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Críticas de Kyrios
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Críticas 1,314
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
31 de julio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El papel de Italia en la primera mundial ejemplifica perfectamente el carácter imperialista que tuvo este conflicto. A diferencia de la segunda, donde se podía esgrimir el escudo de la “Lucha contra el Fascismo” (aunque en realidad fuera también una guerra por puros motivos económicos), la Gran Guerra fue un conflicto bélico que sólo tenía como misión el mayor lucro de las potencias implicadas, que pretendían conseguir un cacho más del pastel. Italia es el ejemplo paradigmático, porque a pesar de estar aliada en un primer momento con el Imperio de Austro-Hungría, el gobierno decidió cambiarse bando, y así optar a incrementar sus conquistas territoriales. Sin embargo, y a pesar de que Italia finalmente estuvo en el bando vencedor de la guerra, la jugada no le salió como esperaba y tuvo además batallas sangrientas, como la de Caporetto. La opinión pública fue furibunda contra los líderes y altos mandos italianos, como Luigi Cadorna, uno de los militares más nefastos de toda la guerra (y eso que no fue precisamente una guerra de grandes estrategas). El caso, es que muchos años después, tiempo incluso, de la segunda guerra mundial, en el 1959, Mario Monicelli (uno de los directores más conocidos dentro del ámbito cómico) dirigiría una película titulada La Grande Guerra (La Gran Guerra, 1959) y que versando sobre este tema, provocaría una intensa polémica en Italia. Aún latían tabús en Italia, y la desastrosa campaña militar era una de ellas. A pesar de esto (aunque también por la polémica levantada) la obra fue un gran éxito de taquilla[1].. Este hecho lo atestigua la gran cantidad de opiniones dispares que recibió el filme por parte de crítica y público, a pesar de ganar Ex -Aequo con la película de Roberto Rossellini,Il Generale Della Rovere (El General de la Rovere, 1959) otra película crítica con el gobierno del país.

La película cuenta con dos grandes bazas a su favor: Alberto Sordi y Vittorio Gassman. A manos de Monicelli, se convierten en dos ases cómicos, que sacan una sonrisa al espectador por más que el filme transcurra en el mismo infierno. La diferencia entre La Gran Guerra y otras películas bélicas es precisamente el toque de humor que aporta, sin que por ello impida mostrarnos el horror de la guerra en toda su máxima expresión. El metraje no sigue un guión fijo, sino que la película está construida de manera itinerante, haciendo un recorrido por los elementos más identificables de cualquier filme bélico. Todas las claves del género aparecen, pero siempre filtradas por la visión del cineasta, que en numerosas ocasiones recorre a las segundas lecturas y a la ironía para redefinir las situaciones.

Y como es comedia, nuestros personajes se encuentran alejados del héroe clásico. Incluso el antihéroe, tan abundante en las películas de la Primera y Segunda Guerra mundial (ese soldado cínico, que lo único que hace es sobrevivir a sus compañeros) es reemplazado por una galería de personajes que aunque reales y creíbles, no son los más convencionales. Nuestro protagonista principal, interpretado por Vittorio Gassman es un hombre que intenta saltarse continuamente el alistamiento, y que presenta el arquetípico del trabajador concienciado que sabe que la guerra es sólo un negocio para lo más ricos. Sin embargo, a este perfil de anarquista, se le añade también el carácter latino tantas veces reconocido y tópico por antonomasia en el país de la bota. Además, la película tiene también un halo de fuerza popular, y se encarga de apoyar a las más bajas clases, que fueron las que dieron la vida en el campo de batalla, a diferencia de las altas élites, que evitaron mandar a sus hijos a la guerra (se remarca con la multitud de la tropa, la mayoría de ellos analfabetos). A la dupla se añade Alberto Sordi, quien interpreta el papel de un soldado voluntarioso pero también cobarde, que a medida que avanza la guerra va dándose cuenta que no era lo que él esperaba. A estos se le añade una ristra de secundarios bastante bien elaborados.

El Humor en esta cinta no es utilizado por Monicelli como en otras películas suyas, donde en ocasiones sirve como recurso sociológico o para el simple humor, sino que sirve para desmitificar la Guerra como acto heroico. La Vida en las trincheras se convierte en una concatenación entre actos cotidianos (Como cazar una gallina antes de que lo haga el enemigo) y estallidos de violencia. En este sentido, la Gran Guerra es mucho más humana (en el sentido de real) que otras grandes películas bélicas como Paths of Glory (Senderos de Gloria, 1959),

La película cuenta con una excelente puesta en escena, que Monicelli revela con cada secuencia bélica (la más impresionante sin duda la de las trincheras, donde la cámara se alza para mostrar la escena desde dos puntos de vista, la de los soldados y la del comando que lideran los dos protagonistas) y también con una excelente fotografía en blanco y negro que capta los múltiples matices que exige el guión (la oscuridad del tramo final, la guerra de trincheras, los interiores donde habitan los personajes).

[1] RODRÍGUEZ, Araceli, El cine cambia la historia, Ed. Rialp, Madrid 2010, p. 71
Kyrios
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2
28 de julio de 2015
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Re-Animator (Re-Animator, 1985) es carne de Videoclub en su máxima expresión. Con esa portada ochentera y su sinopsis, seguro que causó furor entre los adolescentes del momento. Gore a hurtadillas de los padres, una extraña historia como argumento y algún que otro pecho al descubierto eran suficientes para calentar a una generación. Y así, con el paso del tiempo, el filme producido en parte por ni más ni menos que Brian Yuzna (uno de los directores con más películas bochornosas en su haber, ahí ahí con el alemán Uwe Boll) se ha convertido en una especie de película de culto, un icono de aquel cine gore/fantaterrorífico de los años ochenta. Además, la película consiguió el premio a la mejor película en el Festival fantástico de Sitges, aunque hay que decir que la gala de dicho año fue bastante floja.

Pero lo cierto, es que cuando una revisa la película en la actualidad, se da cuenta de que Re-Animator es más bien una cinta apolillada, que ya en el momento de su estreno debió como una película que como mucho aspiraba a unas sonrisas cómplices (y eso de manera involuntaria). A pesar de esto, el filme tuvo un éxito considerable, y de hecho se realizaron algunas continuaciones más, como From Beyond (Re-Sonator, 1986) o Bride of Reanimator (La Novia de Re-Animator, 1990) entre otras.

Seguramente, una de las cosas más lamentables de la película es la falsa relación con el escritor norteamericano H.P. Lovecraft con la que pretende ligarse el argumento. Según los títulos de crédito del filme, la película está basada en una historia del escritor norteamericano, Herbert West, y además, los guiños a la obra de Lovecraft son numerosos a lo largo del filme, como el nombre de la universidad Miskatonic, que era el mismo nombre que aparecía en obras del escritor, pero en realidad, hay que aclarar que son guiños superficiales y simples. La realidad, es que Re-Animator difiere totalmente en esencia de la Obra de Lovecraft. Por ejemplo, el gore ultra explícito (con claros objetivos de buscar el público adolescente) habría sido impensable en la obra del escritor. E incluso los guiños cómicos (chuscos, la mayoría, para que obviarlo) resultan desubicados. Más que una actualización de Lovecraft a la década de los ochenta, se podría decir que simplemente se utiliza su obra literaria como reclamo comercial. Y el rasgo más característico de Lovecraft, ese terror profundo y cósmico, no tiene ninguna importancia en la película, que tira por un terror mucho más banal y pubescente. Por cierto, la banda sonora del filme emplea un tema que resulta ser una variación del tema principal que empleo Bernard Hermann en la célebre película de Alfred Hitchcock, Psicosis (Psicosis, 1960), que se queda como homenaje, por más que el filme la emplee insistentemente.

Ya entrando en el argumento del filme, nos encontramos con que es bastante simple, y tiene un poco de todo de lo que estaba de moda por aquel entonces (Zombies, Gore, elementos caníbales) en la más cochambrosa serie B. Como decía anteriormente, la película arranca en una universidad, donde viene a llegar un extraño alumno, interpretado por Jeffrey Combs. Este personaje, que tiene bastante de antipático, empezará a realizar unos extraños experimentos científicos en el campus, que acabarán devolviendo a la vida a cadáveres. Pero no volverán felices, sino con ansías de sangre. La película, como intuimos leyendo el argumento, tiene bastantes similitudes con las películas de George Romero y la estela zombie que dejó este autor después de filmar las películas más icónicas de este tipo de cine, como sería Night of the Living Dead (La Noche de los Muertos Vivientes, 1968) e incluso con obras de serie Z de procedencia Italiana, como Lucio Fulci. Esta segunda influencia puede observarse en la propia porquería que el filme no tiene reparos en esconder.

La Trama se convierte finalmente en una película más de zombis un tanto arquetípica, sin que podamos destacar grandes sorpresas. La imaginería del director, Stuart Gordon, está dentro de lo ya visto anteriormente en el género, y finalmente poco se aporta de novedoso. Como mucho se puede destacar algún toque de humor negro (negrísimo) pero siempre se acaba rayando entre la obscenidad más adolescente (e inofensiva, por muchos litros de sangre que explote).

El filme tiene cierta relación también con películas como Braindead (Braindead, tú madre se ha comido mi perro, 1992). La película producida por Yuzna se realizó años antes, pero ambas comparte una tensión in crescendo que acaba con un clímax sangriento. La escena final de Re-Animator tiene mucho de gran espectáculo circense, donde la efervescente violencia estalla en una vorágine surrealista. En definiva,una película para olvidar rápidamente.

https://neokunst.wordpress.com/2015/07/28/re-animator-1985/
Kyrios
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5
25 de julio de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rojo y Negro (Rojo y Negro, 1942) es una de las películas más extrañas de la posguerra española. La dirigió Carlos Arévalo, un cineasta falangista que fue censurado por el régimen franquista, precisamente por las connotaciones políticas de sus películas. Y es que para el que no esté informado, le puede resultar extraño el hecho de que un sector duro de la Falange (Liderado por Hedilla o Dionisio Ridruejo), preconizaba un Fascismo en algunos aspectos revolucionarios (Aunque también se puede añadir el NacionalSindicalismo) y contrarios al régimen franquista que acabaría imponiéndose (El régimen no dejaba de ser una amalgama de tendencias reaccionarias, entre las que se incluían también miembros de la Falange más acomodados; por otra parte, desde el propio bando de los insurgentes les llamaban “Nuestros Rojos” a los falangistas).

Precisamente, esta tendencia es la que se muestra en el filme, y esto lo convirtió en un blanco fácil para el franquismo, que en realidad difería bastante del auténtico Fascismo, mucho más conservador en esencia (por eso algunos han preferido el término Nacionalcatolicismo para referirse al régimen franquista). Después de quedarse unas semanas en carteleras, la película fue censurada y Carlos Arévalo no volvió a dirigir una película hasta una década después.

Efectivamente, Rojo y Negro es una película política y partidista. Podríamos decir que es la versión falangista de la guerra civil, como lo fue Raza (Raza, 1941) del Franquismo oficial. La película nos cuenta la historia de dos personajes, Luisa y Miguel, desde que son pequeños hasta el estallido de la guerra civil española. La película empieza con una cortinilla clásica y con un texto que nos indica que la decadencia española empieza a partir de la década de los años veinte con las pérdidas en el territorio Africano. Evidentemente, el filme se hace eco de la visión falangista de la reconstrucción del imperio español (uno de sus puntos clave). Una vez se hacen mayores, ambos personajes se alistan a diferentes movimientos políticos. Luisa, interpretada por Conchita Montenegro, a la Falange, mientras que Miguel interpretado por Ismael Merlo, a la CNT.

Antes de que estalle la guerra civil, la película muestra según el filtro político los acontecimientos de la Segunda República. La película hace una síntesis de las teorías políticas de la Falange: Ataque a la democracia, que es presentada por la película como un órgano absurdo, el ataque al catolicismo por parte de las masas y lo más interesante, también un ataque a la burguesía que se dedica a acaparar dinero sin más intereses. Hay que añadir que la película utiliza un montaje revolucionario para contar todas estas historias, un montaje que por otra parte poco tiene que ver con los demás filmes españoles del momento. De hecho, tiene más conexión el filme con los montajes de las películas soviéticas de Eisenstein, pues se nos presenta un intercalamiento de imágenes a un ritmo vertiginoso. También hay que decir que el montaje en ocasiones no sabe acaparar tanta intensidad y acaba convirtiéndose en un auténtico lío.

Posteriormente la película nos presenta la guerra civil, y ahí es donde se notan las faltas en el presupuesto. De todas maneras, el filme no opta por mostrar el conflicto bélico, sino que nos presenta el transcurso de la guerra en el Madrid Republicano.

La mitad del metraje está dedicada a la reclusión y las Checas. Ahí comparte el mensaje franquista de presentar a los republicanos como unos asesinos, aunque lo que hace diferente a Rojo y Negro es precisamente que es capaz de mostrar a gente del bando contrario honesta y heroica. Hay una clara humanización del enemigo, lo que seguramente provocó el enfado de las autoridades franquistas. Por ejemplo, tenemos al soldado republicano que dista de los demás al considerar que la muerte no es el objetivo final o el que ayuda a la mujer a enviar un mensaje a su madre, a pesar de que lo tiene prohibido. Pero donde queda más patente el mensaje es en el final del filme.

Y El final es precisamente el máximo indicador de que Rojo y Negro no es una película política más del momento, sino que está llena de singularidades. En el trayecto final el filme parece convertirse en un alegato en contra de la pena de muerte, sea de donde sea el bando. La camaradería entre la CNT y la Falange no deja de ser irónica. No sólo porque los colores del título de la película hacen precisamente referencia a la identidad de ambos bandos, que comparten color, sino porque toda la película pretende hacer hincapié en las similitudes de muchos personajes que a pesar de encontrarse en diferente bando, sienten empatía entre ellos.

En definitiva, Rojo y Negro es una rara avis en el cine de posguerra inmediata. No es una película perfecta ni mucho menos, pero si un curioso ejemplo especialmente por los matices políticos que ofrece la cinta. Es cierto también que la censura desde el propio régimen ha mitificado un tanto la película, pero no menos que merece la pena darle una oportunidad siempre teniendo en cuenta lo que se está viendo y las condicionantes del momento.

https://neokunst.wordpress.com/2015/07/25/rojo-y-negro-1942/
Kyrios
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6
23 de julio de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori podría parecer que All the President’s Men (Todos los Hombres del Presidente, 1976) es una película más de cine político, si tenemos en cuenta que el argumento del filme gira en torno al escándalo Watergate y a los dos periodistas que descubrieron el meollo. Y más aún si pensamos en el director del filme, Alan J. Pakula, uno de los directores más prestigiosos en el cine político, que anteriormente a la película en cuestión había rodado The Parallex View (El Último Testigo, 1974) película que trataba en realidad sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy, por mucho que utilizara un argumento de tapadera.

Pero la realidad, es que Todos los Hombres del Presidente está más cerca del cine de Espías e incluso del cine negro (inolvidables las apariciones de Garganta profunda) que de una película que desengrana cien por cien la cuestión política. La película consiguió numerosos premios y galardones, entre los que se pueden destacar los 4 Oscars (Secundario; para Jason Robards, el mandamás del Washington Post, Dirección Artística, Guión y Sonido).

El filme se centra, como decía anteriormente, en el escándalo Watergate. Robert Redford interpreta a Bob Woodward y Dustin Hoffman a Carl Bernstein, ambos los periodistas reales que se ocuparon de desvelar el caso y las conexiones existentes entre el incidente y las altas esferas, incluyendo al presidente Nixon. La película que cuenta con el guión de William Goldman, se inicia en la oficina del Washington Post y a partir de ahí y de la investigación que promueven los dos periodistas se van implicando el resto de personajes.

Como decía, el filme tiene más de cine negro y Thriller que no de Política. Al fin y al cabo, los elementos políticos son marginales, y sólo aparecen intercalados en momentos puntuales de la película, como el inicio y el final del filme (con los discursos de Nixon a través de la pantalla de televisión). La película tira más por el Thriller y el espionaje. De hecho el desarrollo del metraje es muy parecido y no tiene demasiadas inclusiones novedosas. Nuestros protagonistas deben recoger todo el material incriminatorio posible, para poder implicar con pruebas a los culpables y así el filme se convierte en un recorrido de investigación. El filme se convierte en un Tour típico en el que aparecen las secuencias propias del género, entre las que se incluye la mítica escena en la que el soplón clásico del cine negro chiva información mientras las sombras ocultan su rostro.

El Enaltecimiento del periodista como héroe es algo muy propio del cine norteamericano casi desde sus principios, y en el filme de Pakula este prototipo aparece con toda la claridad. Robert Redford y Dustin Hoffman interpretan a personajes honestos, que siempre van con la ley por delante (la escena de los nombres que tiene que ser publicados es bastante significativa en este sentido, no desean hacer nada que sea ilegal) y que parecen seguir la investigación por deber moral y no por motivos de recompensa personal. Toda la película es en realidad una mitificación al estereotipo de la Prensa Libre, aquella que a pesar de las adversidades y de las amenazas de los grandes tiburones políticos acaba triunfando siempre en el mundo de Hollywood. Un mito que es propiamente norteamericano, y que tantas veces hemos visto repetido en la gran pantalla. El final es precisamente la culminación de esta moraleja, que se ve reflejada en la caída del propio presidente. Evidentemente no hace falta comentar que la ficción dista siempre de la realidad.

Todos los Hombres del Presidente es una película que vale especialmente por ser arriesgada y valiente, y eso es lo que sin duda más se agradece a Pakula, que haya sido capaz de entramar una película a tan sólo cuatros años vista de que se produjera el escándalo Watergate, sin embargo, también es cierto que la película es tibia en muchos sentidos. Como ya hemos dicho, los ataques políticos son mínimos. Pero aún así, lo más reprochable lo hallamos en el ritmo de la película, que es realmente soporífero. Una y otra vez somos testigos de los procedimientos de nuestros dos protagonistas, y la película se convierte en un bucle infinito en el que se repiten las mismas acciones prácticamente calcadas. De tal manera, que acabamos por ver la oficina del Washington Post por lo menos unas veinte veces en pantalla. Además, el guión del filme resulta un tanto confuso en algunos aspectos, en los que se avasalla al espectador con información con la que puede no estar familiarizado, como son los aspectos que rodearon el Watergate.

Finalmente, en el reparto nos encontramos con un Dúo de estrellas, que realizan una buena interpretación ambos, si bien es cierto que el guión no construye unos personajes demasiado interesantes, y de hecho los dos se acaban pisando un poco en el mismo tipo de papel (es lo que tiene que no les veamos en otro ambiente que no sea recopilando pruebas).

https://neokunst.wordpress.com/2015/07/23/todos-los-hombres-del-presidente-1976/
Kyrios
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4
21 de julio de 2015
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ich seh, Ich seh (Goodnight Mommy, 2014) es una de las últimas películas de Terror que ha revolucionado el panorama cinematográfico, especialmente en los círculos Indies e incluso con la aprobación de numerosos cinéfilos de pro. El filme se dio a la fama en el Festival de Sitges del año pasado, donde a pesar de no ganar ningún premio, levantó un runrún interesante entre los asistentes. Y es cierto que Goodnight Mommy es una película que bebe ineludiblemente del cine austríaco de Michael Haneke (con el que comparte nacionalidad), y que poco tiene que ver con las decenas de productos ínfimos dirigidos para adolescentes que buscan siempre los mismos ganchos, pero que sea diferente no la convierte per se en una buena película.

El guión nos presenta una temática bastante identificable del cine de la república de Weimar, con películas tan representativas de este período como Das Kabinett des Dr. Caligari (El Gabinete del Dr. Cagliari, 1920), como es el tema del doble. Una Madre vuelve a casa con sus dos hijos después de un tremendo accidente que le ha desfigurado la cara (ahora lleva un vendaje quirúrgico) pero la tranquilidad familiar se vuelve en pesadilla, cuando los dos hijos empiezan a sospechar que su madre no es quien dice, sino que es una impostora. Como vemos, el filme juega con el tema de las dobles identidades y también con dar la vuelta a las situaciones que podrían ser las más lógicas.

Pero el problema, es que básicamente, Goodnight Mommy es una película que no cuenta una historia, sino que confía exclusivamente en el poder de sus secuencias más atrevidas en cuanto a violencia, convirtiéndose en un espectáculo gore sin más trasfondo moral. Los Silencios, los planos arriesgados y el ritmo lento no tienen una justificación argumental real, sino que son una mera pátina impuesta con la que se pretende dotar a la película de una falsa intelectualidad que no merece. Porque una vez llegan los títulos de crédito, ¿Qué hemos sacado en claro de toda la escabechina? No hay demasiada diferencia en una película como esta y Hostel (Hostel, 2005) de Eli Roth, aunque incluso la película de Roth fuera mucho más honesta, porque no engañaba a nadie con sus intenciones. Se iba de claro al espectador, ofreciéndole lo que se prometía en el tráiler. Aquí en cambio se engaña, mostrando a priori, lo que parece una película más compleja, cuando la realidad es que Goodnight Mommy es una película simple hasta la médula.

El que debería ser el eje principal, la relación entre madre e hijos, sólo funciona en ocasiones contadas. Los escasísimos diálogos con los que se cuenta funcionan en ocasiones creando imágenes de gran potencia que hablan por sí solas (el caso del juego de adivina quién soy, donde la película consigue sin duda la cota de excelencia más alta, mostrando la desconexión familiar de los miembros con inteligencia) pero en otras ocasiones, la mayoría, dejan al espectador sin las suficientes pistas para poder entender la reacciones de los personajes, que parecen muchas de ellas totalmente ilógicas. Por ejemplo, nunca entendemos porque la madre no corta de raíz el juego de los dos hijos, o sobre todo, porque los dos muchachos hacen lo que hacen.

No hay tampoco otros ejes temáticos destacables, y la película se sustenta en la violencia gratuita, que el filme no justifica en ningún momento. Algo que no deja de ser paradójico, pues el propio Haneke, una de las influencias básicas de la película, es uno de los directores más críticos respecto a esta postura de violencia gratuita que adopta el cine contemporáneo. Los coqueteos con el cine de terror (la teatralidad que se puede observar en numerosas secuencias: caso más claro el de las máscaras) delimita al filme en un terreno concreto, pero a la vez lo encorseta negativamente (el director ha de recurrir a alguna secuencia para utilizarla como gancho, aunque sean injustificadas en el guión, como aquella en la que la madre se interna en el bosque). Un punto a favor del filme lo encontramos en la interpretación de los actores, absolutamente magistrales en el trío principal de protagonistas. El guión tiene demandas demasiado histriónicas, pero aún así los actores cumplen notablemente con las exigencias.

En los aspectos técnicos la película cumple sobradamente, admirándose el director de los filmes de Haneke, de los que saca clara inspiración. Esos ambientes fríos o los planos que parecen congelarse eternamente e incluso la manera en cómo se disponen los actores delante de la cámara, recuerdan enormemente a la manera de hacer del director de Das Weissen Band (La Cinta Blanca, 2009)

Como conclusión, sólo hay que recordar un Momento más que significativo del filme, y que nos lo proporciona la llegada de los dos miembros de la cruz roja. Y es que la táctica que emplea el director con estos dos personajes para alargar el metraje, además de predecible recuerda al peor truco utilizado en un filme de sobremesa cualquiera. No se puede intentar hacer una buena película con recursos tan baratos como el citado.

https://neokunst.wordpress.com/2015/07/21/goodnight-mommy-2014/
Kyrios
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