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Críticas de Juan Marey
Críticas 625
Críticas ordenadas por utilidad
8
12 de marzo de 2023
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El espectador que acudió a la proyección de “Intolerancia” (Intolerance, 1916), esperando disfrutar de la película como lo había hecho con ”El nacimiento de una nación” (The Birth of a Nation, 1915), sintió perplejidad ante lo expuesto por Griffith en su arriesgada y compleja intención de combinar varios tiempos históricos en un proyecto que resultó un fracaso comercial, pero esta incomprensión generalizada hacia un film tan novedoso en su momento como indispensable en la evolución cinematográfica, no fue compartida por cineastas como Carl Theodor Dreyer, Sergei M. Eisenstein, Vsevolod Pudovkin, Buster Keaton o Cecil B. DeMille, que sí captaron la valía de la técnica narrativa empleada por Griffith. DeMille, al igual que Dreyer en “Las páginas del libro de Satán” (Blade af Satans bog, 1919) o Keaton en “Las tres edades” (Three Ages, 1923), tomó como referencia “Intolerancia” para realizar su primera versión de “Los diez mandamientos “ (The Ten Commandments), aunque, advertido por los desastrosos resultados económicos de una de las producciones más desmesuradas e influyentes de la historia del cine, se decantó por la linealidad temporal que provoca que su película pueda verse como dos films autónomos, ya que nada tienen que ver entre sí las dos historias que se delimitan mediante el libro que se cierra hacía la mitad del metraje, momento en el cual se abandona el antiguo Egipto para trasladar la acción a un espacio contemporáneo que, según informan los intertítulos, ha olvidado los mandamientos a los que hace referencia el título.

El periplo por la antigüedad apenas posee diálogos originales, casi todos son reproducciones exactas del libro del Génesis y aquel que esté familiarizado con las escrituras no obtendrá ninguna sorpresa en su argumento. Con excelentes efectos visuales para la época, esta parte brilla en todo su esplendor en el momento en el que Moisés, como llave de Dios, abre las aguas del mar Rojo, aún dicha secuencia sorprende por su frescura y lo bien utilizados que están los efectos dentro de la historia, esta escena se rodó en Seal Beach (California), el efecto visual de mantener separados los muros de agua mientras los israelitas atravesaban el mar Rojo se logró con una losa de gelatina que se cortó en dos y se filmó de cerca mientras se sacudía, esta toma se combinó con imágenes de acción en vivo de israelitas caminando en la distancia para crear la ilusión. Todo termina cuando Moisés baja del monte Sinaí con las tablas de los diez mandamientos, y a partir de ahí el film cambia totalmente de tercio e incluso de tono. El segundo tramo del film, bautizado como la historia, da comienzo con una madre leyendo a sus dos hijos precisamente el pasaje narrado en la primera parte de la película, acto seguido y en una muy sencilla definición de los personajes, vemos a los dos hermanos, dos hermanos muy distintos, tanto que tal vez sean las dos caras de la misma moneda, uno de ellos, John (Richard Dix), sigue los pasos de su sufrida madre, convertido en creyente absoluto, mientras que su hermano Dan (Rod La Rocque), un vividor, se ríe de las leyes de Dios.

Una verdadera joya cinematográfica con la que DeMille dejó patente su habilidad para hacer del séptimo arte un auténtico espectáculo. En aquella época ya era un director encumbrado y la llegada del cine sonoro le proporcionaría aún mayor gloria, sin duda el cine es hoy lo que es gracias a realizadores como Cecil B. DeMille.
Juan Marey
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8
6 de marzo de 2011
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres relatos de Guy De Maupassant: Le Masque (sobre la máscara de un joven bailarín que cae al suelo y se descubre a un anciano escondido detrás de ella), La Maison Tellier y Le Modèle (Sobre un pintor que se enamora de su modelo), adapatadas por Ophüls con virtusismo y maestría. Sobre todo, el segundo y más largo episodio es una joya, donde las empleadas de un burdel asisten en el campo al festejo de una comunión.
Juan Marey
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8
15 de diciembre de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando menos no deja de ser curioso que Michael Gordon, realizador especializado en la dirección de thrillers y dramas de serie B, escogiera una película de época y basada además en una obra compuesta originalmente en francés y en versos alejandrinos; de manera voluntaria, a las dificultades propias del género, añadió la traducción y adaptación del verso, lo cual, por otra parte, exigía contar con un actor muy hábil, capaz de sortear el ridículo –no olvidemos que los magníficos versos son declamados con toda seriedad por un personaje cuya “admirable” nariz resulta inevitablemente cómica–, y al mismo tiempo dotado de una voz llena de modulaciones, capaz asimismo de mantener el interés del público. José Ferrer ya gozaba de una reputación como actor de teatro y había iniciado su carrera cinematográfica con un papel en una película de época, el del Delfín de Francia en “Juana de Arco”, por otra parte, ya había encarnado a Cyrano en una obra representada unos años antes en Broadway, es este sin duda el papel de su vida, el nacido en Puerto Rico se llevó el Oscar por su interpretación y, a pesar de no estar en persona para recibirlo, fue ovacionado unánimemente en forma de reconocimiento, Ferrer se compenetra con su personaje hasta tal punto de que nos olvidamos de que detrás del maquillaje y todo el ropaje se encuentra una persona real. Mala Powers fue elegida para interpretar el papel de Roxane por razones similares, su experiencia previa como actriz de teatro, carrera que había iniciado en su infancia, aunque trabajó con regularidad para el cine, lo hizo casi siempre en películas de serie B, hoy olvidadas.

Somos contemporáneos a una época del cine en donde lo visual prevalece sobre todo lo demás, los espectáculos de acción constante, imágenes inundando la pantalla y secuencias repletas de dinamismo pero carentes de esencia parecieran ser lo necesario para lograr un éxito, hace tiempo que se viene perdiendo el arte del diálogo en los guiones, el rebuscarse y hacer funcionar la cabeza a un ciento diez por ciento para crear textos entrañables y dignos de transformarse en memorables. Es por eso que, al adentrarnos hoy en día en una película en donde sus protagonistas recitan casi al pie de la letra las oraciones poco comunes que venían en el material original, sentimos que esta avanza a un ritmo diferente, definitivamente mas lento a lo que estamos acostumbrados, generándonos la sensación de que lo que estamos presenciando es algo tedioso, pero la verdad es que nada está mas alejado de la realidad que eso, y si nos decidimos a descubrir lo que tenemos frente a nuestros ojos dándole la oportunidad a nuestros oídos de captar la totalidad de los sonidos emitidos por los actores, nos daremos cuenta de que lo que estamos presenciando es algo raro en la actualidad, con una capacidad diferente a la hora de transmitir y conectar.

Excelente adaptación de la obra de E. Rostand, personajes pintorescos, gran dirección artística, guion complejo pero sumamente disfrutable, un guion que capta a la perfección la esencia de la obra, combates, humor y una historia de amor imposible. ¿Le falta algo a este “Cyrano de Bergerac” ? Tal vez si, ser descubierta por mas personas…
Juan Marey
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7
26 de noviembre de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos thrillers son tan famosos por lo que nos cuentan como por lo que nos muestran, por ejemplo, esa maravillosa película que fue “El beso mortal” (Kiss Me Deadly, 1955) es recordada por su portentosa atmósfera sombría, pero también por ser una instantánea de la arquitectura de Los Ángeles de mediados de siglo, quince años después de su estreno una parte del centro de Los Ángeles que mostraba había sido derribada, pero todavía se puede acceder a ella gracias a esa obra maestra. En “Manhandled” sucede algo similar, el estilo Art Deco tardío gotea desde cada rincón de la pantalla, está en el vestuario, los decorados..., incluso en las brillantes paredes de mármol detrás de los personajes mientras deambulan distraídamente.

Aunque esta película se rodó en el período culminante del ciclo clásico del cine negro, no lo es del todo, aunque tome de él ciertas características, ya sea en la forma de filmar o en el desarrollo de la historia misma. A decir verdad, esta pequeña película toma prestado de muchos subgéneros del cine policial, es una película policial, una historia de misterio y con un poco de suspense. Lewis R. Foster, un veterano que empezó su carrera en la época del cine mudo, la verdad es que no dejó mucho a la posteridad, “Manhandled” es su trabajo más conocido y bajo mi humilde punto de vista, su mejor película, su restante filmografía es bastante prescindible, pero en su defensa siempre podemos decir que nunca ha trabajado en películas de gran presupuesto, pero claro, si nunca se le confiaron proyectos muy ambiciosos, quizás sea también porque se conocían sus límites en términos de dominio técnico.

Aunque, como ya hemos comentado, esto no es cine negro cien por cien, el desarrollo de la historia sí toma prestados muchos rasgos del cine negro: en primer lugar, el uso de flashbacks que permiten a cada uno contar su versión de lo ocurrido durante la noche del asesinato que se nos cuenta. Luego en el uso de sueños que por la fuerza de las circunstancias se hacen realidad, hay algo irónico en ello, como una burla a los errores de Hitchcock, que pocos años antes había dirigido “Recuerda” (Spellbound), la película tuvo mucho éxito, pero al mismo tiempo provocó muchas burlas por la presentación de técnicas psicoanalíticas, en aquella época estaba bastante de moda hablar del inconsciente y de los sueños, era una manera de definir al criminal como irresponsable, pero el psicoanálisis también suscitó mucha controversia, por lo que no es casualidad que se haya decidido presentar aquí al doctor Redmond como un delincuente, de este modo se ataca a toda la profesión, por supuesto que lo hace de forma irónica, pero eso no lo impide. El mayor interés de la película reside en su deseo de invertir los códigos del cine negro, por supuesto, antes de esta película, los detectives privados no siempre eran muy honestos, pero tampoco eran unos verdaderos sinvergüenzas que intentaban condenar a personas inocentes, la policía se presenta como particularmente ineficaz, pero el escritor no es mucho mejor, es una caricatura, las mujeres ya no son “femmes fatales”, sino simplemente unas zorras. En resumen, un retrato mordaz de los Estados Unidos de la época.

Una interesante y poco conocida película que pienso se merece que le concedáis una oportunidad.
Juan Marey
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7
21 de noviembre de 2010
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Francia ocupada por los nazis no sale bien parada. El personaje principal (Isabelle Huppert) se dedica a practicar abortos ilegales, ella es tanto víctma como verdugo. El resto de los personajes, tanto masculinos como femeninos, son cualquier cosa menos humanos.

Uno de los buenos trabajos de Chabrol. Huppert ganó merecidamente el premio a la mejor actriz en Venecia.
Juan Marey
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