Si "Twilight" cuenta entre sus escasos ¿méritos? con el de haber extendido una pegajosa "fiebre vampírica" cuyo fin último no es otro que el de explotar al máximo un filón comercial altamente rentable y de dudosísima -por no decir inexistente- calidad; "Let the right one in" (aka "Déjame entrar"), es la cara absolutamente opuesta de una moneda de cambio muy distinta.

Sin aberrantes best sellers que la respalden, sin tío bueno cachas de turno, sin legiones de preadolescentes y adolescentes ansiosas por forrar sus carpetas con las fotos de unos ídolos de paso y sin perrito que le ladre, ésta cinta ¡sueca! para más señas, es una completa delicia para los sentidos y las emociones.

Por su estética impecable, por su ritmo pausado y maduro, por la profundidad de sus personajes, por su elegancia exquisita (que sin duda parte de una aplastante maestría en hacer que lo complicado parezca sencillo) y por la labor actoral de unos jovencísimos protagonistas, "Déjame entrar" te deja con la boca abierta y con unas ganas desbocadas de aplaudir al final del film hasta despellejarte las manos.

Hacía tiempo que no me sorprendían tanto. Y desde luego, es merecedora de cada galardón que reciba.

Para mí, de sobresaliente. Sobre todo en V.O.

Así es "The I.T Crowd", una serie sobre y para freaks. Desde los títulos de crédito iniciales, diseñados como un juego al más puro estilo Spectrum 48 Kb´s, hasta la totalidad de personajes que circulan por la serie (un geek, un nerd, una chica supuestamente normal que se ve envuelta en todo tipo de situaciones absurdas, un gótico, un empresario snob con un hijo aún más snob si cabe...).

El humor es muy británico, lo que se traduce en una sucesión de sketchs tan absurdos como inteligentes, que garantizan la carcajada.

La segunda temporada, además, no defrauda e incluso me atrevería a decir que supera a la primera.

Digna de ver.

Danny Boyle demuestra una vez más que estamos ante un director asombroso, como asombrosa es ésta cinta en la que se derrocha belleza visual, una espléndida coreografía banda sonora-imagen, unas interpretaciones más que correctas y un resultado, en definitiva, que dan ganas de envolver en papel de regalo.

Bombardeo de emociones y orgasmo visual. Provoca una y mil veces la reflexión del espectador mientras deleita una y mil veces sus sentidos.

Altamente recomendable.

Si hay que ponerse a la cola para despotricar contra la derechona más rancia, el clasismo, el cutrecatolicismo y los recortes de libertades, allá voy yo la primera.

Que el gobierno del amigo Ánsar bebía de muchas -tal vez de demasiadas- aguas de esas fuentes, también es muy cierto.

Pero que aquellos a los que una panda de berzas inmundos, en su bajeza, califica de "titiriteros" (dejando así retratadas sus muchas miserias, por cuanto se espantan ante un oficio bello y dignísimo) se auto-erijan en "clase intelectual" de éste país, en lugar de aprender primero a mostrar, de manera individual, su visión sobre el mundo, es algo que me toca soberanamente los ovarios. Y es por eso que le doy un suspenso. A mí ésta gente no tiene porqué representarme, yo no la he votado y su opinión y sus peticiones deberían manifestarse como las de cualquier ciudadano de a pie y no como colectivo que ni remotamente debería asociarse a la vida política, porque la cultura y el arte no son tales si no son antes independientes.

Ese tipo de cosas, se le pueden perdonar a Doña Pilar Bardem, señora de los pies a la cabeza, si se conoce un poquito de su biografía y habida cuenta de sus canas, pero a ninguno más de los que participan en éste pseudo-documental tan pero tan cuestionable, en el que no queda claro, hecha la mencionada excepción, quien hace crítica sociopolítica por afición, quien cree estar haciendo reivindicaciones justas y quien se está vendiendo en pos de su propio interés. Y quien dice interés, dice subvenciones.

Para meterse en éste tipo de jardines y no morir en el intento y sobre todo, para no dar argumentos a aquellos de los que se presume estar tan lejos, hay que tener una honestidad y una integridad tan intachables, que actitudes como éstas no levanten ninguna sospecha. Y no es el caso, mire usted.

A Víctor Manuel y al Gran Wyoming, en concreto, decirles que a lo mejor cuando dejen de mentir descaradamente sobre la piratería, me creeré un poquito sus supuestos ideales. Mientras tanto son tan útiles como los partidos contra la droga que juegue Maradona. Y ese es, y no otro, el motivo de la desvergüenza de ésta amalgama de cortometrajes, que si estuvieran hechos por gente de la calle, aplaudiría a rabiar.

La mejor serie que he visto hasta ahora, con diferencia. Inteligente, irónica, crítica, divertidísima, aguda, ácida, mordaz...Pasaría horas glosando sus virtudes. He visto las dos primeras temporadas (recomiendo el visionado en V.O.S) y no se desinfla en ningún momento.

Los capítulos son tan excesivamente cortos y el contenido tan excesivamente bueno, que siempre terminas con ganas de más.

Un canto anti-doble moral americana como he visto pocos. Y disfrute asegurado.

Exquisita.