Personalmente, me encanta el cine de Nanni Moretti desde que lo descubrí en un ciclo de Canal + allá por los finales de los ochenta, principios de los noventa. Como me ocurre con muchos viejos directores actuales (Woody Allen, Clint Eastwood y Aki Kaurismäki, por citar tres), soy fiel a su cine y en cuanto estrenan un film voy a verlo sin remedio y/o me compro el DVD o Blu-Ray correspondiente. Y, normalmente, nunca defraudan. Esta «El Sol del Futuro» es una reflexión sobre el cine y la vida actual, con un toque de nostalgia y belleza totalmente irresistible. Una golosina que he disfrutado muchísimo y un regalo de cumpleaños insuperable: mi mujer me regaló el Blu-Ray y estoy muy contento. Lo dicho: de directores que tengan algo interesante que decir o contar, lo que me echen.

«Titane», de Julia Ducournau es una interesante película fruto de los violentos y caóticos tiempos que nos ha tocado vivir. No obstante, no es nada original, pues durante el metraje no pude dejar de pensar en otras películas de terror y/o ciencia-ficción anteriores a ésta, donde metal y carne se combinan como por ejemplo, y sobre todo, las películas de culto «Tetsuo: the Iron Man» (1989) y «Tetsuo II: Body Hammer» (1992), del director japonés Shinya Tsukamoto, películas también violentas y perturbadoras, cuyas imágenes de seguro harán las delicias de aquellos cinéfilos morbosos con estómago a prueba de bombas (yo lo fui cuando era joven, pero ahora soy viejo y me decanto por otro tipo de Cine). "Viva la nueva carne"... Sí, por supuesto que también me acordé de las dos obras maestras de David Cronenberg: «Videodrome» (1983) y «Crash» (2004), las dos mucho más interesantes y muchos más perturbadoras que esta obra de Ducournau. No obstante, reconozco que no carece de cierto interés y atractivo, sobre todo por su salvaje sentido del humor negro, los buenos trabajos de la actriz Agathe Rousselle y el actor Vincent Lindon (inolvidables y extraordinarios los dos), y porque creo que es un film que refleja muy bien nuestra cruel y fría sociedad contemporánea, su machismo exacerbado y amenazante, la violencia creciente en las calles sobre todo contra "el diferente", el sexismo que lo inunda todo y la malsana inexistencia de la ética y la moral como base (en nuestros sistemas educativos), pues ya la Filosofía no tiene valor económico ninguno y a nuestros políticos no les interesa, ¿verdad? Es más importante la Informática, por ejemplo. Claro que sí. ¡Seamos máquinas dirigidas! En definitiva, que al final la sensación que tengo es que, si quieres llamar la atención, haz ruido, crea polémica y patalea lo más fuerte que puedas. Si eres mediocre va a dar igual... En las guerras constantes de Twitter funciona, por ejemplo... En fin, un desastre. A pesar de todo, la historia de la película deja un resquicio a la bondad (¿combinada con la demencia...?), un pequeñísimo espacio para el amor, aunque cada vez es más reducido.

Tuve la oportunidad de disfrutar de esta rareza rodada por Peter Jackson en un certamen del Festival de Cine Fantástico de Málaga allá por los principios de los años noventa y fue toda una sorpresa. Entré en la sala de Cine sin saber qué me iba a encontrar y todos los allí presentes (la mayoría éramos estudiantes universitarios muy jóvenes) nos lo pasamos bomba. Desde entonces no he vuelto a verla y quizás mi calificación sería más baja (o no), pero el recuerdo que tengo es muy bueno, ya que nos reímos a carcajada limpia con el humor salvaje, cafre e irreverente de este film (Peter Jackson tiene unas cuantas gamberradas destacables procedentes del inicio de su carrera). Desde entonces, los «teleñecos» dejaron de ser lo que eran y la inocencia de la infancia quedó aún más lejos. No son los «Muppets» de Henson, pero estos «Feebles» están basados en ellos, parodiándolos en plan bestia. Película de culto y no recomendada para todos los paladares.

Pocas películas he visto tan perturbadoras como esta, sin necesidad de acudir a la violencia gratuita, ni al exceso de mostrar sangre por mostrarla, ni al "gore" como recurso fácil. Aquí estamos hablando de una obra de arte y que, como tal, te gustará o no, te provocará rechazo o te fascinará (y de una manera morbosa, además). Pocas películas he visto tan valientes como ésta, pues la historia de una serie de personas que se excitan sexualmente a través de accidentes automovilísticos provoca eso, intranquilidad cuanto menos. Me imagino que a la D.G.T., o víctimas reales de accidentes de tráfico, no les hará ninguna gracia este film. Por eso es una obra de arte valiente: a un artista le importa un comino si al espectador le va a gustar o no su obra; sencillamente, el artista la crea, y ya está, sin pensar en nada más. Inolvidable los trabajos de todos los actores y actrices, en especial del inquietante Elias Koteas, la música magnífica de Howard Shore, y la fría fotografía de Peter Suschitzky. Es el caso de otra película de culto infravalorada por cabezas biempensantes. Si eres de mente conservadora y tradicional, huye de esta obra maestra del Cine. Extraordinaria.

Se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas, pero no es verdad. Aquí tenemos un ejemplo: el magistral David Lynch y Mark Frost lo volvieron a conseguir. Sin duda, una secuela de la original «Twin Peaks» a la altura de las circunstancias, llena de la habitual creatividad y fuerza visual del genial David Lynch, con momentos oníricos y surrealistas realmente fascinantes y, en definitiva, una gozada el poder disfrutar de una serie así, tan fuera de lo común y rompiendo la gran barrera de la mediocridad que impera en el panorama no sólo televisivo, sino del Cine y de las Artes en general. Se agradece muchísimo (al menos por mi parte) el que existan aún artistas y productores que sean valientes y se arriesguen a lanzar productos audiovisuales con tan altísima calidad, tan creativos y tan extraordinarios como esta vuelta de Twin Peaks. Magnífica.