Poco se puede decir en contra de "Río Rojo", al que le gusten las del oeste no le decepcionará porque tiene muchas cosas que los ortodoxos creen indispensables, porque aparece Wayne, icono del género, porque hay indios, vaqueros, caravanas, tiros y la acción desatada tan propia del director. No es una película para aburrirse, cuando menos te lo esperas Wayne y Brennan ya han plantado las bases de la historia, de la aventura propia, del pretexto que usa Hawks para desarrollar la película, nada menos que transportar durante millas y millas, semanas y semanas, unas cuantas miles de cabezas de ganado, el fruto de bastantes años de trabajo. No es de extrañar la desconfianza "in crescendo" de Wayne, la mala leche que le atrapa, un tirito por aquí para dejar claro quién manda y la decisión explícita de matar a su delfín, nada menos que Montgomery Clift.

Está claro que con el choque brusco entre Wayne y Clift y ese inolvidable y memorable "te mataré", Hawks le está poniendo a la película un sello inequívoco que tantos aplaudimos. Si no es una obra maestra, maldita sea porque iba de camino, es por culpa de un final claramente spoiler que otros tantos lamentamos. Por ese final unos le quitan más estrellas que otros, yo simplemente no puedo ni obviar lo bueno ni lo malo, aunque lógicamente, como buen seguidor del género, me quedo con lo bueno que tiene, que no es poca cosa.

Tengo claro que el objeto directo de la película de René Clément, la infancia, el lugar por el que todo adulto ha de pasar y que tanto rememoramos con el tiempo, es un tema que tratado adecuadamente puede llegar a conseguir los mejores frutos cinéfilos. También es cierto que (y no es el caso) proponer una película con niños actores puede resultar un fracaso estrepitoso y lamentable, la historia del cine está llena de ejemplos. En "Juegos prohibidos" se puede disfrutar de una película bien narrada, con una pareja de niños actores excepcionales que en ningún momento hacen grima. Lo cierto es que contiene una historia que todos podemos hacer nuestra porque todos hemos pasado por la infancia, ese tesoro perdido que tenemos la obligación de proteger en los niños que vienen, y por lo tanto podemos pensar en qué hubiera sido de nosotros si hubiéramos sido así de desafortunados.

Tocar la fibra no es difícil con un tema así, la niña rubita se queda huérfana en la primera escena y la suma de casualidades hace que unos campesinos extraordinariamente bondadosos la acojan tal cual, un regalo venido por el azar. A ello se le suman elementos como lo de robar cruces, el perro, los líos de la familia de acogida y el hecho de no olvidar en ningún momento que la sombra de la guerra lo va oscureciendo todo. No es una obra maestra, bajo mi punto de vista se queda a un par de pasos, pero produce una tristeza mezclada con desenfado en conjunto de lo más sano. Tenía que ser francesa, no me extraña, mirarlos a ellos siempre supone aprender algo bueno y mejor.

No es la película de Tarantino que mayor reconocimiento tiene, apareció tras la exitosa Pulp Fiction y puede que no sea lo que el público en general espera encontrar. Yo procuro ponerme de vez en cuando "Jackie Brown", la revisito como quien acude a un viejo amigo sabiendo que voy a encontrar cosas buenas, como beber un buen vino, viejo pero potente. Porque resulta que no hablamos del Tarantino más comercial, será por eso que la película no es apreciada como debería, aunque para mí es una historia redonda, como las curvas tremendas de Pam Grier, que desde que la vi bajarse del avión no he visto una madurez femenina de igual magnitud. Aparece un Samuel L.Jackson que lo borda, a mí cualquier primer plano suyo nunca me deja indiferente, y si a eso le sumamos su continua verborrea y la compañía de Robert De Niro, sencillamente no se me ocurren razones por las que esta obra de Tarantino debe situarse por debajo de las otras.

Somos muchos sus seguidores, algo que cuesta lo suyo teniendo en cuenta sus espaciosos vacíos entre película y película, de manera que de tanto en tanto me doy un homenaje con "Jackie Brown", porque es una película que aunque se sepa el final se puede ver una y mil veces, porque está trabajada, está bien hecha, repleta de guiños, de cosas a recordar, con una música exquisita, con las caderas de Grier y la mala facha de De Niro... para mí es una película injustamente relegada a un segundo renglón, lo tiene todo para poder disfrutarla, es cine de mucha calidad. Puede que no lleve el sello ortodoxo de Tarantino, porque él suele hacer lo que le apetece y como le apetece, pero lo que tengo claro es que es cine de muchos quilates.

Me da la impresión que Allen se lo pasó como un cochino realizando esta película. Durante toda su carrera como cineasta es habitual que escriba y protagonice las películas que también dirige, en su "Última noche de Boris Grushenko" (otra vez feo error al cambiar el título en castellano) despliega en forma de parodia todo lo que ya en estos primeros años hervía dentro suyo. Estaremos de acuerdo todos en que mejorará con el tiempo y que afinará su estilo, pero Allen no engaña a nadie y ya aquí sus grandes temas aparecen como siempre con su humor especial, no se le escapa nada que luego desarrolle con los años de una manera u otra. Yo aplaudo su humor cuando como ningún otro da estocadas finísimas a cuestiones totalmente intelectuales, hace llegar en forma de comedia (más o menos acertada, eso es quizás cuestión de gustos) su angustia existencial real. Por eso es más justo el título de la película en original, "Love and death".

El que sólo busque la risa la encontrará, seguro, tiene gags de humor universal de los que muchos deberían aprender. Puede que sobren algunos otros, no es una película perfecta, pero no tengo duda de que Allen dio un salto cualitativo. Nadie como él puede hablar de la existencia, de la muerte, del destino, el sexo, el amor y tantas, tantas otras cosas, riéndose de sí mismo primero de todo, señalándose como cobarde, señalando su judaísmo, sus rarezas y su torpeza. Ya quisieran muchos realizar alguna vez alguna genialidad de las suyas, o alguna de sus locuras. Porque además, una cosa es tenerlo en mente y otra es pasarlo a imágenes.

Son las cosas de andar entre barrotes tanto tiempo, o acabas tomando el difícil camino de perfección interior o das vueltas y vueltas en la espiral de odio y autodestrucción en la que caen la mayoría. Una cadena perpetua no te toca por mala suerte (vale, generalizo) y el joven Stroud real, el de la vida misma, era tan mal bicho como John Frankenheimer nos enseña en la primera parte de la película. Así que podemos estar de acuerdo en que el condenado era malo, tan de acuerdo como afirmar que Lancaster olvidándose de las artes circenses y dedicándose únicamente a interpretar no lo hace nada mal. Deja de dar saltos, no hace juegos malabares y le acaba saliendo una película dignísima.

Me apetece decir también que las pocas apariciones de Savalas son para no olvidar y que la presencia de Karl Malden siempre supone sumar calidad. A saber si con tanto tiempo encerrado uno personalmente llegaría a donde llega el increíble hombre de los pájaros. Opino que sólo seres humanos con ese cerebro son capaces de crecerse ante tanta adversidad, su genialidad está fuera de dudas. ¿Y la película? Buena, correcta, son más de dos horas y eso siempre cuesta pero el B/N ayudará mucho a los nostálgicos y la verdad, por fin desaparecerá de la lista de pendientes. Vale la pena.