Almodóvar versiona Sonata de otoño de Bergman: la pianista de Ingrid Bergman se convierte en una Rocio Jurado-Isabel Pantoja interpretada por Marisa Paredes y la fragilidad dolorosa de Liv Ullmann se convierte en una interpretación cómica y llena de sorna de Victoria Abril.

Todo en el ambiente de crímenes vagamente hitchockianos y el humor iconoclasta (Bibi Andersen está graciosisima) se funde en un bolero para conquistar, sin que lo esperemos, el sentimiento. Almodóvar, tan dado a la elocuencia y el diálogo, se demuestra un magnífico escritor de diálogos: desde la confesión hasta los momentos eróticos del juez que encarna un Miguel Bosé destinado a este viaje, todo en esta película demuestra que la inspiración y el estilo son unos en este director genial.

Como todo en Garci, maestro del viejunismo sentimental de clase media liberal-conservadora, el sentimentalismo es que a un profesor le hagan un homenaje, se hablen de los viejos amigos y se rememoren Cole Porter - sin la belleza, sin el vitalismo, sin nada - y suene Pachelbel.

Se habla de los viejos buenos tiempos en el tono clásico de la cultura española subdivisión post-transición: sentimentalismo ominoso. El cine de Garci está embalsamado y no tiene ningún tipo de talento, pero los actores están todos correctos desfilando, especialmenet Bódalo, Ferrandis y González.

John Huston, el director inteligente, el machaca y el feliz artesano lleno de arrebatos, el topo, se toma unas vacaciones por tierras más propias de Hitchock tal y como las pavimenta el guión de Walter Hill. La premisa sugiere John LeCarré pero aquí es menos la sinuosidad de los juegos de la guerra fría en entornos morales cada vez más porosos - así sucede en las novelacas del inglés, heredero de una variante que inventó Graham Greene - y más cercano al director de 39 escalones o Inocencia y juventud.

Paul Newman, que parece salido de 'Cortina Rasgada' desde su primera escena, se enfrenta a James Mason y pierde todos sus aliados porque como buen agente fugado de la cárcel, la cosa pinta, como mínimo fatídica. Hay mucho pathos "americano" en el script de Hill que Huston llena de escenarios europeos y miradas plúmbeas: 'El hombre de Mackintosh' es una película que se ve con gusto y ha quedado algo olvidada.

Mucho se ha escrito sobre Él, otra obra maestra del periodo mexicano de Buñuel, y mucho se seguirá escribiendo: ¿es Arturo de Cordova un homosexual reprimido? ¿Es la película el melodrama más extraño jamás filmado sobre los turbios movimientos del deseo sexual masoquista?

Todo eso y más emerge con una serie de recurrencias que, no por casualidad, fueron apreciadas por Alfred Hitchock. Él, más ligera que Vértigo pero con coincidencias visuales no del todo fuera de tono, es una historia de arrebatos donde merece mucho la pena comprender la modernidad que funda Buñuel, siempre antiburguesa, siempre, en general, antimoderna también: sus hallazgos visuales rompen las unidades, son directos y encarnan, a veces, el mismo deseo que arrebata a sus personajes o que trastoca un tipo de narración que conocía muy bien.

En la secuela de los "Guardianes de la Galaxia" (2014), James Gunn escribe y dirige otra parte más de la larga saga de películas del universo (cinematográfico) de Marvel. Aquí todo está escrito como una versión bufa del Imperio Contraataca donde el padre es, literalmente, un narcisista patológico (encarnado por un maravilloso Kurt Russell) y todos los personajes son, en el fondo, miembros desheredados de una gran familia.

El gusto de Gunn por las viñetas excéntricas, los montajes al ritmo de canciones de los setenta y los chistes de diversa índole alcanza una cima barroca; el trabajo de los artistas de efectos visuales, también. Chris Pratt y Zoe Saldana están muy bien, retomando sus papeles de canallita galáctico y tipa dura resignada, pero las estrellas de la función son Dave Bautista, repitiendo como secundario alienígena aficionado a las frases literales, y el Bebé Groot, trabajo de los artistas digitales al que pone voz Vin Diesel.

Además, la acción se pone en marcha por un error y la moralina (no tiene nada de malo ser como los demás) es muy bonita.