Siempre he apreciado mucho el trabajo de Paul Thomas Anderson. Películas como Boogie Nights o Magnolia me han marcado de por vida. Incluso Pozos de Ambición, que a pesar de tener algunos fallos, me ha hecho considerar a P. T. Anderson uno de los grandes de la historia del cine.
Sin embargo, en Licorice Pizza sólo veo excesos y pinceladas forzadas del estilo del director. Parece que le han encargado a alguien escribir y dirigir una película imitando el cine de Anderson.
En Licorice Pizza hay un bombardeo continuo de situaciones absurdas que quedan sin resolver y a las cuales, en algunas ocasiones, se les da una importancia excesiva sin tener en cuenta la poca trascendencia que tienen en la historia. Esto junto a una relación amorosa quizás demasiado extravagante y a un metraje de 133 minutos la convierten en tediosa.

Alana Haim salva la película. No parece que sea su primer largometraje. Su desparpajo, su química con Cooper Hoffman la hacen inolvidable. Es un encanto. Es una chica fea de la que me he enamorado.

Quizás sea una película que pueda ser denostada por cualquier seguidor radical del cine de Tarantino. Este ha seguido una línea que Érase una vez en... Hollywood ha congelado por completo. Si su filmografía estaba repleta de guiones brillantes con escenas salvajes y desternillantes, esta última película ha sucumbido ante toda esa hecatombe de emociones y risas esquizofrénicas y se ha parado a pensar durante 165 minutos. La película es una obra de madurez, de pausa y contemplación. No nos tiene acostumbrados a sentarnos para ver el paisaje. Sin embargo, es simplemente lo que nos depara Érase una vez en... Hollywood. Quizás con alguna salida de tono innecesaria, pero también con algún que otro puntazo, Tarantino nos ofrece un fresco de la industria del cine de finales de los 60. Es algo más que interesante este escenario, llega a ser incluso siniestro. No hay más que ver la humareda mefistofélica que rodea las andanzas del movimiento hippie ¿A razón de qué? (Inocente pregunta para aquellos que no tengan absolutamente ni idea de lo que pasó en aquella época con Manson y la famosa Sharon Tate. Más de uno después de ver la película me preguntó el sentido de la aparición de esta actriz en la película.).

Las actuaciones son bastante aceptables. Recalco la de DiCaprio sin lugar a dudas. Está que se sale. Brad Pitt hace un poco de chulo piscinas (bastante fácil para él claro está) y Margot Robbie sigue sin despertarme ninguna pasión.

Fue al volver a verla cuando me di cuenta de la infame sarta de tonterías y arabescos innecesarios que componen esta película. Frente al elegante western americano de Ford y Hawks se encuentra este espagueti western altamente pretencioso, con aires de grandeza y hombría (Clint Eastwood marcando paquete) pero convertido en algo hortera y tramposo.

Lo único que salva a la película es la tremenda banda sonora de Ennio Morricone que no me canso de escuchar (con esas majestuosas trompetas celestiales que sobrevuelan el motivo principal).

Ya no me engañan tus ridículas ínfulas de grandeza sr. Eastwood.