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Críticas de Juan Marey
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Críticas 622
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de enero de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico melodrama que nos cuenta un episodio de la vida de Elmer Gantry (Burt Lancaster, ganador del Oscar por este papel), un carismático, atractivo, bebedor, picarón y oportunista vendedor del Medio Oeste norteamericano que, durante los años 20 (los de la Ley Seca), ve la oportunidad de su vida cuando asiste a un espectáculo rural de evangelización de la autoproclamada "hermana" Sharon Falconer (Jean Simmons), una honesta cristiana de fe sincera que considera que su misión vital es convertir a paletos al cristianismo. Elmer Gantry se da cuenta de que las técnicas de marketing que él conoce bien son las que necesitan estos predicadores para amplificar su mensaje. Y quién mejor que él para personificar esa nueva orientación evangélica que parece ir más acorde con los nuevos tiempos...

El guión está basado en la novela Elmer Gantry (1927) del premio Nobel norteamericano Sinclair Lewis (1885-1951), y fue llevada al cine por obra y gracia del director y también aquí guionista Richard Brooks, un camaleónico personaje nacido en Philadelphia que no solamente se dedicaba a ponerse detrás de las cámaras, sino también a producir y a escribir sus películas, con un Oscar en su haber y ocho nominaciones a lo largo de su exitosa carrera cinematográfica. Richard Brooks dirige una orquesta sin fisuras al servicio del personaje, y el efecto es brillante, la película no tiene un momento de pausa, y las emociones de los personajes están permanentemente a flor de piel, y con ellos, las de los espectadores, Gantry vive cada instante como si le fuera la vida en ello, ama de verdad, compadece, peca, engaña, predica poniendo en ello cada centímetro de su cuerpo.

Genial la fotografía en color de John Alton, con unos colores en tonos oscuros sensacionales y en donde la ambientación que nos muestra nos hace que nos traslademos a esa América sumida en la Gran Depresión, y haciéndonos protagonistas también de esta apasionante historia. Excelente la banda sonora creada por André Previn, como grandiosos también están todos sus actores, encabezados por un gigantesco Burt Lancaster, metido en el cuerpo y en el alma de Elmer Gantry, un tipo atractivo, inmoral, cínico, canalla y con un pico de oro que encandila al más pintado. Con él la bella Jean Simmons, bordando su papel, el de la hermana Sharon Falconer una predicadora que pronto caerá bajo el encanto de Elmer. Y muy cerca de ellos, unos inmensos secundarios, entre los que sobresale un fantástico Arthur Kennedy haciendo de un escéptico periodista muy observador que sigue las campañas de la hermana Sharon, escribiendo unos artículos devastadores para los evangelistas, o la sensual Shirley Jones como Lulu Bains, una joven prostituta antigua amiga de Gantry y que hará que éste tenga que enfrentarse a demonios de su pasado.
Juan Marey
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10
3 de febrero de 2013
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Minucioso relato de la fuga de prisión por parte de un grupo de duros pero leales convictos a los que se les une Gaspard, otro preso con unos rasgos bien diferentes al de sus cuatro nuevos compañeros. Becker consigue introducirnos en la cárcel, haciéndonos parecer un preso, un compañero más de los personajes, y lo consigue gracias a una exposición totalmente minuciosa del plan que los protagonistas tienen para fugarse, en todo momento acompañamos a los protagonistas, somos testigos de su plan para salir de la celda.

La tensión lograda es de una calidad y perfección intachable, y Becker la sabe mantener en constante ascenso de una forma majestuosa. La larga duración de los planos en los que los presos lijan los barrotes o cavan hoyos, no hace sino aproximarnos aún más a esa celda, a respirar el cansancio y sentir el ansia de libertad con la que cargan los protagonistas, resultando “La evasión” casi un documental acerca del proceso que siguen cinco hombres para fugarse de una prisión.

Obra maestra de Becker basada en hechos reales ocurridos en la cárcel francesa de “La Santé” en 1949 y que constituye el inesperado testamento de uno de los más grandes realizadores de la cinematografía gala (fallece nada más terminar la película). Una película que se ve sin pestañear.
Juan Marey
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8
2 de diciembre de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El hombre que vino a cenar” es un film basado en una obra de teatro. la película la realizó William Keighley en 1942 a partir de un espectáculo de Broadway creado por George Kaufman, y si el cine toma prestado del teatro para crear su mundo, el teatro antes había tomado prestado de la propia realidad. El protagonista es un trasunto de Alexander Woollcott, un personaje celebre de la época, un intelectual cuyos artículos reproducían decenas de periódicos y un hombre al que escuchaban millones de personas gracias a la radio y a su patrocinador, una marca de tomate en conserva.

En la película este megalómano ingenioso es además alguien que no para de viajar, que desayuna con los Rothschild en Nueva York, toma el aperitivo en Londres con la Reina, come en Ámsterdam con el más conocido traficante de diamantes, para cenar en Washington con Roosevelt, si es que antes no se ha ido hasta Nueva Delhi para merendar con el Maharajá de Kapurthala. Es un personaje que forma parte del decorado internacional, que les aconseja a los banqueros sobre tipos de interés, a los militares sobre armamentos del futuro y a los sacerdotes sobre la crisis espiritual del siglo, un charlatán, sí claro, pero un charlatán a la altura de su tiempo.

Monty Woolley es el actor encargado de dar cuerpo al divo de la inteligencia patrocinada y BetteDavis, discretísima, es su muy eficaz secretaria para todo. Ann Sheridan es la actriz de cine que sólo piensa en casarse con un hombre muy rico que le permita retirarse del negocio antes de que le llegue la vejez. Jimmy Durante tiene un estupendo cameo, uno de esos breves papeles de lucimiento, y lo aprovecha tal y como también lo hace un estupendo Reginald Gardiner.

Una película que fluye continuamente a un ritmo endiablado, con escenas rápidas de diálogos aún más rápidos cargados de ingenio, chispa, mordacidad y muy mala baba. Un divertimento inteligente y ácido que se deja ver con el placer y el encanto de las viejas historias que Hollywood ya no sabe hacer.
Juan Marey
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8
30 de septiembre de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El primer trabajo en Estados Unidos de Jean Rendir es esta insólita película en la que el director demuestra su versatilidad para acometer toda clase de proyectos. Basada en la novela corta "Swamp waters", de Vereen Bell, nos narra cómo Tom Keefer, un condenado a la horca por un asesinato que no cometió, logra escapar de prisión y se oculta en el pantano de Kefenokee, en el estado de Georgia. Allí es encontrado por el trampero Ben Ragan y los dos se dedican a atrapar animales y vender las pieles para obtener algo de dinero con el que subsistir.

La película es un canto a la naturaleza y a la inocencia perdida donde el dramático escenario en el que transcurre la trama de la cinta y el rodaje en localizaciones, algo inusual en la época, dota a esta obra de Jean Renoir de una plasticidad y poesía fascinantes.

Magnífica y sobresaliente película, drama vigoroso lleno de garra y emoción con un reparto de pesos pesados donde brilla un inconmensurable Walter Brennan que desarrolla un papel que demuestra el enorme nivel que tenía este actor a quien por lo general sólo identificamos como gracioso en westerns tan conocidos como Río Bravo.
Juan Marey
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9
17 de junio de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dan Evans (Van Heflin) es un campesino acuciado por la sequía en sus campos y que está a punto de perder su rancho a causa de las malas cosechas. La fortuna le ofrece una oportunidad cuando es capturado el célebre forajido Ben Wade (Glenn Ford), un despiadado atracador cuya banda lleva años asolando la vía férrea de la Southern Pacific. Pero el arresto de Wade no es sino el primer paso, ya que tendrá que ser escoltado hasta la ciudad de Contention. Desde allí, sale un tren con un vagón-celda que le llevará a Yuma para ser juzgado por un tribunal federal. Este viaje se convertirá en una pesadilla ya que detrás del aspecto encantador de Wade se esconde un manipulador capaz de sacar partido del menor asomo de debilidad.

La década de los cincuenta del siglo pasado fue rica en westerns. Algunos de ellos inolvidables. Lo tenían todo para triunfar: dirección, guión, actores, fotografía, música... Entonces se rodaban westerns de serie A, B o incluso Z. Daba igual, en cualquiera de ellos existían verdaderas joyas. Uno de estos westerns inolvidables es “El tren de las 3:10” de Daves, una película emocionante, espléndidamente interpretada y dirigida, y en la que nos encontramos ante dos personajes antagónicos que van a encontrarse y a convivir unas horas, uno actuando como tentación (ofreciendo dinero, y vida, a cambio de su liberación), el otro representado por su lucha personal para afianzarse en el cumplimiento de su misión aún a riesgo de morir, la dignidad frente a sí mismo y a los suyos le llevará a seguir adelante aun con sus momentos de duda, de flaqueza. Gran Película.
Juan Marey
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