Cine negro desteñido.

Cuando la amnesia reclama pasados delictivos. Juegos de identidades y despistes orquestados. Pillos con chantajes que cuestionan la rectitud del honorable.

De identidad desubicada y predecibles acontecimientos. Dualidades con falta de carácter por parte de William Powell que no da para la ambigüedad a la que juega la cinta de Conway. Su tono desenfadado debilita tramas de tensión.

Se ensalzan ciertos egos conservadores y se detecta un ligero tufillo belicista entre tanta diplomacia vacía.

¿Es la obra de Gus Van Sant un retrato de la adolescencia mas intimista del panorama internacional o es la filmación de una culpa que el ser humano lleva consigo cuando la pureza de la niñez desaparece?

A un tempo casi estático, la anécdota pasa y el poso se contempla. Un ejercicio onírico de la culpabilidad de hacerse mayor. El futuro como salida a una indiferencia que pasa por el tiempo presente. El desanimo interior confesado a un fuego que arde para limpiar un pasado y construir pilares tan fuertes como hormigón, para un futuro que acecha con culparte.

Las imágenes parecen dibujadas con la cámara en un lienzo que se mueve con desgana. Que se recrea en el paseo y permite la reflexión de la compañía de una musica que baile con ellas. Una danza espiritual creando la transformación seres débiles y moldeables en rudos e implacables corazas para devenires inciertos.

...Y también es un retrato muy intimista de la adolescencia.

Racista e hipócrita. Toda la obra está impregnada de machismo prepotente. Destinada a engordar el ego del hombre blanco, heterosexual, capitalista y católico. Este pastiche de superioridad moral es vergonzoso. Su uso de estereotipos étnicos es humillante.

Un ejemplo más del cinismo y la hipocresía de un sector que justifica actos con tramas de ficción para así enaltecer los más bajos principios morales y humanos.

Si cambiamos los roles en este panfleto no llamaría la atención que en el lado bueno de la función esté un asiático con bigote defendiéndose de una nación que lo ningunea y esclaviza.

Horrible. Todo queda eclipsado. Ni aventuras, ni Karloff, ni cine, ni entretenimiento. Una pena.

En el nombre del "divino" que vela por nosotros. Legado, pecados y penitencias. Balanza responsable y bastones de rectitud.

Las míseras consecuencias la hipocresía. Duda. Futuros presentes y pasados futuros. Verdugo impasible ante ruegos seductores. Besando pies, ocultando vergüenzas. Algo muere y no es material. Peso de carga, océano en calma... Tormentas en el alma.

Lanthimos vuelve a ser cruel con el sistema. Se ríe del cinismo con su sonrisa más terrorífica. Confecciona planos laberínticos y geométricas composiciones donde vagan sus personajes. El sacrificio de un ciervo sagrado es un disparo a la conciencia del deshonesto. Un derrumbe de principios maquillados con sombras que delatan la triste lucha del egoísmo. Un baile de lágrimas con vergüenza y culpa.

Magnífica.

Hipocresías sociales aniquilando sentimientos. Mecánica inerte y vacío personal. Miedos reprimidos, sueños impostados.

La menos incómoda de su filmografía. La más limpia. Destila cinismo y equilibra géneros. Con melodía escalofriante.

Una joya.