Vaya tomadura de pelo de episodio. 70 minutos de un un secuestrador y su víctima en un coche, sin desarrollar una mierda a ninguno de los dos, y escondiendo el motivo del secuestrador que resulta ser una chorrada como un piano. El capítulo ya estaba siendo malo pero la revelación termina por convertirlo en una puta mierda y una pérdida de tiempo.

El drama es de baratillo, las actuaciones malas y la situación tan tópica como aburrida. La hemos visto millones de veces y la supuesta crítica se pierde en moralina. Ahora va a resultar que la culpa de matar a gente bajo la influencia de las drogas es de las drogas y no de quien las consume. Patético mensaje. Por otra parte, que las redes sociales crean adicción y que su contenido es insignificante, así como que la gente debería levantar la vista del teléfono porque se está perdiendo la vida, son temas que ya se han tratado otras veces y de mucha mejor manera, incluso en la propia serie.

También me viene sobrando esa forma en la que nos muestran a la compañía llevando el liderazgo de toda la operación, eso no se lo cree nadie. Todo poder tiene sus límites. Que sepan todo lo que haces e hiciste y tal, te lo puedo comprar. Lo hemos visto un montón de veces, también te digo. Y por último, el jefe de la empresa es el tópico hecho personaje, y tampoco me lo creo. Ni idea de lo que han intentado hacer ahí con el niñato excéntrico ese, si era una crítica o un intento de humanización o qué, pero vamos, han fracasado.

Uno de los peores episodios de ‘Black Mirror’. No se salva nada.

En una hora San Junipero le ofrece:

- Una maravillosa historia de ciencia ficción.
- Una emocionante historia de amor.
- Felicidad y tragedia.
- Un futuro optimista. ¡Sí, la tecnología también puede aportar algo bueno!
- Personajes profundos.
- Un paseo por los fascinantes años ‘80. ¡Pero también puede visitar otras épocas!
- Catarsis emocional.
- Enseñanzas sobre la vida, la muerte y las relaciones humanas.
- Una sonrisa final.

Owen Harris dirige este episodio con guion de un inspirado Charlie Brooker, sacando adelante uno de los episodios más famosos de ‘Black Mirror’. Tiene un poder visual apabullante, una pareja protagonista que desborda carisma y química, y una historia que justifica argumentalmente hasta el último detalle. Gran ritmo narrativo y estupenda ambientación. Curioso, a su vez, que sea uno de los pocos de la serie, sino el único, que tiene una visión positiva de la tecnología futura. Y aunque yo soy de los que siempre elegirá un final desolador sobre otro feliz, de vez en cuando también apetece un poco de alegría.

Déjate caer por San Junipero, una estrella brillante de esperanza que ilumina lo que suele ser un cielo negro de pesimismo futurista.

Temporadas 1-8

‘Scrubs’ es una comedia ligera de calidad, divertida y entrañable. En ella asistimos a la cotidianidad de un grupo de doctores en clave de humor, que con el paso de las temporadas va ganando en drama, como suele ser habitual en este tipo de series.

Los episodios, narrados en primera persona, suelen girar entorno a algún problema diario y rematar con una moraleja que servirá para la madurez de los personajes y la reflexión del espectador. Eso sí, aunque los temas sean cercanos y realistas, la forma de presentarlos es alocada, frenética y envuelta en el surrealismo de las ensoñaciones del personaje principal, el cual también transmite sus pensamientos mediante una omnipresente voz en off.

Los personajes son carismáticos, destacando especialmente el protagonista, soñador, positivo, empático y sin sentido del ridículo. Zach Braff realiza una interpretación tan mítica que prácticamente aniquiló su carrera como actor, aunque continuó en el mundillo actuando en roles secundarios y dirigiendo sus propias obras. A su alrededor gira todo un circo de personajes estrambóticos, desde la alocada Elliot al Conserje sin nombre. También hay un sinfín de cameos de actores famosos, coincidiendo casi siempre con los mejores episodios de la serie, o esa es la sensación.

En su conjunto le pesa un poco la duración. Las tres primeras temporadas son muy buenas, repletas de ‘sketches’ imaginativos y rozando la maestría cuando abordan ciertos dramas y, enlazando con lo dicho de los cameos, me atrevería a decir que los mejores episodios de la serie son en los que aparecen Michael J. Fox y Brendan Fraser, ambos pertenecientes a la tercera temporada. De la cuarta a la séptima se mantiene cierto encanto, pero pierde frescura y calidad. La falta de ideas lleva a la serie a recurrir a amoríos y buscar pareja a todos los personajes de forma absurda y forzada, y repartir bebés de aquí para allá. Por suerte la octava logra rehacerse y nos muestra como han crecido los personajes a lo largo del tiempo, alcanzando una nueva etapa de madurez emocional e intelectual, pero en la que nunca desaparecen del todo las características personales que los definían en la juventud. El final es emotivo, soñador, positivo. Un broche de oro perfecto para la serie.


Temporada 9

Como hay gente que no sabe ver cuando algo ha quedado perfecto, se decidió continuar la serie en una secuela, ‘Scrubs (Med School)’, que era un despropósito de cuidado. Te presentaba una generación de estudiantes de medicina y reconvertía a los personajes anteriores en profesores. J.D. aparece en los primeros episodios cargándose totalmente la coherencia del final de la serie, pero pronto se pira al ver venir el inminente desastre. Turk y Perry adquieren más protagonismo como profesores principales y son lo poco salvable. Los demás se dejan caer por pantalla de vez en cuando y el Conserje y Carla ni siquiera aparecen. En cuanto a los nuevos protagonistas, son una panda idiotas sin carisma ni profundidad.

Fue un fracaso total, se canceló esa misma temporada sin tan siquiera darle un final y ahora está ahí ensuciando el resto de la serie y su verdadero desenlace. Lo mejor es hacer como que nunca ha pasado.

Cuando estás rodeado de gente que sonríe y comenta lo buena que es la última película de Pepito Polan, a la que le ponen un 10, tú sonríes, asientes, comentas lo mucho que ha cambiado la vida esa película y la revolución que supone, y por supuesto la valoras con su más que merecido 10.

Si, por contra, la película es de Pepipto Pallen, que ya no nos cae bien, la película es una basura de mal gusto y baja calidad. Una de las peores que han pasado por una sala de cine. Así lo dice la gente, y tú concuerdas, pues es lo peor que te ha pasado. Un 1.

En redes sociales publicas las fotos de tus comidas, tus sonrisas, y muestras tu vida perfecta, recibiendo miles de ‘likes’ de tus amigos. Te aman. Los amas de vuelta. Para expandir tu círculo, también repartes pulgares arriba a desconocidos que te vas encontrando, por supuesto correspondidos. Además a todos les encanta la nueva película de Spepiman, ¡Qué felicidad formar parte de una sociedad tan sana! ¡Ser reconocida! ¡Ser alguien! Se te escapan unas lágrimas de alegría. Foto, publicación, y ‘like’.

Pero un mal día las cosas se tuercen. Necesitas ayuda. La sala llena de gente ahora parece vacía. Pides auxilio y nadie responde. Suplicas, y empiezas a llevarte un ‘dislike’. Tus amigos de toda la vida dejan de seguirte. Los desconocidos te miran como a una loca necesitada, mal rollo, pulgar abajo. Se te escapan lágrimas de tristeza y desesperación. Un 1 y bloqueada. ¡Pero si no has hecho nada!

Harta y enfadada, te metes en el cine a desconectar. Ponen Spepiman. Solo que ahora, vista sin las gafas de la hipocresía, te parece una puta mierda. Larga, inacabada, pretenciosa y aburrida. Entras a mirar las valoraciones, y entre los cientos de sobresalientes encuentras una minoría que la pone a caldo y la suspende. Son valoraciones, a su vez, masacradas a negativos. Empiezas a reírte como una histérica. Es la primera vez que una nota te ayuda de verdad. Sin parar de reír, insertas tu propia crítica, esta vez usando tu criterio personal y no el de los demás. Al poco de publicarla ya tiene 3 negativos. Nunca te has sentido tan feliz.

El mundo es más bonito cuando consigues atravesar su capa de falsedad, aunque tras ella se encuentre poca gente. Al resto, que les den.

Terrible thriller de acción con todos los tópicos existentes, vomitados sin control en una historia lamentable carente de toda lógica.

Taylor Lautner lleva a cabo una interpretación que daña la vista. El tío no cambia de expresión en toda la película, lo que en verdad resulta hasta sorprendente. No es solo él, el resto del reparto está totalmente fuera de onda, no hay uno solo que se crea lo que está haciendo. Es probable que todos sean conscientes de que están haciendo un bodrio infumable, siendo la más inteligente Sigourney Weaver, que se pasó por el set de rodaje una tarde a decir cuatro tonterías y cobrar el cheque.

Las escenas de acción son muy malas, rodadas de cualquier puta forma, sin ningún sentido de la espectacularidad. En lugar de acelerar el corazón, te lo duermen. La forzada historia de amor adolescente es una de las peores que he visto nunca, un despropósito de nula credibilidad.

Intento de versión imberbe de Jason Bourne en la que nada se salva y que provoca un profundo sueño entre sentimientos de vergüenza. Muy mala.