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España España · Honor al Sabadell!
Críticas de Grandine
Críticas 1,255
Críticas ordenadas por utilidad
8
3 de junio de 2007
97 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Como realizar una secuela sin que huela a refrito? ¿Como darle un nuevo aire ofreciendo al espectador algo parecido pero mejor y en mayores cantidades? ¿Como lograr que un sólo personaje llegue al nivel de mito indiscutible? ¿Como dar continuación a un film que se convirtió en un estandarte y cuyo final dejaba en entredicho que pudiese haber una continuación? ¿Como...?

Parece ser que actualmente pocos directores saben la respuesta a tantas preguntas, en cambio, ahí estuvo Raimi tras la fabulosa "Evil dead" para contestarlas todas, seguir alzando un mito en la penumbra de un caserón abandonado a la suerte de un bosque nada acogedor y dejar al espectador en vilo preguntándose hacía donde se dirigiría todo ese revuelo causado.

Dije que Raimi era un tipo inteligente, que sabía hacía donde dirigir su obra en cada instante, y aquí lo volvió a demostrar. Por saber reconducir una saga y elevarla un peldaño más todavía. ¿Y como? Pues recurriendo a la autoparodia: Momentos de lo más gamberros y divertidos, un Ash más desenfrenado, histriónico y brutalmente desvergonzado y un nuevo plantel de curiosos personajes a los que maltratar sin piedad.

Y para colmo, ese final. ¿Dije que Raimi era un genio? Pues si es necesario lo repito: Menudo genio.
Grandine
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Doraemon, el gato cósmico (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón1979
6.0
33,423
Animación
6
5 de diciembre de 2007
90 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haberla visto en gallego y en catalán, y haber pasado una infancia disfrutando de ese mítico personaje llamado Doraemon, no puedo hacer otra cosa que darle algo de cuerda al gato-robot y salir un poco en su defensa puesto que, aunque en sus bases no se esconden las directrices de un producto demasiado elaborado ni que trabaje en exceso sus personajes (sí las posibilidades de las que hace gala el gato cósmico), esta no es, ni más ni menos, que una de las entrañables y acogedoras propuestas que se daban gala en la televisión de montones de niños años atrás y, como tal, siempre tenía sus pequeños mensajes sobre la amistad y otro buen manojo de cualidades o defectos que se dan cita en la epoca infantil.

Que los personajes sean meros estereotipos muchas veces vistos, que los episodios (casi) siempre propongan una resolución similar, que el esquema sobre el que se apoyan todas sus historias resulte repetitivo y que su protagonista sea el típico perdedor al que siempre le tienen que salvar el trasero, son cosas que poco importan, puesto que, evidentemente, lo mejor de todo era contemplar esos inverosímiles, divertidos e impresionantes inventos que sacaba a lucir Doraemon durante cada episodio, así como las adversas situaciones que a la postre creaban dichos aparatos, haciendo que todo ello transformase esta serie en un entretenimiento tan apetecible como encomiable tras el cual, ni se escondían grandes proverbios ni se aportaba nada especial, pero se sabía como tener a esos pequeños granujas (y a muchos de nosotros mismos) sentados ante el televisor un buen rato sin apenas parpadear, disfrutando de cada minuto y cada segundo que durasen las aventuras de Nobita y su compañero, el gato cósmico... ¿Y que más se puede pedir cuando la sonrisa de un niño lo dice todo?
Grandine
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7
5 de mayo de 2007
81 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serpico no es otro de esos tantos policías cuyos valores podrían servir para barrer el suelo, mismamente. Serpico es un hombre cuyo código ético, cuya moral, queda por encima de cualquier otra cosa. Es, como ya han dicho por ahí, un madero honrado.
Y no hay nada que le venga mejor a Lumet que un personaje tan bien estructurado como ese sirviente de la ley, pues ya demostró en "El prestamista" y "The hill" que sabe como retratar personajes de lo más complejos y fieles a si mismos, que sólo actuarían en consideración según su conciencia les dictase. Y Pacino agarra ese personaje con fuerza y le otorga un sosiego natural impecable, así como un marcado carácter cuando debe aparecer ese carácter.

Muchos tildan la propuesta de monótona y hastiante, en cambio, a mi me parece una gran propuesta, donde cada punto está donde debe estar y todo es tratado con una meticulosidad increible. Desde la relación del protagonista con la muchacha que le acompaña, hasta la que también tiene con sus compañeros, a los cuales demuestra desde un principio que sus valores están ahí. Y son inamovibles.
Y si en las dos propuestas anteriormente mencionadas se respiraba un aire de aspereza y tensión, aquí Lumet logra que esa ambientación poco pulcra encaje a la perfección con todos los recovecos que conforman "Serpico", otorgando un buen espacio en el qué moverse a sus personajes y en el cual hacer confluir la historia de modo más que correcto.

Mención aparte para ese excelente final que, lejos de intentar aleccionar y anteponer la moralina al personaje, logra todo lo contrario dejando el film en una propuesta tan digna como meritoria.
Otro gran trabajo para un gran Lumet que parece haber perdido aplomo actualmente. Una pena.
Grandine
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7
22 de noviembre de 2008
97 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un par de disparos. Así es como se resolvían las cosas en el viejo oeste. Disparos secos y raudos, secundados por tipos que no dudaban ni un segundo en desenfundar, si era menester. Y aunque "Appaloosa" nos cuente la historia de un tipo con principios, uno de esos sujeto a sus propias leyes, y sólo preparado para desenfundar cuando fuese necesario, también logra transportarnos a ese oeste rudo, intenso, bucólico. Ese oeste donde los tiroteos se sucedían con una rapidez inaudita, en los que no había cuartel, y todo se desenvolvía con agilidad, pero con la aspereza de un terreno tan árido como las mismas miradas y los propios gestos de los que empuñaban las armas, y tiraban a dar, las veces que fuese necesario. Un tiro, otro, otro y otro más. Y punto a parte.

Con un par de cojones, como Ed Harris, en su "Appaloosa", como un tipo que tiene los suficientes redaños para iniciar un western con ese cauce cómico, para otorgarle otro peso, otro cariz, y sonsacar la sonrisa del espectador más cauto para, acto seguido, continuar con esa relación tan sana, tan entrañable, continuar con ese personaje secundario (Zellweger) que, en otra situación habría resultado un estorbo, y aquí sirve para madurar una obra, para que sus protagonistas empuñen diálogos firmes y sorprendentes sobre el paso de dos rudos tipos por temas como la soledad propia o el intransferible camino a tomar. Temas que muy pocos se habrían atrevido a, si quiera, insinuar.

Con un par de actorazos, como Ed, como Viggo. Uno que a su edad sigue estando en forma, y da veracidad, pulso y una templanza absolutamente portentosa a su caracterización, y lo logra sin apenas despeinarse, sin necesidad de radicalizaciones de ningún tipo. Otro que ha salido a la palestra tras años y años de anonimato, de secundarios que eran como granos de arena minúsculos para construir un montículo que le ha llevado a estar entre los mejores, allí donde merece estar, y con serenidad y estilo nos da las guías para otro personaje leal, serio y honesto como pocos.
Y secundados por Jeremy Irons, por si fuera poco.


(Sigue en el Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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9
29 de mayo de 2008
84 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos consecuentes, acontecimientos como este (ya sean más o menos flagrantes, dependiendo de quien los sopese) se dan a borbotones cada año, para desgracia para la cada vez más maltrecha raza humana. Sin embargo, nunca había visto llevar y retratar uno de dichos acontecimientos de un modo tan veraz, conmocionante, estremecedor, terrorífico, desalentador, turbador, espeluznante y multitud de adjetivos que me dejo por el camino, de tal modo.

¿Por qué? El porqué es simple y aquí tiene un nombre al que habrá que prestar atención en futuras ocasiones: Paul Greengrass. Puesto que este señor, ha tenido el valor de componer una obra tan honesta como sincera, haciendo confluir todos los elementos de los que requiere una cinta para llegar a ser hipnótica y consternante a su misma vez. Y es que el modo en que convergen las secuencias que se van sucediendo en el relato es verdaderamente magnífico, de una pericia y un trazo impresionantes, logrando que el espectador se enganche al mismo tiempo que se identifique con lo mostrado en pantalla.

Luego, también obtenemos otros componentes que aun hacen de este trabajo algo mucho mayor, el trabajo cámara en mano es inmejorable, una delicia, la banda sonora está exquisitamente compuesta e introducida en cada uno de los fragmentos que conforman dicha película, el elenco interpretativo hace de sus personajes una segunda piel, como si ellos mismos estuviesen viviendo ese preciso momento, la fotografía es cruda al mismo tiempo que muestra las condiciones en las que se encuentran nuestros protagonistas, y ayuda al público a entender varios factores y, por último, las distintas visiones a que somete el realizador todos los sucesos que en esta cinta se dan.

Pero la cosa no queda ahí, finalmente uno siente vergüenza, asco, repulsión y desdicha por ser quien es y por las múltiples deficiencias que, cada vez hacen de este mundo algo más inhabitable e indecente debido a la crueldad de una raza como la nuestra. Y quiero, en último lugar, dar a entender que con esta crítica no pretendo ser demagógico ni nada por el estilo sino, sencillamente, recalcar el desprecio que siento por cualquier humano (yo incluido) cuando observo acontecimientos como estos y observo la pasividad con la que se actúa ante ellos, incluso con cinismo y descaro. Una obra maestra que no se si tendré el valor de volver a ver, pues el gusto final no es, para nada, agradable y sensaciones como las que han recorrido mi mente después de observar cómo se actúa en dichas ocasiones, no son deseables de reavivar, ni al peor de mis enemigos se lo desearía. Eso sí, y recalco, el apelativo de obra maestra no se lo quita nadie.
Grandine
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