Un grupo de periodistas son testigos del asesinato de un candidato al senado de los Estados Unidos mientras cubrían un reportaje. Con el paso del tiempo alguno de los testigos implicados, han muerto paulatinamente de una forma aparentemente accidental. El protagonista comenzará una investigación personal, basada en las sospechas de una compañera que temía por su vida y que acabó corriendo la misma suerte que el resto de testigos.
La investigación y el seguimiento de las pruebas, conducen a pensar que son más de uno los implicados en el asesinato, llegando a dejar entrever que una propia empresa del gobierno se encarga de seleccionar y preparar a un grupo social, que tiene potencial de asesino.
Pasados diez años del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, se presentó esta idea argumental que plasmaba las sospechas y dudas que despertó el asesinato del presidente.
La trama argumental presenta altibajos en su desarrollo, resultando lenta en algunos pasajes con situaciones incoherentes. La idea conspiratória que maneja es lo suficientemente atractiva para que no decaiga el interés de la misma, pero algunas escenas no quedan filmadas con nitidez, lo que le resta calidad al conjunto.
Alan J. Pakula presenta una idea de conspiración atrevida y abre una puerta a la sombra de la duda.

Comedia barata e irregular que explota la idea de los vecinos mal avenidos, apostando por un humor grotesco y barato, con la participación de muchos de los habituales de este tipo de productos de Hollywood.

Ofrece una visión cómica del enfrentamiento entre vecinos, estableciendo la batalla entre una familia con una niña y un grupo de universitarios que sólo piensa en juerga y diversión, algo poco original y nada atractivo. Juega con los tópicos de la idea del matrimonio y los grupos universitarios, ofreciendo un enfrentamiento carente de chispa, donde todo se traduce en la realización de innumerables bromas de mal gusto que, de forma puntual, llegan a resultar graciosas pero que, en términos generales, aburren y se hacen pesadas.

Las interpretaciones están muy alejadas de resultar convincentes, el protagonista, interpretado por Seth Rogen, que sigue haciendo lo mismo de siempre, es decir, hacer de sí mismo, y luego tenemos a la eterna promesa Disney, Zac Efron, luciendo músculos y pocas neuronas en un personaje absurdo y mediocre, totalmente previsible y prescindible como todo lo que presenta la película. Podría perdonarse el argumento y lo que ofrece la película, si llegase a ofrecer un ápice de entretenimiento, pero nada más lejos de la realidad, llega a hacerse pesada y totalmente aburrida, llegando a hacerse eterna a pesar de su corta duración.

Todo se reduce a pequeñas situaciones, en apariencia cómicas, que en realidad solo son las habituales escenas de excesos, juerga y diversión de adolescentes, grabadas sin pena ni gloria, una total pérdida de tiempo, ruidosa y molesta, como los propios Malditos vecinos. Mejor dedicar el tiempo a otra cosa, que a la visualización de esta absoluta ridiculez, totalmente prescindible y olvidable.

El humor del que hace gala la película, es el habitual de las producciones de Hollywood del cine actual, grotesco y forzado para jóvenes musculosos y guaperas sin dos dedos de frente. Absurdo total, es la mejor definición para esta película.

Típico argumento de asesino en serie, que tiene como particularidad la extraña fijación por matar a todo hombre que va vestido de Papa Noel en navidad, sin duda, es un aspecto que tiene cierta originalidad e incluso un extraño toque de humor.
Por desgracia la trama no presenta consistencia y únicamente gana en interés cuando se comete algún que otro asesinato macabro, algo que no ocurre con la asiduidad deseada por los amantes del crimen.
Oscura y con una calidad de imagen pobre, el director enlaza asesinatos con imágenes del asesino paseando por las calles, sin destino aparente y la calidad del conjunto resulta mediocre.
Ofrece una resolución precipitada, con una explicación de los motivos del asesino, metidos con calzador, que hacen que lo mejor de la película, sea hacer caso a su titulo, no abrir hasta navidad y en este caso, mejor no abrir nunca este producto caduco.

El alcohol y la educación recibida por su padre han marcado la vida de dos hermanos, que se enfrentarán en un torneo de artes marciales mixtas, dejando a la luz los rencores y reproches existentes entre ellos.

Drama ambientado en el mundo de los torneos de artes marciales mixtas, reúne los tópicos del género pugilístico y de las artes marciales, alrededor del drama de una familia, que se ha roto por el dolor que ocasionaron el alcohol y el maltrato.

La historia recoge excesivos tópicos y va dejando ver paulatinamente los sucesos que acompañaron la tormentosa vida del trío protagonista, un padre alcohólico que pretende recuperar a sus hijos, que han visto distanciada su relación con el paso del tiempo.

Dentro de las posibilidades dramáticas que presentaba la historia, ésta se queda en la superficie y termina decantándose por desarrollar más los combates, que por mostrar con claridad los sentimientos encontrados de los protagonistas, que únicamente se ven reflejados en una o dos secuencias.

Por encima de la historia quedan las formidables interpretaciones del trío protagonista, llenas de fuerza e intensidad, con unos excepcionales: Joel Edgerton y Tom Hardy; acompañados por un destacado Nick Nolte.

Emocionante, emotiva y contundente historia, que deja la sensación de que podría haber dado mucho más de si, no llega a golpear donde verdaderamente duele.

Sigue la tradicional historia de venganza con tipos duros de por medio, que se supone de acción, pero que se tambalea mucho en su propósito.
Sus protagonistas y las situaciones que se van desarrollando carecen de garra, al igual que ocurre en los diferentes enfrentamientos que se presentan en forma de combate, donde los golpes y movimientos resultan lentos y torpes, del mismo modo que ocurre con la trama.
El argumento resulta excesivamente previsible y las dotes interpretativas brillan por su ausencia.
Resaltar la aparición de la nueva hornada de tipos duros que son Steve Austin y Danny Trejo que van ganando en protagonismo, pero que empiezan a decepcionar.
En algún momento se aprecia un guiño a Machete, por parte de Danny Trejo y dentro de que sus caras presentan cierta brutalidad, son incapaces de trasmitir algún tipo de sentimiento, todo se reduce a juntar los ojos mirar mal y poner cara de loco.
El doblaje por otro lado resulta molesto y cargado, con voces un tanto exageradas, para trasmitir masculinidad.
En resumidas cuentas vehículo de acción, testosterona y venganza, que hubiera requerido de una revisión de motor y conducción urgente.