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España España · Madrid
Críticas de Eduargil
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Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de enero de 2018
24 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquiera que conozca la filmografía de Todd Haynes no la describirá precisamente como accesible. Su magistral último trabajo, “Carol” (2015), sobre un romance lésbico en la década de los 50, no fue exactamente una película para todos los públicos. Ello no tiene nada que ver con la calidad de sus películas, todo lo contrario, posiblemente estemos ante uno de los mejores realizadores contemporáneos, sino por la complejidad de sus temáticas y contenidos.

En cambio, con Wonderstruck, posiblemente estemos ante una excepcionalidad en su obra, un cuento de hadas moderno, dirigida tanto a mayores como a jóvenes, ideal para verla en familia. Aunque el libro de Selznick presenta personajes infantiles, y estaba dirigido en un inicio al público más joven, en el fondo conecta con los lectores de todas las edades. Con Wonderstruck sentimos que Haynes apunta en la misma dirección, continua con el mismo enfoque y no se dirige exclusivamente a un público infantil.

Wonderstruck es una película sobre la vida, el cine y los museos. Utiliza la luz, el sonido, el montaje, la puesta en escena y los decorados para retratar las misiones profundamente sentidas de dos niños: Ben y Rose. Ambos poseen la misma edad y dificultades (son sordos) para encontrar a sus respectivos padres. Ben y Rose no se sienten realizados en sus lugares y sueñan con otra vida. Ambos deciden ir a Nueva York y tomar el mismo camino. Las dos lineas narrativas se describen en paralelo a la espera de que ambas confluyan en un mismo punto y nos de respuesta a las intrigas planteadas de inicio.

La aparición de Millient Simmonds en su debut en la gran pantalla, es un maravillosa sorpresa y un gran descubrimiento. Tras una mirada conmovedora y unos gestos equilibrados, sentimos y notamos de manera natural todas sus emociones. El otro protagonista infantil, Oakes Fegley, en cambio, pese a su corta edad, es ya un veterano. Todos le recordaremos por su actuación en “Peter y el Dragón” (2016).

Sobre las películas de Tod Haynes, independientemente de que puedan estar mejor o peor, lo único que puede asegurarse siempre es que el diseño de producción será perfecto y Wonderstruck no es una excepción. El diseñador Mark Friedberg (The Amazing Spider-Man 2) recrea dos épocas totalmente diferentes de Nueva York con un toque magistral. Es una autentico gozo y placer observar la profundidad y minuciosidad con que están filmados todos los detalles de cada periodo.

Como nos tiene siempre acostumbrados, Tod Haynes ha conseguido nuevamente en Wonderstruck mostrarnos su especie de marca registrada: Realizar una película pensando hasta el mínimo detalle. Junto a su Director de Fotografía Ed Lachman, usan una sorprendente combinación de películas Kodak de 35 mm en blanco y negro, con otras en color, para dar a las dos líneas narrativas desarrolladas en la trama una autenticidad y una belleza única.

La ciudad de Nueva York de los años 20 que habita Rose, además de la magnífica fotografía, va acompañado de un impresionante diseño de vestuario, decorados y escenografías que consiguen mágicamente transportar y trasladar a los espectadores a otra era. Desde la ropa de la gente hasta los carruajes de la época mantienen nuestros sentidos absortos ante la magnitud del espectáculo ofrecido por Haynes, donde todo está recreado a la perfección. La fotografía en blanco y negro aumenta la sensación de realismo, del mismo modo que la inexistencia de sonido crea la impresión de estar viendo una película muda.

El mundo de Ben en la década de los 70, psicodélico, funky y saturado contrasta con el de Rose en Blanco y negro, silencioso, entusiasta y envolvente. Ed Lachman recrea estos años con colores naranjas quemados. Al igual que en la época de Rose, las calles llenas de gente por las que deambula Ben están minuciosamente realizadas tanto en decorados como vestuarios. Ademas, Tod Haynes, emplea aquí canciones como “Space Oddity” de David Bowie o “Fox On The Run” de Sweet para conseguir mayor efecto y autenticidad.

Al igual que en las películas mudas, la partitura tiene un peso relevante en el resultado final, y por la magnífica utilización de la música en cada una de las escenas, brilla el excelente trabajo de Carter Burwell con el que ya colaboró Haynes en “Carol“. Su música evoca sentimientos y emociones sin llegar a ser nunca manipulador.

Wonderstruck realiza un bello homenaje al cine mudo, a esa transición hacía el cine sonoro. Una película mágica que consigue trasladar al espectador, como si de una máquina del tiempo se tratara, a otras épocas (los años 20 del cine mudo y la época funky de los 70), gracias a una espectacular ambientación con una minuciosa realización donde se cuida el más mínimo detalle.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Eduargil
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7
7 de febrero de 2017
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran parte de la acción tiene lugar en Turín, en el piso de la familia Gramellini, situado muy cerca del Estadio Olímpico Grand Torino. Inicialmente es un lugar idílico de amor y deleite para Massimo (Valerio Mastandrea), pero, a la edad de 9 años, la muerte de su inestable madre (Barbara Ronchi) de forma misteriosa, truncará su felicidad. Este trágico acontecimiento persigue a Massimo desde su infancia hasta sus años de adulto. Se convierte en un habilidoso periodista, y tras cubrir la guerra en Sarajevo en 1993 empieza a sufrir ataques de pánico. Mientras, se prepara para vender el apartamento familiar, convertido en una ruina polvorienta y medio abandonado, que le forzará a traer recuerdos del pasado y rememorar la pérdida de su madre. Aparecerá la figura de Elisa (Bérénice Bejo), una compasiva doctora, que intentará ayudar al atormentado Massimo a enfrentarse a las heridas de su pasado.

El amor mutuo y la complicidad entre madre e hijo es total, pasan mucho tiempo juntos, juegan, hacen álbumes de recortes, bailan y ven la televisión. Uno de los momentos que marcará la vida de Massimo llega cuando, una noche en el sofá, se agarra fuertemente a los brazos de su madre para protegerse por el miedo causado viendo en la televisión un capítulo de la serie Belfagor. Este espectro fantasmal aparecerá de forma constante en la mente del niño, como un efecto del trastorno por estrés postraumático en forma de amigo imaginario, tras la muerte abrupta de su madre. A pesar de que su padre le explica que la causa de la muerte fue debida a un ataque cardiaco repentino, a Massimo nunca le convenció esa explicación, y eso provocará que su vida se convierta en una larga búsqueda de la verdad y al mismo tiempo, el miedo a descubrirla.

Con saltos temporales ágiles, la historia va y viene entre los años 60 y 90, entre la infancia y la madurez, donde ha convertido su afición y el amor por el fútbol, en una seña de identidad propia para su importante carrera periodística escribiendo crónicas deportivas. Posteriormente, vemos a Massimo, lejos de las páginas deportivas, como reportero de guerra en Sarajevo, plácidamente y desensibilizado, sacando su cámara de fotos de forma natural para plasmar un momento trágico que ha sido manipulado deliberadamente por su fotógrafo para ayudar al artículo. Esta pérdida descuidada de ética profesional es como consecuencia de su dura adaptación a la vida, que le han convertido en alguien sombrío, frío y vacío, con necesidad de estar en constante lucha por sobrevivir.

El vacío existente y las carencias emocionales de Massimo por la falta de su madre intenta cubrirlas a lo largo de su vida con mujeres que pasan de forma fugaz, primero con la niñera que contrata su padre, luego con la madre de un amigo rico, más tarde, de adulto, una relación con una mujer moderna y de espíritu libre también se desvanece. El sufrimiento y dolor por la pérdida de su madre está interfiriendo en su capacidad de amar. Además, las circunstancias complejas que experimenta, unidas a aleatorias relaciones casuales, no consiguen romper la armadura que se ha creado; hasta que, después de Sarajevo, se enfrenta a las raíces de su dolor, a través de una carta abierta escrita en su periódico dirigida a un lector, en donde vemos a Massimo hacer frente a la memoria y los recuerdos con la importancia de amar a su madre. A partir de aquí empieza un principio de cambio que coincide cuando conoce a la doctora Elisa, con la que rápidamente entablará un vínculo romántico.

Felices Sueños está basada en uno de los mayores éxitos de la literatura italiana de los últimos años, la novela autobiográfica Fai bei sognio de Massimo Gramellini, conocido corresponsal de guerra del diario Stampa. Su director, Marco Bellocchio no hizo esta adaptación porque fuera un best-seller, sino porque los temas tratados y las situaciones dramáticas sobre un hombre que lucha con el pasado coinciden con los suyos planteados a lo largo de su dilatada filmografía, que empezó en los años 60, como la figura materna, la ausencia o la carga de la religión en la cultura italiana. Este último tema lo vemos claramente reflejado cuando a Massimo niño le tratan de convencer que su madre se ha convertido en un ángel y se ha ido al cielo. CALIFICACIÓN 60/100

https://www.facebook.com/OcioGavia/posts/139748656538000:0 CINEMAGAVIA
Eduargil
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7
15 de mayo de 2017
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película Guardián y Verdugo es un drama judicial escrito y dirigido por Oliver Schmitz, basada en la novela homónima inspirada en hechos reales de Chris Marnewick, abogado defensor de condenados a muerte en Sudáfrica. La película está protagonizada por Steve Coogan (Viaje a Italia, 2014), Andrea Riseborough y Garion Dowds. Guardián y Verdugo fue presentada en la sección Panorama del Festival de Berlín, donde se hizo con el Premio del Público. Estreno el 12 de Mayo.

El actor Steve Coogan es identificado por la mayoría de los espectadores con papeles cómicos, como los realizados en la saga del director Michael Winterbottom, The Trip (2010), The Trip to Italy (Viaje a Italia, 2014), o la próxima The Trip to Spain (Viaje a España) que se ha estrenado el mes pasado en el Tribeca Film Festival, a la espera de que llegue a nuestras salas. También le recordamos en la maravillosa comedia dramática Philomena (2013), donde además de ser el protagonista colabora en el guion, que obtuvo numerosos premios y nominaciones en ese año ( Nominaciones a los Oscar incluyendo a la Mejor Película, Mejor guion en el Festival de Venecia, finalista al Premio del Público en el Festival de Toronto…..).

Ahora, en Guardián y Verdugo, un drama judicial escrito y dirigido por Oliver Schmitz, cambia totalmente de registro para interpretar a John Weber, un famoso abogado defensor de los derechos humanos y muy reconocido internacionalmente como fiel opositor de la pena de muerte. En esta ocasión, ante la evidencia de los hechos, John Weber tiene la difícil misión de defender a un joven guardia de prisión, León Labuschagne (Garion Dowds), acusado de asesinar siete hombres negros por disparos de bala. Se enfrenta en el juicio a la fiscal Kathleen Murray (Andrea Riseborough) que pide la pena de Muerte para León.

En ese año, 1987, cuando se sitúan los hechos de Guardián y Verdugo, en Pretoria se estableció un récord de ejecuciones, 164 personas fueron ahorcadas. Un castigo cada vez más cuestionado en Sudáfrica en aquella época, por lo que después de la última ejecución en la Prisión Central de Pretoria en noviembre de 1989 se declaró una moratoria a la pena de muerte, siendo abolida 6 años después, en junio de 1995, con Nelson Mandela en la Presidencia.

El brillante abogado John Weber está convencido de que el duro castigo emocional y psicológico, y las situaciones límite de Leon en su trabajo diario ha provocado algún tipo de trastorno de estrés postraumático que ha actuado como resorte para cometer inconscientemente los asesinatos. Utilizará el caso para golpear contra la pena de muerte. Para ello tendrá que conseguir penetrar en el interior de la mente bloqueada de Leon, y de esta forma, lograr que relate toda su experiencia traumática al tribunal. Oliver Schmitz utiliza los flashbacks de forma eficaz y poderosa en el interrogatorio a León para describir su terrible historia de lo ocurrido en el interior de la prisión y de esta manera, dar una respuesta y un razonamiento a los crueles asesinatos llevados a cabo después.

El relato de las escenas de los presos a la espera de ejecución, los instantes del trayecto que los lleva al lugar donde van a ser ahorcados acompañados por sus guardianes, y el momento final, justo antes de abrirse la trampilla son estremecedoras, escalofriantes, de mucha tensión y no dejarán indiferentes a ningún espectador. Toda la secuencia está realizada con una excelente fotografía en tonos oscuros y sombríos que contribuye a crear una atmósfera fúnebre y claustrofóbica.

Aunque la estrella en el reparto por nombre es Steve Coogan y de su excelente actuación, el foco principal de la película es Garion Dowds, en cuyo personaje recae todo el peso de la historia. Una formidable interpretación y una agradable sorpresa de un actor casi desconocido, del que la única referencia que tengo sobre él, es su participación en el film televisivo The Gamechangers (2015). Transmite de manera magistral y convincente el estado de shock en el que se encuentra sumergido un joven después de cometer los asesinatos y roto por sus experiencias vividas en el trabajo.

La película Guardián y Verdugo es una convincente crítica contra la pena de muerte, además de un cautivador e ingenioso drama judicial magníficamente relatado. Consigue mantener el interés del espectador hasta el final a la espera impacientemente de descubrir la causa que desencadenó la reacción del joven guardia en el tiroteo.

Cinemagavia
Eduargil
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8
19 de abril de 2018
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
A los espectadores al igual que al juez se nos plantean multitud de preguntas, ¿Es Antoine realmente un hombre celoso compulsivo y posesivo que ejerce presión sobre su ex pareja y sus hijos? ¿ Por qué el certificado médico que confirmaba la lesión de Josephine, la hija mayor, había sido firmado por la única enfermera de la escuela? ¿Podría ser que Miriam juegue a hacerse demasiado la víctima, hasta el punto de querer evitar que un padre demuestre su amor por sus hijos? ¿ Quien miente? ¿Verdaderamente quien trata de dañar al otro mientras los hijos están en medio de la disputa familiar?

Estamos ante un dilema muy complicado de tratar. La experiencia del juez, que ha visto a multitud de parejas en una situación similar, sabe que las cosas no son tan simples, no son ni blanco ni negro, muchas veces tienen tonos grises, y a menudo los errores se comparten. La imagen que intenta dar el uno sobre el otro muchas veces es parcial, truncada, e inclusive los hijos pueden dejarse influir por el cónyuge que ataca al otro. Por ello el juez necesita su tiempo para tomar una decisión definitiva.

La acusación es muy grave y peligrosa, pero a faltas de pruebas contundentes, el derecho no puede tomar medidas concretas. Y entonces entra en vigor el procedimiento habitual. Ante tal disyuntiva, el juez decide la custodia compartida. Un fin de semana cada dos, Antoine tiene derecho a ver a su hijo, a pesar de que Julien prefiere quedarse con su madre y su hermana.

Después de salir del despacho del juez, a excepción de los que hayan visto el cortometraje en el que se basa la película, el espectador saldrá contrariado, dubitativo y seguramente dividido. Unos creerán en el arrepentimiento del padre e inclusive algunos estarán convencidos de que la madre no está jugando limpio y tiene la complicidad de sus hijos. Y, sin embargo, poco a poco, la trama va evolucionando y sorprendentemente las cosas pueden parecernos muy diferentes a la impresión inicial.

Cada dos fines de semana Julien tiene que estar con su padre, y con cada visita, la relación entre los dos empeora. Antoine controla a su hijo como si estuviera en cautiverio, dejándolo sin privacidad y libertad y exprimiéndolo constantemente con preguntas sobre Miriam. La situación amenaza con escalar a un caso de violencia doméstica.

En Custodia Compartida, Xavier Legrand no toma el punto de vista del padre o de la madre. Vemos todo, o casi todo desde el punto de vista del pequeño Julien que firmemente no quiere estar con su padre, al que llama despectivamente “eso”. Es el centro neurálgico de una crisis familiar que, quizás, un día también fue feliz. También es el eslabón más débil y el único lazo que ahora vincula al padre Antoine con su esposa Miriam y con toda la familia.

El debutante en la dirección de un largometraje, Xavier Legrand (nominación al Oscar para el cortometraje “Antes que perderlo todo“), tiene un activo indispensable en Custodia Compartida: Denis Ménochet. El personaje de un padre desequilibrado y amenazante con un profundo trastorno existencial está magníficamente interpretado por el actor a través de su inquietante lenguaje corporal.

Desde la escena inicial en el juzgado, la sola presencia de Antoine en cada plano proporciona una tensión constante durante toda la narración. El físico imponente de Denis Ménochet, la fría mirada de un tipo brusco y violento da una dimensión extra a su personaje. Lea Drucker, en cambio, realiza una interpretación más contenida, hacía dentro, más discreta, incluso confinada al silencio. La actriz francesa actúa con moderación y aporta un sutil equilibrio a la historia

Xavier Legrand mantiene durante toda la película una actitud contemplativa y a la expectativa de los miembros de la familia ante la posibilidad más que razonable de que en cualquier momento pueda suceder algo. El temor de Miriam y Julien se proyecta permanentemente sobre la conflictiva figura paterna a lo largo del metraje.

Antoine se presenta inevitablemente de una manera nítida como si fuera una bomba humana de relojería a punto de estallar, una fuente inestable y amenazante que debe protegerse urgentemente contra si misma. La sensación de indefensión y peligro cada vez más cercano, obliga a Miriam a esconderse para proteger a sus hijos y evitar una tragedia.

Legrand demuestra ser un director extremadamente competente para crear y mantener el suspense. Por ejemplo, los ruidos ambientales perturbadores (tropiezos en las escaleras, el cierre de puertas) refuerzan el nerviosismo constante de los personajes amenazados.

La música se usa con moderación pero de manera ingeniosa: en el cumpleaños de la hermana Joséphine (Mathilde Auneveux), una pista de baile llena de gente combinada de continuas maniobras nerviosas de Miriam, crea una experiencia de visualización inquietante. Su comportamiento respira miedo y amenaza, incluso sin haber una razón directa para ello. De esta forma, el director francés trata con elementos propios de la novela negra de una manera prometedora y eficaz, aunque, en última instancia, Custodia Compartida debe de tratarse como un drama social que incite a la reflexión.

Custodia Compartida empieza como un drama social sobre divorcios, al estilo “Kramer vs. Cramer” de Robert Benton, para posteriormente a medida que su forma narrativa va in crecendo pasar a ser un verdadero thriller psicológico al estilo de “La Noche del Cazador” de Charles Laughton.

Al principio la narración es algo lenta, a pesar de las buenas interpretaciones se puede hacer algo pesada de inicio. Sin embargo, debes tener paciencia porque Custodia Compartida poco a poco va avanzando a mayor velocidad, hasta coger un ritmo tan frenético que resulta imparable. Adquiere una velocidad de vértigo en la última media hora, tan impresionante, tan absorbente, que te olvidas incluso de respirar.

https://cinemagavia.es/custodia-compartida-pelicula-critica/
Eduargil
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7
17 de marzo de 2018
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres hermanos de mediana edad regresan a la casa de su padre, en una pintoresca villa cerca de Marsella, después de que éste sufriera un derrame cerebral. Angèle (Ariane Ascaride), Joseph (Jean-Pierre Darroussin) y Armand (Gérard Meylan) no se han visto durante años, ahora se han unido para resolver la herencia y cuidar al padre. Desde un principio queda claro, que si bien cada uno de ellos ha tenido una vida diferente, los fantasmas del recuerdo todavía persisten y no han podido ser enterrados.

En un pequeño pueblo costero del Mediterráneo que da la sensación de haber sido abandonado, ambos hermanos se enfrentarán tanto a su pasado, como también a su futuro, no solo el suyo, sino también a un estilo de vida que parece haber desaparecido. Reflexionan sobre el legado de su padre y su pasado en este otrora lugar idílico, sacudido por la crisis económica y el colapso de la clase media. Todo esto mientras los soldados franceses patrullan, buscando refugiados …

La diferencia entre lo que fuimos y lo que nos hemos convertido es el tema central de La Casa junto al Mar. Especialmente, en la brecha existente con sus ideales de juventud. Armand (Gérard Meylan) se hizo cargo del restaurante de su padre y siempre se mantuvo fiel al legado familiar, basada en la filosofía de precios bajos para ser asequible a un público mayoritario. Sin embargo, se cuestiona y se pregunta, como continuar, ya que de los tiempos pasados ya no queda nadie.

Joseph (Jean-Pierre Darroussin) ha perdido gradualmente su conexión con el mundo laboral y se ha aburguesado, algo que su pareja sentimental (Anaïs Demoustier) mucho más joven que él no deja de recordarle. Angèle (Ariane Ascaride), por su parte, rompió con su familia hace tiempo para forjarse una exitosa trayectoria como actriz de teatro y televisión.

Permaneciendo fiel a los temas que ocuparon la trama de “La Nieve del Kilimanjaro“, Robert Guédiguian quiere hablar de una sociedad que está cambiando rápidamente. El director se apresura a contrastar el pasado glorioso de la región con un presente y futuro sombrío, donde cada vez hay menos residentes, los intereses especulativos chocan y son un obstáculo para la adquisición de viviendas en la zona, vigilancia excesiva en busca de refugiados…. En este contexto de aldea casi abandonada, Guédiguian ha creado un telón de fondo melancólico y hermoso, en el que los tres hermanos están en ese momento de sus vidas que perciben el paso del tiempo y, como el mundo cambia inexorablemente.

Poco a poco, esa cuestión de la lealtad al legado comunista, transmitida por su padre, se hace patente, y la película se convierte en cierta reflexión política. Una fuerza amarga subyace en el interior de los hermanos. El mundo está cambiando, pero no necesariamente en el sentido que ellos pretendían. Ellos mismos no se han podido mantener fieles a ese ideal compartido de solidaridad y fraternidad. Y la juventud de hoy en día, aspira a otros valores, más individualistas.

En el último tercio de la película, el director Robert Guèdiguian sorprende con una historia completamente nueva: Joseph y Armand descubren a tres niños refugiados (como los tres personajes principales de la película, dos hermanos y una hermana) ocultos en el bosque entre la maleza. Los tres hermanos en plena crisis existencial tendrán que tomar una decisión que puede cambiar el resto de sus vidas para siempre.

La Casa junto al Mar, primero es una historia intimista y un drama familiar, para convertirse de repente en una película sobre un problema fruto de la globalización. Un tema interesante para reflexionar, la crisis de los refugiados, pero al que no le concede demasiado espacio para su desarrollo. Seguramente que si Robert Guèdiguian se hubiera centrado en una de las dos propuestas, drama familiar o crisis de refugiados, probablemente la experiencia cinematográfica final hubiera sido más interesante.

Hay muchos temas que preocupan al director y eso supone un gran problema para el resultado final de la película, porque ninguno de ellos termina de desarrollarse por completo, en parte porque le dedica demasiado tiempo en resolver enredos emocionales y complicaciones que no son esenciales para la trama, de esta manera, al final nos queda la sensación de haber visto un refrito de propuestas interesantes a medio cocinar. La historia sobre los tres niños refugiados se introduce demasiado tarde en la película y desequilibra el argumento justo antes del tramo final.

El tiempo pasa siempre irreparablemente con Robert Guédiguian, y La Casa junto al Mar está impregnada de nostalgia. El capitalismo y el individualismo, valores predominantes en la sociedad actual, ganan la batalla al ideal de fraternidad y solidaridad del pasado. Los personajes lo recuerdan con añoranza e intentan al menos salvar los muebles y cuidar las apariencias. Existe una cierta sensación de impotencia y resignación.

Un breve flashback para reflejar los ideales perdidos de la juventud de Angèle, Armand y Joseph, es una de las escenas más bellas de la película. El montaje muestra a los tres hermanos primeramente juntos en el interior de un automóvil, luego en el paseo costero, y finalmente todos en el agua. Todo ello acompañado musicalmente de una enternecedora “I Want You” de Bob Dylan. El flashback en realidad proviene de un extracto de otra película de Guédiguian, “Ki lo sa?” (1985), y encaja perfectamente en la trama debido a que son los mismos actores 32 años antes. Una pequeña audacia narrativa que refleja perfectamente dos épocas diferentes.

La Casa junto al Mar entre la utopía y la esperanza, es profunda, conmovedora y divertida en algunos momentos.

https://cinemagavia.es/la-casa-junto-al-mar-pelicula-critica/
Eduargil
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