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España España · MADRID
Críticas de VALDEMAR
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Críticas 867
Críticas ordenadas por utilidad
9
15 de octubre de 2014
42 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Michael Douglas de Un Día de Furia era una nenaza comparado con el Ricardo Darín de Relatos Salvajes.

Excelente tesis sobre el estrés, el brote transitorio, la locura perenne, la corrupción, la mala hostia, el odio, la venganza y otras virtudes humanas, todo envuelto en un halo de naturalidad de lo más cotidiana y creíble (bueno, menos lo del avión), rodado con destreza, interpretado con maestría y relatado con el más exquisito y brutal humor negro.

Un magnífico compendio de relatos, en realidad, aterradores. Un revulsivo delicioso.
VALDEMAR
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7
1 de septiembre de 2009
41 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
PERSONAJES: Dos hombres (llamémosles H1 y H2) y dos mujeres (llamémoslas M1 y M2)

ESCENA 1:
M1 se pasea por la calle, grácil cual gacela, ensimismada en si misma y sin importarle un pijo que la acera esté atestada, cual via crucis en Sevilla, y que la calzada esté al límite de su capacidad de vehículos sedientos de avanzar unos metrillos. Ella se gusta tanto y está tan empanada que, aunque dedica un segundín a preguntarse “coño, ¿de dónde saldrá tanta gente?”, cruza sin mirar, y ¡ZASCAS!, la atropella un taxi… Pero no pasa nada… porque despavorido al lugar del accidente llega corriendo H1, un ejemplar de perfil de dios griego que ya le había echado el ojo a la moza según bajaba por la acera y que se arrodilla ante ella, cual tenorio ante una monja. Ante tal acontecimiento, M1 abre sus ojazos, sin más (sin contusión, sin un mal ¡ay¡), los clava en los del bello H1 y le suelta “Hola, desconocido”, comentario éste de lo más común es los recién atropellados.
Después de esto, claro está, se hacen novios.

UNAS POCAS ESCENAS MÁS TARDE:
H2 es víctima de una bromilla que le lleva a presentarse en un acuario, ataviado con su bata de doctor y cachondo perdido. Entonces encuentra a M2, una mujer desocupada que pasa las horas muertas mirando los peces con cara de tener un arrebato místico. El caso es que H2 se le acerca babeante para comentarle unas cosillas…nada del otro mundo… que si te voy a poner mirando pa´ Triana, que si eres una guarra sedienta de leche… no sé, lo normal, lo que cualquier muchacha que está tranquilamente pasando la tarde en el acuario espera oír. Y, lógicamente, M2 lejos de sentirse acosada u ofendida por lo grosero del caballero, le mira con una sonrisilla de esas de mera urbanidad, como la que le dedicas a alguien que se te acerca a preguntar la hora. Aunque tanta pachorra por parte de M2 es comprensible… porque lo que tiene ante sus ojos es un pedazo de hombretón hombretoneando, con un stock de testosterona que se le sale por la orejas. Si estas dulzuras te las suelta otro cualquiera llamas a la poli, o le arrojas un ladrillo, pero si te las suelta H2, claro está, te haces su novia.

Pero pese a tanta soplapollez, la verdad es que la película está muy bien. Mola mogollón. Es muy disfrutable, pero en absoluto creíble. Porque en la vida real estas cosas no suceden así. Cuando te atropella un coche el que te socorre es un señor regordete del Samur, y el que se te aproxima a decirte obscenidades suele ser un adefesio de ésos con vestigios de no haber mojado el churro en lustros.

Es una de esas películas en las que pretenden hacer una adaptación de un libreto de teatro, y lo que les sale es el libreto tal cual rodado en escenarios ajenos al de un teatro. Lo que tiene de especial es ese soberbio catálogo de bajezas humanas muy bien interpretado por todos, destacando con soltura H2 y toda su testosterona testosteroneando.

Lo mejor: la secuencia en que H1 embauca a H2 para que se presente en el acuario.
VALDEMAR
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10
21 de abril de 2009
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si yo fuese programador de televisión, cada Nochebuena mi cadena emitiría PLÁCIDO.
Ninguna otra película refleja tan bien lo que es el espíritu navideño, y que no se me mosqueé nadie. Porque el que es bueno, generoso y caritativo, ha de serlo todo el año… el que sólo lo es a toque de corneta y para que le vean sus vecinos, supongo que poseerá un gran espíritu de éstos.
No sé en qué momento la Navidad pasó de ser una celebración religiosa a un carnaval depravado. Depravado, sí. Un despropósito consumista cargado de buenas intenciones de palo y absolutamente insufrible y fagocitante para el que pretenda prescindir de él. La Navidad apesta. PLÁCIDO lo refleja tan honestamente, con toda su mala baba, su humor negro y su feroz crítica a la hipocresía humana, que para mí se convierte en la mejor película navideña de todos los tiempos.
Mi tolerancia a ver a anormales regordetes de barba blanca postiza que dicen jo, jo, jo, cada vez es menor, hasta el punto de que la próxima navidad me veo comprando un revólver para dispararle a la tele, o al balcón de los vecinos, que ahora la gente gusta de colgar al anormal de sus terrazas… qué asco. La Navidad no es entrañable. Entrañable era ver a los Reyes Magos siguiendo a la estrella de oriente hasta encontrar al niño Jesús y entregarle sus regalos. Pero esto pasó de moda. Me estoy yendo por las ramas.

Volviendo a PLÁCIDO, no sólo poseé un guión maestro, si no que también es el cúlmen de los planos secuencia Berlanganianos… magníficos en su ejecución, en los que el realizador hace una pirueta, el más difícil todavía, y decide incorporar en uno de ellos un tren. UN TREN, de los de la época, claro. Esto es, si un actor se equivoca o algo falla, pues todo el mundo vuelve a su marca inicial y se empieza a rodar de nuevo…pero ¿cómo se hace eso con un tren? ¿Que eche pa' tras y vuelva a entrar cuando le toque hablar al actor que va subido en él?.. Sencillo no parece.
Tanta perfección se subraya con el gran reparto, del que destaco a un joven Luis Ciges, haciendo de pobre que se pone morao, y a un entrañable Manuel Alexandre. Este hombre sí que debería de ser un icono navideño. Sin intención de desmerecer a James Stewart, yo pondría a Alexandre de protagonista de Qué bello es vivir… sería una delicia, pero como esto no es posible, elijo la peli de Berlanga por encima de la Capra como la mejor película navideña de la historia, entre otras cosas, porque resulta mucho más actual e irremediablemente menos ñoña.

Y para concluir, Berlanga cierra con un villancico, el único con una letra coherente de toda la historia de los villancicos: “En este mundo no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”
VALDEMAR
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5
9 de noviembre de 2015
36 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de esas pelis tan simpaticona y alegre, que se puede recomendar absolutamente a todo el mundo, aún a sabiendas de que, en su totalidad, no le va a gustar absolutamente a nadie.

La explicación a esto que digo está en el reclamo. Si yo he visto esta peli es por ir firmada por los Monty Python, pero lo que me he encontrado ha sido tan sólo, digamos, un 30% Monty Python, y un, pongamos, 70% comedieta romántica de sobremesa. Y como soy consciente de que ese es un género muy apreciado por personas diferentes a mí, de esas que se hicieron cruces con La vida de Brian, pues les recomendaría la peli sin problemas, a sabiendas de que no les iba a gustar su pizquita de humor canalla, o lo mismo sí, qué sé yo, si a esta gente no la entiendo.

La peli resulta mucho menos marciana de lo que debería, salvo por los primeros planos de Kate Beckinsale, que gasta uno de esos caretos como de otro planeta y no pega nada con el buen Simon Pegg, que es un chico muy normal.

La mayor virtud de esta comedia pequeña y sin pretensiones es que tiene gracia, bastante más de la que suele ofrecer una romanticona al uso, aunque no es más que una cosita tonta y divertida, algo decepcionante para los fans de los míticos humoristas británicos.
VALDEMAR
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6
10 de noviembre de 2009
58 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por partes:

- El inicio es magistral. Interesante, inquietante. Las escenas se desarrollan con un ritmo ágil y atractivo. Buen arranque.

- El desarrollo es pesadito. Las secuencias se convierten en largísimas parrafadas, escenas de despacho, en ocasiones Lang compone planos horrorosos (ese plano picado de la entrepierna del comisario que está despatarrado en una silla, es la cosa más fea que recuerdo en el cine clásico), una constante y pueril burla a la policía ("arriba las manos", "pero no ve que estoy trepando por una cuerda, si alzo las manos me caigo"). No sé, me resulta más aburrida que otra cosa.

- El final vuelve al nivel del principio. Pero más que nada por lo interesante del debate. Da lástima, indignación... no sé que da, mal rollo, descubrir que hoy en día estamos exactamente igual que hace casi un siglo. La justicia sigue ciega, e injusta.

Mención especial a las espasmódicas interpretaciones, más cercanas a la patochada que a la interpretación. Lorre tiene la suerte (más bien la desgracia) de contar con esa jeta natural, lo que le sienta bien a su personaje, pero nada más. Su interpretación es igual de pantomimesca que las de los demás.

Hay gente para la cual comentar que ha visto una peli alemana del año 31 le hace el culo más pequeño y los ojos más grandes. Si pasas por el trámite de verla, te suben los megachulis a un nivel inusitado, y tienes que decir que es lo más obra maéstrico que has visto en tu vida. M de mentira. La narración es, por momentos, torpe y la película queda, en conjunto, aburrida (en mi sincera opinión... claro está)
VALDEMAR
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