando en el limbo de la mente de los guionistas, con Apollo desperdiciado, con Baltar siendo una triste pantomima de lo que fue... hay algún arco argumental glorioso, como el del golpe de estado cruento en la Armada, y algunos personajes que no pierden su carisma, como Tom Zarek (Richard Hatch), como pero por lo demás la serie parece arrastrarse hacia un final, entre cómico y épico, capaz de lo mejor -con la batalla- y de lo peor - con la negociación absurda con los cylons. Y el epílogo final, el final final, resulta a la vez desconcentante como decepcionante.

Serie de su tiempo. Quizás envejezca mal, por cuanto fijó unos conceptos en ambientación que con el tiempo pueden quedar obsoletos, pero con magníficos momentos, especialmente en la mini-serie y en las dos primeras temporadas.

Jonah Hex, el impacable cazarrecompensas, brilla en este corto animado, rodado con elegancia mayúscula, con escenas propias del western eastwoodiano, ni clásico ni italiano, de largas gabardinas, polvo, cielos rojizos y combates nocturnos, en saloons perdidos en el oeste, en el que, como en "Abierto hasta el amanecer", las prostitutas son mucho más que meras dispensadoras de placer remunerado. Y un descarnado Jonah Hex, que recuerda poderosamente al Eastwood de Sin Perdón, impartirá su peculiar justicia.

Le gustará a todos los aficionados del género. Es magnífica.