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España España · Oviedo
Críticas de babayu
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Críticas 457
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
9 de abril de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante peli de Laurent Cantet (como el resto de su obra, entre la que destacaría Recursos Humanos) que narra, en un formato de falso docudrama, la experiencia como docente del guionista y protagonista François Bégaudeau. El género está tan trilladísimo que es difícil introducir algo de originalidad, pero creo que aquí sí están muy sutilmente presentes cargas de profundidad intercaladas en la más o menos plácida narración lineal que abarca un curso escolar en un instituto público de la periferia parisina; por ejemplo, es sospechoso que una alumna un tanto díscola afirme haberse ventilado, motu proprio, la República de Platón como si tal cosa, cuando poco antes apenas sabía leer sin trabarse, y, sobre todo, la escena final en la que simbólicamente se apunta a esa batalla sin solución, a ese continuo lidiar dentro de un sistema educativo erróneo, en el que la frustración se apodera de profesores y alumnos, antagonistas dentro de cuatro paredes que son el reflejo de un mundo exterior demasiado complejo (y que Cantet nos esconde intencionadamente).
Cinematográficamente es valiente la apuesta de los responsables, al crear esa dicotomía entre espacios, y al arriesgarse por proponer una trama en la que no pasa nada, o tal vez pase demasiado, pero no nos importa: estos chicos suceden a otros, y a su vez serán reemplazados por otros, los profes van y vienen, unos se quedan más tiempo que alguno de sus compañeros, tal vez más inquieto o más irredento en sus pretensiones de cambiar una situación que no deja de ser dolorosa para alguien con iniciativa, con compromiso social, y el álter ego de Bégaudeau, Marin, parece ser uno de ellos, tiene la intención pero aún no ha logrado pulsar las teclas adecuadas para que haya un verdadero cambio de rumbo en esa sucesión idéntica de años escolares: las caras pueden ser diferentes, pero todo sigue igual.
El empeño, generalmente propiciado por el todopoderoso norteamericano, en este subgénero suele ir encaminado a buscar héroes o víctimas, gente a la que de repente le suceden catarsis trascendentales que suelen ir emparejadas a una dinámica educativa mucho más positiva. Pero la vida no es cine, por desgracia o por suerte, y dentro de la clase, sean inmigrantes, hijos de humildes trabajadores, o sean cómo y de donde sean, lo que hay son personas, tanto "gobernando" la clase como sentados en los pupitres, y, entre los muros, la cosa no es diferente a lo que pasa "extramuros".
babayu
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6
8 de abril de 2009
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay pelis tremendamente coyunturales, que merecerían ser valoradas, más que por su objetivo "fondo" cinematográfico, por algo más complejo y subjetivo, que es su adscripción a esa arqueología del séptimo arte, su significado como algo más de lo que estamos viendo.
A esta categoría pertenece Animal House (odio ese espantoso título en español), alma máter de todas esas pelis de fraternidades y demás tonterías mononeuronales de universitarios norteamericanos; la diferencia, que ésta hace gracia, tiene chispa y un auténtico genio pulula por la pantalla, atendiendo al nombre de Bluto, álter ego de John Belushi, heredero de otros como Chaplin o Keaton, y que completaría su ciclo de genialidad junto a John Landis con The Blues Brothers (luego fallecería demasiado pronto y al director se le acabó el "punch").
La trama es un batiburrillo de anécdotas y recuerdos de las correrías estudiantiles de Chris Miller y Harold Ramis, co-guionistas, mezclándose con las improvisaciones de Belushi y poco más, ambientada en 1962, y extremadamente superior a los clones surgidos a raíz de ella, que no hacen más que repetir esquemas de hace tres décadas.
Por destacar algo más, curiosa la banda sonora de Elmer Bernstein, y es de reseñar el debut de Kevin Bacon (uf, ya tiene cincuenta tacos, quién lo diría) y alguna presencia que se ve por ahí, como Donald Sutherland y Tom Hulce (que poquito tiempo después haría el papel de su vida en Amadeus).
babayu
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El abogado del terror
Documental
Francia2007
6.7
985
Documental, Intervenciones de: Jacques Vergès
8
7 de abril de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Barbet Schroeder, tras haber iniciado su carrera fundando Les Films du Lonsange, productora responsable de varios de los mejores títulos de la Nouvelle Vague, es un cinesta que se interesa particularmente por personajes extremos, ya sea en su faceta de ficción (como los escritores Buckowski y Fernando Vallejo, en El borracho y La Virgen de los sicarios, ), o en la de documentalista (Idi Amin Dada, por ejemplo). En esta ocasión centra su mirada sobre la figura del controvertido letrado francés Jacques Vergès, de padre reunionés y madre norvietnamita, cuya infancia bajo la dominación francesa fue clave para entender el desarrollo que tuvo como persona y como profesional del Derecho.
En algún momento se afirma que tuvo que elegir entre ser un revolucionario o dedicarse a defender a personas oprimidas de una u otra forma, pero en el fondo la idea que subyace es que el hombre nunca abandonó su visión diferente del mundo, su mira revolucionaria desde una particular óptica, no siempre bien entendida (o tal vez no bien encaminada). Así, se esforzó en librar de la pena de muerte a terroristas argelinas, como Zhora Briff o Djamila Bouhared (con quien se casaría posteriormente), lo mismo que a Magdalena Kopp, a Carlos, a diversos miembros de corpúsculos terroristas propalestinos, de la Baader-Meinhof, o el ejemplo más extremo, la defensa de Klaus Barbie, el Carnicero de Lyon.
La biografía del tipo es tremendamente interesante, sobre todo cuando se alude a su desaparición desde 1970 a 1978, periodo en el que se especuló podría estar unido a Pol Pot y al Khmer Rojo camboyano.
El documental, más que una sucesión de datos y situaciones, incide en un acercamiento a la persona, apostando por ofrecer testimonios de gente cercana a él (no todos complacientes, aunque sí deslumbrados por la particular aura místico-revolucionaria del personaje). Al mismo tiempo, Vergès aparece en persona para mostrarnos que es un tipo pagado de sí mismo, con una tremenda fuerza vital y una arrogancia casi infinita, pero firme en sus creencias y en lo que él cree defendible; Schroeder, a pesar de que tal vez refleje cierta empatía por el francés, no deja de inducir a la reflexión, a que el espectador sea dueño de sus propias opiniones sobre el personaje del que él nos habla, y eso está realmente bien.
babayu
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My Enemy’s Enemy
Documental
Estados Unidos2007
7.1
215
Documental
8
7 de abril de 2009
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Accedí a este documental gracias a haber degustado otro, El Abogado del terror, en el que Barbet Schroeder se interesó por la figura del controvertido letrado Jacques Vergès, famoso por haber defendido, entre otros, a Klaus Barbie, más conocido como el Carnicero de Lyon.
En el que nos ocupa, Kevin Macdonald, volviendo a su faceta de documentalista, que le reportara éxitos como el oscarizado Un día de septiembre (sobre el atentado de Munich en 1972), o Touching the void, que simultanea con la ficción cinematográfica (El último rey de Escocia), realiza un retrato notable de uno del ex capitán de la Gestapo que durante muchos años salió impune de los crímenes que cometió contra la humanidad durante la Segunda Guerra Mundial (especialmente la atroz matanza de 44 niños judíos en la localidad francesa de Izieu), escapando en principio de las fuerzas aliadas y luego llevando una vida de lo más cómoda en Sudamérica (en Perú y Bolivia), donde en un primer momento se ocultó bajo el alias de Klaus Altmann, pero que una vez descubierto fue protegido por el tirano de turno, sin dejar nunca de conspirar ni de renegar de su ideología extremista.
El documental, producido por Rita Daguel (como hiciera con Fahrenheit 9/11), puede ser maliciosamente acusado de izquierdista, si no fuera por las flagrantes pruebas que avalan cada palabra que se pronuncia, poniendo el dedo en la llaga al denunciar a varios países de Europa Occidental y a los EEUU, que "acogieron" en su seno a criminales nazis, sin pararse un segundo a pensar en las atrocidades cometidas en el pasado, para utilizarlos como instrumento de "guerra sucia" contra la presunta amenaza soviética. Me gusta ese aspecto de mostrar la política de "patio trasero" que impuso el gobierno norteamericano en sus intervenciones en América del Sur y cómo se permitió a elementos como Barbie campar a sus anchas, llegando a solicitar su apoyo en acciones como la caza del Che Guevara y en diversas intentonas golpistas con mayor o menor éxito.
Me ha parecido una visión seria, rigurosa y francamente interesante, aparte de estar muy bien construida y documentada.
babayu
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7
6 de abril de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ganadora del último Goya a la mejor peli hispanoamericana, esta obra de Andrés Wood (Historias del fútbol, La fiebre del loco o Machuca), uno de los tres cineastas chilenos más conocidos, junto a Miguel Littin (cuyo hijo firma la fotografía en ésta) y Silvio Caiozzi, es interesante desde el momento en que apuesta por mostrarnos cuatro historias reales (y varias subtramas paralelas) de personas que viven en Santiago como lo podrían hacer en cualquier otra ciudad del mundo. Profundamente urbana, lo que se siente en los bocinazos, el tráfico humano y de máquinas, las prisas, etc, la ciudad es ese ente inanimado que estimula a la par que ahoga los sueños y esperanzas de sus habitantes; los cuatro personajes principales están involuntariamente sometidos a esa vorágine de la gran capital, sus respectivas infelicidades y frustraciones no parecen tan graves cuando se las compara a la global desdicha de cada particular elemento de ese hormiguero. Pero aquí acierta Wood al devolver la individualidad perdida a esas cuatro almas solitarias, a esas pequeñas hormigas que pujan, ceden, renuncian y evolucionan en sus sentimientos, porque la buena vida es algo que muta, que cambia, los sueños trocan en realidades diferentes, que son a su vez nuevos sueños, nuevas luchas, es una mera cuestión de supervivencia. Ojo, hay un personaje al que se le niega esa meta, su ruta está ya decidida por los imponderables, y no queda ninguna esperanza salvo aquella que signifique el fin de su tiempo, el descanso para ella llegará cuando ya no quede nada, cuando se acabe todo...
Me gusta la peli porque induce a la reflexión, aunque carezca de cierta cohesión en sus diferentes tramos narrativos, la cosa fluye sin que se vea más que una rebuscada intersección entre sus elementos, tal vez un recurso buscado por su director (que la escribió junto con Mamoun Hassan adaptando una idea original de Rodrigo Bazaes) para acentuar esa soledad insólita y contradictoria al estar rodeado de millones de personas.
La labor de los actores es más que correcta,especialmente Roberto Farías como Edmundo y Aline Küppenheim como Teresa.
babayu
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