Una cinta de terror sobrenatural sobre maldiciones y brujerías magníficamente ambientada desde su estética lóbrega y tenebrosa, que posee una férrea y sugestiva puesta en escena y que se beneficia mucho de los ambientes góticos y medievales donde se desarrolla el relato.

La historia es convencional pero efectiva, una narración sobre demoníacos brujos vengativos que vuelven a la vida para posesionar almas de gente viva y cobrarse revancha por haber sido asesinados en el pasado.

Un relato oscuro, inquietante en su atmósfera donde la negrura de las tinieblas se hace presente en todo el relato.
Hay una excelente aclimatación gracias a escenarios muy sugestivos y efectos lumínicos que coadyuvan para lograr tensión y sobresalto.

No es menor todo el tema del vestuario y el maquillaje para dar vida a lo misterioso y paranormal, como así también es meritorio el crispante acompañamiento musical.

Un relato inquietante que despliega una tenue dosis de romanticismo que sobrevive en frías y tétricas circunstancias donde el odio y la cruel venganza se apoderan de la pantalla.

La historia sin ser nada excepcional, tiene su atractivo desde la intriga y desde lo sombrío de su carácter. Pero lo mejor del filme viene de la mano de la gótica estética que envuelve cada escena, que nos transporta a unas locaciones místicas donde lo mórbido y maléfico acecha a quienes inocentemente deambulan desprevenidos en terrenos malditos.

No hay dudas de que la propuesta no está concebida en serio y que la idea de generar un asesino serial comestible pasa más por lo cómico.

Pero tampoco hay que caerle con todo el peso crítico porque esta propuesta excede los límites del desparpajo y arranca algunas risas de tan bizarra y rústica que resulta en sus variantes.

Además el filme es truculento y posee algunas secuencias bien sangrientas. La cinta me hizo acordar en todo momento, salvando las distancias, a “Chucky”. Tiene ese estilo rebosante de mala leche en los asesinatos, además la base de magia negra donde un alma despiadada posesiona “cuerpos” extraños es prácticamente idéntica.

Por ende estamos en presencia de una cinta cutre a más no poder que bien pareciera ser una derivada o prima hermana de “Muñeco diabólico”, sólo que se le nota mucho su “amateurismo” tanto a nivel del texto narrativo como desde lo artístico con las sobreactuadas actuaciones.

Con esta obra clase Z se demuestra que el terror da para cualquier cosa, que se lo manosea de tal modo que pueden salir aberraciones como ésta.
Pero aunque la misma es floja en toda su esencia, al menos demuestra que no tiene más pretensiones que reírse de sí misma, además ostenta una pizca de creatividad y no cae en los clichés tan usados dentro del género en sus expresiones modernas.

Los efectos especiales que dan vida a la galleta asesina son limitadísimos, el ritmo narrativo y la puesta en escena es de aficionados, y las actuaciones son irrisorias por lo amateur que resultan (Gary Busey aparece unos minutos en escena ya que luego presta su voz para la galleta, lo suficiente como para “quemarse” y marcar negativamente su carrera artística).
Tiene toda la onda de película de adolescentes, pero con escasos recursos económicos.

En fin, lo mejor que uno encuentra en alternativas como éstas es originalidad y descaro para poner en escena una historia rústica y trazada a grandes rasgos, donde cualquier búsqueda de calidad o detallismo desde la historia sería un utopía tan risible como el argumento de esta cinta.

Es otra simpática aventura animada con los mismos protagonistas de la primera entrega. Se mantiene el nivel apenas aceptable en la propuesta, donde nuevamente un grupo de animalitos de zoológico deberán aprender a ser salvajes, esta vez en el África virgen.

Las variantes conceptuales del filme pasan por la reivindicación de distintos conceptos: la amistad, el amor sin fronteras y la demostración de la valía de un hijo para su padre.

Es una cinta sumamente dinámica como la primera parte, con los característicos toques humorísticos (donde el personaje de la ancianita se lleva todos los premios) para sonsacar alguna que otra risa sin llegar nunca a la carcajada.

Aunque la historia retrocede un poco en la vida del león protagonista contándonos algo de su infancia, el argumento nos sitúa cronológicamente a continuación del final de la primera entrega. Allí donde los simpáticos animalillos al tomarse un avión desde la isla de Madagascar, tienen un percance y deben aterrizar en el África salvaje para enfrentarse a sus miedos y traumas más profundos en la convivencia con los de su misma especie.
Será el tiempo de darse cuenta de lo difícil que es el vivir en tierra virgen a merced de los cazadores furtivos, aunque siempre valorando el hecho de ser libres.

Los gráficos y la animación en sí no son elementos técnicos prodigiosos, más bien la estrategia tecnológica implementada y la calidad de los dibujos (muy poligonales) resultan adocenados si los comparamos con otras obras que marcaron ya historia dentro de la animación digital.

El trazado y el delineamiento de los personajes, si bien son simpáticos, no tienen el suficiente carisma como para cautivar a la platea. Poseen mucha energía pero adolecen de la chispa necesaria como para ser sumamente efectivos desde la comicidad. Sólo de a ratos hay bocanadas de humor conseguido y contundente, pero en otros pasajes los personajes no tienen la gracia suficiente como para absorber y atrapar a los espectadores.

En fin, sigue en la misma línea argumental de la primera parte donde se busca dejar en claro el contraste entre la libertad y el salvajismo versus la domesticación y el cautiverio.
La idea de seguir generando más aventuras y enredos dicharacheros funciona de a ratos, pero la trama no está lo suficientemente trabajada y por ende uno no puede dejar de pensar de que es otro producto comercial que redunda y no trae nada nuevo, hecho sólo para lograr réditos comerciales y sin la astucia ni la elaboración narrativa necesarias para aportar algo distinto a lo ya visto anteriormente.

“The Rage: Carrie 2” es una digna secuela del clásico setentero de Brian De Palma basado en la novela homónima de Stephen King.

Por allí creo que la crítica en general es injusta con esta continuación, pues sigue en la misma línea que la versión clásica donde una adolescente “rarita” (portadora de un desorden genético que le permite movilizar objetos con la mente) no encuentra su lugar en el mundo ya que es tremendamente discriminada por casi todos.

La cinta desborda mala leche por todos sus poros, deja en claro la crueldad de los adolescentes que no perdonan a aquellos que no son tan “cool” como ellos y deja en evidencia que en algunas ocasiones es mejor para algunos el no haber nacido para ser tratados de la manera más aberrante.

Obviamente que la cinta no es un tratado profundo ni serio sobre la discriminación, pero sí sienta algunas bases interesantes como para reflexionar gracias a un espectáculo de carácter liviano sobre el pesar psicológico de aquel que no tiene los mismos códigos que la sociedad materialista y esteticista impone.

La narración del filme es atrapante de principio a fin, hay un in crescendo emocional a medida que nos vamos adentrando en el nudo conflictivo para terminar asistiendo a un espectáculo gore repleto de rimbombante pirotecnia visual –aunque bastante desmadrada desde la lógica y el sentido común-.
Si hay que citar algunas secuencias para el recuerdo, no hay dudas que el desenlace de este filme se lleva todo los méritos ya que hay escenas muy duras y bastante logradas desde lo estético, claro que también resultan muy exageradas y se nota que la cinta pierde bastante mal la compostura para derivar en un show impactante de sangre, venganza y una especie de suicidio.

Bien por Emily Bergl en su debut en la pantalla grande, interpretando a una hermanastra de Carrie White. El papel de rara le sale estupendo y logra sacar adelante todo el peso del protagónico.
El resto del elenco cumple también y por ende la cinta sale adelante gracias a un férreo pulso narrativo desde la dirección que no escatimó vibración y dinamismo para una cinta a mi criterio sólida a la hora de reinventar y modernizar la premisa original narrada en la novela de King.

Una cinta de terror que sigue premisas convencionales y efectistas, pero que introduce un elemento narrativo sobrenatural bastante llamativo como para al menos no ser una opción demasiado trillada desde ese ángulo.

La idea del filme no es original desde la historia de supervivencia en el medio de la nada, pero en este caso el “monstruo biológico” que parasita en seres humanos y que tenemos acechando sí que resulta absorbente desde las emociones.

Es una pena que el filme no tenga mayor presupuesto para destinarlo a los apartados propios del departamento de efectos especiales, pues de haber contado con más recursos económicos se podrían haber evitado varias escenas rápidas que se mechan cuando lo truculento y monstruoso entra en pantalla.

La cinta no tiene la gran elaboración desde la trama, es sencilla pero sumamente absorbente en su intensidad, posee bastante intriga y tensión en su atmósfera y la estética está bien cuidada como para ser una opción potable para pasar un rato bien entretenidos con un filme trazado sobre los moldes convencionales pero con un agregado original desde lo sobrenatural.

En fin, mitad road movie y mitad survival horror con temática monstruosa. La base narrativa está esbozada mediante los formulismos del género, pero la impronta sobrenatural tiene su atractivo y su creatividad como para ser hoy día una cinta con cierto aire fresco para el terror moderno.
Le doy un seis, por ser una interesante alternativa que sabe reciclar los formulismos y darle una vuelta de tuerca a los manidos elementos ya mil veces vistos. Es para darle una oportunidad, seguro que no se aburrirán con su frenetismo y además es constante en la generación de excites durante su corto metraje.