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España España · El Puerto de Santa María
Críticas de Jesus Gonzalez
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Críticas 79
Críticas ordenadas por utilidad
6
10 de marzo de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón. En España podrían concedernos si quisiéramos la absolución eterna, ¿pero queremos? Nos situamos en Valencia, capital hispana de la corrupción. El día amanece lluvioso y gris. ¿Quién nubla tus cielos y hace que llores, querida? La lista de presuntos culpables no cesa en su empeño de querer ser interminable. Suena la alarma de un banco, suenan móviles de gente importante, suena un “tic-tac” a contrarreloj que incomoda al de arriba y que agita al de abajo. Es ficción, pero inevitablemente os suena.


“Cien años de perdón” (2016) está dirigida por el catalán Daniel Calparsoro, cuyos trabajos previos no habían llamado la atención con la fuerza que ahora lo hace este vibrante thriller sobre un atraco que funciona como herramienta narrativa para tratar otros temas actuales de mayor carga social y política como es, por desgracia, la corrupción, titular rutinario contra el que parecemos habernos vacunado. No sé hasta qué punto la película se relaciona con la cinta de mismo nombre, pero de origen venezolano, que se rodó en 1998, y que cuenta también la historia de un atraco, aunque en un contexto totalmente diferente. Lo que sí es cierto es que sus productoras, Morena Films y Vaca Films, han encadenado una serie de películas españolas interesantes y con un potencial abrumador, como es el caso de “El Desconocido” (2015) y “El Niño” (2014).


La cinta posee una apertura potente, y los atracadores no tardan en irrumpir en la sede central de un banco de Valencia, en cuya caja fuerte se esconde un valioso dosier cargado de oscuros secretos. El plan era sencillo: Entrar, robar y salir; pero hay contratiempos que escapan a nuestro control. Siempre hay un plan B, más aún si se es argentino, como la mayoría de nuestros atracadores, liderados por “El Uruguayo” (Rodrigo de la Serna) y “El Gallego” (Luis Tosar). Qué rápido hablan y piensan los argentinos, aunque quizás actúen a veces sin pensar, aportando una pincelada de humor al asunto gracias a la divertidísima interpretación de Joaquín Furriel, “El Loco”. Bueno, siempre hay un plan C, ¿no?


La película, aparte de mantener en vilo al espectador hasta la resolución final del asalto, planea sobre varias cuestiones que inevitablemente inquietan a los españoles hoy en día: Los límites intrínsecos y morales del poder, la sombra inquietante de la corrupción, la imposibilidad de remover los estamentos sociales a través de las vías existentes, o el conflicto interior que nos acecha independientemente del bando al que pertenezcamos y que nos incita a hacer lo que consideramos correcto aunque realmente no lo sea.


Todo ello se consigue gracias a un reparto exquisito, capitaneado por Tosar y de la Serna, pero en el que también brillan Raúl Arévalo como el jefe de gabinete de la presidenta amenazada; Patricia Vico como la directora del banco; y José Coronado, quien interpreta al Coronel Mellizo, el último recurso al que acuden los altos cargos políticos para solucionar este tipo de embrollos.


Lo mejor de una historia que recuerda inevitablemente a “Plan Oculto” (2006), además de que pone de manifiesto que ciertas producciones españolas no tienen nada que envidiar a las cintas de acción norteamericanas, es que se atreve a insinuar que a través del caos, los pilares que sostienen a quienes nos gobiernan se tambalean. Se puede tirar de la manta, por mucho que la sujeten los que con ella se cubren, asustados de que les roben la careta con la que nos atracan cada día. Lo peor es que deja pasar la oportunidad de golpear al espectador con una ficción que se percibe ridícula en comparación con la preocupante realidad que nos rodea, sin abandonar en ningún momento su irreprochable rol de entretenimiento inofensivo, de calidad, sí, pero incapaz de trascender mucho más allá de las salas de cine españolas donde se proyecta estos días.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
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8
28 de julio de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vista en el festival de cine de verano de mi ciudad. Muy buena, a pesar de que pueda ser calificada como lenta o aburrida a las primeras de cambio, "Force Majeure" es una cinta pensada, escrita y dirigida con tesón y precisión. Si el punto de partida es una avalancha, el desarrollo posterior equivaldría a la formación de un copo de nieve, creciendo lenta pero ininterrumpidamente.

Cuando realmente funciona, en mi opinión, la introducción de ideas que se plantean durante la peli, es cuando explota ese tono de humor tan característico del cine nórdico. La comedia como canalizadora de la información, como narradora de la historia, tiene un poder tan ilimitado que a veces me entristece comprobar el pobre uso que le damos en la mayoría de películas y series de este país.

Por otro lado, la desestructuración familiar nace aquí de los conflictos internos que ya poseía cada personaje, que al aflorar a la superficie tras el incidente, chocan entre sí, creando un desgaste y una tensión que se palpa directamente en los diálogos e indirectamente en las decisiones que va tomando cada uno.

Por último, el doble final es bastante ridículo pero increíblemente efectista. ¿Se restablece el equilibrio familiar?, ¿se abre aún más la brecha? Me da a mí que el pobre marido se fumó ese cigarro como trofeo antes de haber ganado nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesus Gonzalez
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7
5 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Kingsman" es un regalo. Un sofisticado guiño al cine de espías de los 70, como se reconoce en una escena de la película donde se encuentran cenando villano (Samuel L. Jackson) y espía (Colin Firth) cara a cara, una auténtica "happy meal".

El guión es exageradísimo y lleno de clichés, pero aún así funciona, y con creces. ¿Cómo es posible? Bien, para empezar, los momentos de acción son bastante espectaculares, Matthew Vaughn ya demostró ser experto en rodar esta clase de escenas (Kick-ass, X-Men: first class), lo que consigue que no pestañees durante ninguna pelea o tiroteo, eso sí, la violencia está bastante presente durante todo el metraje y tiene su punto álgido en una escena en particular que transcurre dentro de la iglesia (bastante brutal, no recomendada para menores de 12 años) este abuso gratuito de la violencia, que puede gustar más o menos, a mí personalmente me encanta, sobre todo cuando lo protagoniza la ayudante “ortopédica” del malo malísimo, un personaje tan sexy como letal. Otro punto fuerte del film reside en el humor, a veces sutil, otras absurdo y en ocasiones bastante directo (ese final), que en todos los casos saca una sonrisa o incluso algo más.

En cuanto a los personajes, arquetípicos y plagados de estereotipos, pero simpáticos, encajan bastante bien dentro del contexto de esta clase de peli de espías, y con un desarrollo simple pero bastante funcional. Mención especial al vestuario, cada modelito que luce Colin Firth es más chachi que el anterior. Personalmente, me quedo con el villano que interpreta Samuel L. Jackson, hilarante, además no puedo evitar que me recuerde a cierto personaje que interpretó en cierta película de cierto director Indio.

Una peli en la que hay persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo espectaculares, toda clase de vehículos y chismes ingeniosos, conversaciones plagadas de humor y referencias al género, un malo malísimo que quiere acabar con el mundo y una agencia de espías que visten trajes a medida que piensa evitarlo. Un acierto en la quiniela de aquel que busque pasar un buen rato viendo una película y que encandilará a los amantes y nostálgicos de James Bond, Jason Bourne y compañía.
Jesus Gonzalez
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7
3 de noviembre de 2016
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El Doctor Extraño, justo antes de ser lanzado y zarandeado a través de un viaje astral por los confines del infinito multiuniverso, dice que tan solo somos materia, que el alma no existe. Yo, a pesar de ser científico, nunca podría estar de acuerdo con esa afirmación, aunque Marvel parece empeñada en mostrarme las costuras de una fórmula que abusa cada vez más de lo sintético —con acabados visuales realmente alucinógenos y extraordinarios, eso sí— para olvidarse de la pureza de su espíritu, abocado a corromperse una y otra vez por el bien de un espectáculo mayor. En esta ocasión, las florituras formales —y sobre todo las conceptuales— acaban sosteniendo el origen de este héroe soberbio y agudo, cuyas peripecias futuras me atraen irremediablemente a caer de nuevo en la fascinante y tramposa paradoja propuesta.
Jesus Gonzalez
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7
15 de marzo de 2016
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En “Fantasmas de Marte” (2001) de John Carpenter, en los primeros planos que muestran al majestuoso planeta rojo, aparece un rótulo contextual en el que podemos leer: “Sociedad: Matriarcal”. Desgraciadamente, en una película ambientada en Marte y en la que aparecen fantasmas, el hecho de que la sociedad establecida sea el matriarcado, se convierte en el elemento más distintivo del género de la obra: la ciencia ficción.

La historia que se narra en “Mustang”, la película de la que vamos a hablar a continuación, ganadora del Goya a mejor película extranjera y nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa, se podría adaptar, con pocas y simples variaciones, para que en lugar de Turquía se ambientase en cualquier otro país de nuestro planeta. La sociedad turca no es la única que continua construyendo muros y colocando rejas alrededor de los derechos, las libertades y la sexualidad de las mujeres, ignorando que la cárcel que levanta, más palpable que ficticia, está definiendo y limitando su posición ante un ser que se demuestra indomable más allá de su retrógrada condición de esposa servicial y pasiva.

La película supone el debut en la escritura y en la dirección de Deniz Gamze Ergüven, nacida en Turquía pero crecida en Francia, algo alejada del terrorífico entorno que nos enseña a través de cinco hermanas huérfanas que viven con su abuela y su tío en un pequeño pueblo al norte del país, donde, tras ser señaladas por un supuesto comportamiento inapropiado (jugar con otros niños en la playa) por los vecinos de la localidad, serán condenadas a un encierro propio de monjas de clausura, donde comenzarán a ser preparadas para su único cometido honroso: el matrimonio.

Los paralelismos con “La casa de Bernarda Alba”, de Federico García Lorca, se hacen aún más evidentes cuando la indomable hermana menor, Lale, maravillosamente interpretada por Günes Sensoy, cobra mayor protagonismo, y a través de ella comprobamos, tal y como ocurría con la pequeña Adela en la obra de Lorca, como se tapian los resquicios de esperanza a los que estas cinco mujeres se aferran de diferentes maneras, sin un atisbo de compasión ni comprensión hacia sus figuras, ocultas tras insulsos vestidos sin forma ni color y cuyos rostros van perdiendo progresiva e irremediablemente la sonrisa, a la par que la inocencia.

No debemos confundir cultura con tradición, ni debemos acatar credos arcaicos y erróneos cargados de creencias irracionales, por mucho tiempo que lleven sujetando los falsos cimientos sociales de un pueblo, un país, o un planeta. La rebeldía de una niña de 13 años que ve morir a sus hermanas en vida es el ejemplo ferviente de que no hay muro ni silencio, religión ni política, hombre ni mujer, capaz de someter al feminismo, ni aquí, ni en Marte.
Jesus Gonzalez
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