El cine de Carlos Vermut es incómodo, pero quizás este film es el más incómodo de todos (aunque esto no tiene por qué significar que sea el mejor). Impecable en la dirección de actores, en el guión, en el montaje... "Mantícora" es un latigazo contra el cine fácil, contra lo "mainstream", contra los "taquillazos" de Netflix... Está destinada al espectador que entiende el cine no solo como ocio sino como ocio + pensamiento. Quizás, en cómo se van sucediendo los hechos finales haya un cierto ensimismamiento y una tendencia a cerrar el círculo demasiado artificial, alejándose así del misterio del que hace gala la mayor parte del tiempo. Aún así, "Mantícora" es puro cine de autor. Nacho Sánchez tiene algo de aquel "Plenilunio" que encarnó Juan Diego Botto y Zoe Stein tiene la energía de las musas de la Nouvelle Vague. Con todo y con ello, Vermut exprime lo mejor de cada uno y el resultado es la oscura e incómoda "Mantícora".

Bruce Lee es uno de los mayores iconos pop del siglo XX porque de él emanan dos caminos que, aparentemente, no tienen mucho vínculo: la filosofía y la fama. Esto es, quizás, demasiado simplista, pero bien puede explicar la estructura de este documental imprescindible para acercarse a su figura. Lee fue algo más que un actor, algo más que un maestro de la contracultura e incluso algo más que un filósofo. Quiso entrar en el Star System sin renunciar a su esencia y, por eso mismo (y tal como se muestra en este documental) es la persona puente entre Oriente y Occidente. En él están presente canales de la modernidad, como el cine, y pensamientos profundos de su lugar de origen. Aunó todo con un carisma arrebatador y la muerte hizo el resto para convertirlo en mito. No, no estamos ante una obra de cine y ensayo, pero sin embargo, puede inspirar a los espectadores para crear una obra de cine y ensayo. Sea este el mayor piropo hacia esta obra y, cómo no, hacia el gran Bruce Lee, quien culminó el American Dream de la manera más cinematográfica y literaria posible: estrenando "Operación Dragón" a los diez días de su prematura muerte.

Pocas películas que definan mejor la melancolía como "Cría cuervos...". Ya desde el inicio se entremezcla un cóctel que da lugar a ello: la muerte y la memoria, una memoria persistente y latente en todo el film. El recuerdo de la madre muerta, casi como voz de la conciencia o incluso como amuleto de la suerte. Si algo es "Cría cuervos..." es lo que nos ofrecen los ojos de Ana Torrent, solo con sus miradas se puede entender la película. Pertenece a la época Geraldine, es decir, a la más creativa de la carrera de Saura, quizás inspirado y motivado por el arte de la saga Chaplin. El caso es que aquí presente y pasado son un único espacio en el que sucede todo, el futuro solo es algo remoto, inexistente y con poco que ofrecer. Quizás Saura quería reflejar sentimientos y recuerdos, tal como sucede cuando vemos un álbum de fotos familiar. Y es que "Cría cuervos..." se asemeja mucho a eso. Además, pocas películas han hablado y mostrado tan directamente la muerte como esta, la muerte aquí es compañía, mano tendida, lo cotidiano. La película retrata el tortuoso camino que debe atravesar la sensibilidad de la niña interpretada por Torrent, que encuentra algún oasis en la, todavía más melancólica si cabe, voz de Jeanette, ¿quién si no? Pero aún cuando escucha los primeros compases de la canción "¿Por qué te vas?" parece tener presente a su madre muerta. Lo mejor es que Saura no pretende dulcificar ni anestesiar al espectador, prefiere mostrar el cadáver que es la propia película. Saura nos muestra el féretro destapado, con el cadáver preparado (ahí intervienen sus dotes como artista), para crear un producto artístico incomparable e irrepetible.

Lo más interesante del videoclip de esta canción atemporal de Noir Désir es comprobar cómo una historia se va transformando de manera visceral en su opuesto sin variar su melodía. De esta manera podemos interpretar, por ejemplo, uno de los grandes pilares de la música: cómo en dependencia de nuestro momento vital una misma canción nos puede sugerir un mundo u otro. En el vídeo, además, se entremezclan los elementos atmosféricos con el ser humano, acariciándolo y envolviéndolo, manipulándolo y dejándolo a la deriva mientras sigue sonando esa inolvidable melodía que parece inspirada en algún road trip de la Nouvelle vague.

Desconozco si la gente que opina cosas negativas de la película la vio entera, pero quizás ese es el problema. La película de Galardi es eminentemente psicológica y no es otra película sobre amoríos y divorcios, no. Lo que hace la directora es ahondar en la psicología, sobre todo de los dos personajes femeninos, la frágil actriz interpretada por Elena Anaya y la amiga más orgullosa y con férreo carácter, interpretada por Valeria Bertuccelli. El film necesita su tiempo para que la manera de ser de los personajes cale en el espectador, pero el largometraje va de menos a más claramente, como no podía ser de otra forma. El tema que trata lo han contando antes un millón de películas, pero no con esta forma ni con interpretaciones así. Verdaderamente se cuenta la historia de una amistad y se habla de valores que hoy día están en desuso, como la honestidad. Erróneamente comparada con el cine de Rohmer, la película tiene un gen nervioso, una inquietud latente, la belleza de unos cuerpos deslucida por las sombras y, sobre todo, la verdad de dos actrices y una directora.