Documental sobre la artista japonesa Noriko Shinohara y cómo durante 40 años se va convirtiendo en apenas una viñeta que decora la popularidad de su pareja, Ushio Shinohara.

Ushio es, desde los años 60, un extravagante ejecutor de obras muy cuestionadas que, sin embargo, no ofrecen obstáculo para convertirlo en Pop Art Star.
Su alcoholismo y protagonismo crean el ambiente perfecto para que el hijo de ambos crezca como una criatura poco más significativa que su precioso gato negro.

El trabajo gráfico de la gran Noriko es una minuciosa catarsis que ataca y juega con el ser amado, que logra confundir al personaje principal, Ushio... La estrella se muestra condescendiente y tranquilamente despectivo con la artista.

Es el cinismo del amor conyugal, más bello e interesante que su versión vulgar. Es el talento creativo filtrando las venas destructoras, con los tonos de una ego-distinción que nunca se da por vencida.

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La lupa de algunos críticos desmenuzadores puede que tenga razón cuando observa que VIVA no aporta ningún nuevo enfoque a una historia que ya se ha tratado muchas veces.

Qué necesidad hay de ofertar novedades cuando el producto está tan vivo que deja de ser un producto. Cuando la sensibilidad sin ensimismamiento adopta colores no forzados, baila con ellos y los cuida con naturalidad y sin ningún canto a la esperanza "mandinga", superponiéndose además a un gris siempre enfermizo.

No es nada más ni nada menos que la nobleza en el Amor, que logra saltar los charcos de ese camino grisáceo sabiendo desde un principio que no habrá un florecedor final, ni por arte de magia ni por arte de juicios aleccionadores. Ni siquiera en una película. Ni siquiera en una ficción que no lo parece.


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La sutil diosa Selima, su chico Félix y el canino hijo de ambos, Rudi, nos guían en una travesía de deslumbrante fotografía por Estados Unidos, Canadá y México.

El plan inicial es una ruta salvaje en busca de la felicidad que improvisará localizaciones y desviaciones, ruta marcada por el poco marcaje, concentrarse en el momento para atraer la dicha.

El plan, que con tanto mimo amasan mientras con sus propias manos construyen un hogar dentro del autobús que nos conducirá, se va desquebrajando con una uniformidad inconfundible: la de la frustración reveladora.
Los culos inquietos que huyeron de una vida cómoda en busca de aventuras enriquecedoras se topan con el mayor riesgo de todos: la posibilidad de que escapar de la Zona de Confort como único Leitmotiv esté sobrevalorado, que demasiadas veces sea un boom, una estrategia más de marketing social postureico, o un truco más emocional que emocionante.

Este riesgo, como otros, es superado cuando la lección se asimila por amor andante. Y ellos lo hacen.
Pues, mientras viajamos con ellos, descubrimos que no son sólo esos culos inquietos, a lo largo de los sucesos que con tanta pureza integran, nos enamoramos de tres espíritus delicados y tenaces destinados a compartir con nosotros una experiencia alucinante. Experiencia no fácilmente descriptible por su grandeza. Pero mucho tiene que ver con esa pretensión aventurera que al frustrarse revela la cruda y anti-wonderful realidad.
Que por importantes que nos creamos, por seguidores virtuales que haya observando nuestro periplo, por mensajes zen que nos tatuemos, mientras que esta sociedad sea el estiércol que es, mientras no seamos más que números bípedos puteados por burocracias homicidas, mientras toda esa negatividad sea inamovible y paralizadora, creerse un todopoderoso trotamundos es otra estafa más.

La pareja y su Rudi se enfrentan a los obstáculos y convierten lo que podía ser esa estafa romántica e idealista en bellísima conexión, y equilibrio entre los deseos de impresionar y la necesidad de proteger lo más querido.
El riesgo era mucho más significativo de lo esperado, sobre todo si viajas con un animal no humano, cosificable en cualquier momento.

En toda aventura se ha de asumir peligros, el riesgo es parte del juego, pero si las reglas suelen estar a merced de lo abusivo, si la desconfianza domina nuestro universo y en lugar de un explorador eres un sospechoso hasta que no se demuestro lo contrario, lo que al final importará es contar con un techo firme en el que cobijarnos, un suelo abatible (que también puede fallarnos), pero reconocible, en las antípodas de fronteras que nos traten como criminales, contar con cuatro entrañables paredes donde soñar con preservar las únicas posesiones sustanciales: soñar con la salud, el amor y la dignidad por encima de cualquier sueño escapista.

Para llegar a esa valiosa sencillez el protagonismo inconsciente del perro RUDI es la clave más incorruptible y sólida de toda la historia. Hasta el punto de que deja de ser historia, se convierte en joya, y jamás acaba.

Esta película-documenta destroza con extrema belleza la aterradora imagen del tiburón, y su peliaguda aleta surfeando en constantes círculos perfectos por la playa elegida sin marearse en algún momento.

Después de ver esta maravilla supe que la más fantasiosa criatura creada por Spielberg no había sido un extraterrestre precisamente. En ese aspecto, la artificialidad de JAWS se come la naturalidad de E.T de un solo bocaO. MIentras que nuestro ataque supone acabar con el 90% de estos condictrios.

Destapar un acto tabú y lograr intimar con él tiene doble mérito, el de atreverse a priori y el de no cagarla a posteriori.
Además LITUS tiene el tercer mérito de resultar divertida tratando con sumo respeto el suicidio.
Ninguna interpretación queda por debajo de un Quim Gutiérrez soberbio en su expresión infernal de superviviente. Todos carecen de sentimentalismo y transmiten una ternura sana por mucho que tartamudeen reproches.

Los dos temas_BSO del final, totales.

Y si, hay muchas pelis de treintañeros y cuarentones dándole a la catarsis, pero nunca son demasiadas, la vida obliga constantemente a ello, aunque también puedes evadirte y optar por "el problemón" de crear una retocada vida paralela by instagram.
Elijas catarsis, elijas virtualidad, que no se nos olvide que lo que mejor funciona es acabar bailando.

Raquel Bermúdez G.
https://LaRakeLa.com