Vuelvo a repetir: esto de elegir ir a ver un film por la elevada puntuación de la crítica o por los premios a los que aspira empieza a ser una operación de alto riesgo.

Una vez más, la decepción vuelve a ser de órdago. Técnicamente la película es como la directora, es decir, una obra de principiante: un mal guión lleno de simplezas; una fotografía de aficionado, una ambientación que trata de conciliar inútilmente la ruralidad islámica con un vestuario juvenil que recuerda, en malo, el estilo David Hamilton; una cámara que igual parece ir saltando al hombro como saborear una desesperante quietud; etc. La interpetación mantiene, sin más, una corrección coral si exceptuamos a Günes Sensoy que, en el papel de Lale, hace posible que la cinta resulte soportable con un magnífico trabajo.

El proyecto ni siquiera acierta a entender y posicionarse, en cualquier sentido, ante una cultura basada en la singularidad de ese matriarcado musulmán rodeado de un machismo teatral que no hace sino cumplir su papel de ayudante en la tarea de que la mujer llegue virgen al matrimonio de conveniencia, algo tan habitual, por otra parte, en tantos y tan distintos grupos humanos racionalmente organizados.

Plagada de contradicciones alrededor de las peripecias de unas hermanas que parecen sacadas de un book de juvenil ropa interior moderada, la película trata vanamente de sustentarse en la rebeldía que la más pequeña, totalmente decidida a que su futuro pase por escapar a la gran urbe para -una vez allí y al coste que sea- poder evitar la vida a la que se tiene acceso en el medio rural en que habitan.

Por eso resulta tan bochornoso que la crítica occidental haya convertido esta pésima y campestre aventura adolescente en un modelo de lucha por la emancipación de la mujer turca, cuando lo único que narra el film es cómo la vulgar excepción confirma una milenaria regla que puede soportar eso y mucho más, porque el sólido y vulgar modelo social establecido le va como anillo al dedo a la ansiada estabilidad que suele pretender toda sociedad que se precie.

El maniqueismo pretendido por la directora cae en el saco roto donde conviven el bien y el mal formando parte de un todo. En un ambiente en el que la sensualidad femenina de subir las escaleras se convierte en un excepcional problema… -como cuenta la directora en alguna de sus entrevistas– el matriarcado lo arregla de modo que la doncella se las arregle para no perder la viginidad sin renunciar a subir tales peldaños.

Nada nuevo bajo el sol. Dicen -dice también la afrancesada Directora- que con semejanzas narrativas a La casa de Bernarda Alba o a Las vírgenes suicidas, pero cualquiera de nosotros ha conocido deseables escapadas ensoñadas para huir del orden establecido.

Un despropósito turco vendido como francesa liberación femenina [6 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]
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Enorme interpretación de Geoffrey Rush y de Colin Firth, por este orden [aquél, se nos muestra disfrutando, con una naturalidad que se da en muy pocas ocasiones]; muy buena la de Helena Bonham Carter; interesante y real historia; sobria dirección y sólido guión; preciosa banda sonora envolvente, sin rivalizar, al gran estilo Desplat; buena ambientación; magnífica descripción de la compleja disfemia, que también puede dificultar la lectura en voz alta; bella y cálida fotografía; film reflexivo, emotivo y épico, al tiempo.

Maravilloso debate fílmico entre dos personas antitéticas en las formas y mucho más cecanas en el fondo. Cuenta y cuestiona un sinfín de comportamientos e ideas, profundizando en las difíciles relaciones humanas, sobre todo cuando el trato se produce entre castas o mediando poder.

Dos horas que podrían haber sido muchas más. Impresionante la secuencia del terapeuta como director de orquesta.

La gente aplaude al final, en una sala sin niños.

Si quiere reflexionar, sonreír y emocionarse con sentido y rodeado de arte, no se la pierda [4 sobre 5].


El quicio de la mancebía [EQM]

Hablar de Spielberg es referirse a un maestro consagrado y, en consecuencia, dificilmente puede decepcionarte en su trabajo. En el peor de los casos se trata de una escuela de cine de la que siempre se extraen interesantes lecciones.

Esta película no alcanza, en mi opinión, el nivel de sus más grandes pero tampoco supone una carga para la media mantenida hasta la fecha.

Con una dirección y una ambientación magistral, no encontramos un guión -hecho conjuntamente por los Cohen y Charman- que trata de entrelazar la psicología de varios personajes en el transcurso de una historia tan real como compleja, no consiguiéndolo en todo momento. Denso drama en el que mezclan reflexiones judiciales, thriller, guerra fría con grandes dosis de moral y ética personal y colectiva.

La fotografía es buena, nostálgica -aunque me hubiera gustado que se hubiera filmado en blanco y negro, como en La lista de Schindler (1993). La música de Newman obscurece intencionadamente la cinta pero sin otro ánimo mayor que el de acompañar la gravedad de lo narrado. El ritmo es intencionadamente pausado, plomizo, pero lleno de vida y matices.

La interpretación es globalmente académica pero con dos actuaciones formidables encarnadas por Tom Hanks y Mark Rylance.

En un país actualmente desnortado como el nuestro, chocará a muchos espectadores cómo y con qué convicción, en los 60', se enseñaba patriotismo en las escuelas estadounidenses; de qué manera se protegía de los riesgos innecesarios al núcleo familiar; cuánto valía el principio de legalidad y la protección de la libertad. Y todo eso, combinado por otra sorprendente tipología de patriotas pilotos suicidas, caso de riesgo de inminente captura por el enemigo. Todo un asombro para quien está acostumbrado a creer que esas cosas sólo ocurren entre japoneses o terroristas.

Resumiendo: recomiendo ir a verla para saborear nada menos que 144 minutos sin que se pierda un segundo en lo que actualmente se denomina 'acción' y que está convirtiendo al cine en una suerte de videoclip.

Actual gran cine a la antigua, sin necesidad de gratuítos aspavientos [8 sobre 10]

elquiciodelamancebia.wordpress.com [EQM]

pd.- El diálogo como título del texto obedece a la filosofía/psicología del personaje que goza de las innumerables ventajas de no preocuparse inutilmente.

Historia reflexiva y apoyada en un correcto guión. Dirección muy profesional. Fotografía formidable. Banda sonora original que acompaña y con buenas incorporaciones de apoyo. Bien ambientada, con un conseguido ritmo rural. Correcta interpretación general, siendo excelente la de Frances McDormand. Película de encargo que te deja con la sensación de haber pasado un buen rato, contemplando esa sociedad plagada de contradicciones. Como casi todas.

Agradable de ver y muy naturalista [6.5 sobre 10]

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Que un vasco como Verger ruede en Cataluña una formidable película sobre España, apoyada en su tauromaquia y esperpéntico humor negro, no deja de ser natural salvo para aquellos que cantan la esquizofrénica independencia. Como para proyectarla el próximo verano en el coso Las Arenas de Barcelona, si no fuera que lo han convertido en centro comercial. Todo acorde con el fantástico surrealismo de gran parte de nuestro filmografía destacable.

Así pues, una delicia de gran cine al modo seguido por 'The Artist' pero con una estructura completamente distinta, sin nada que ver con ella. Resulta tan impactante que quizás resulte más eficaz indicar que sólo le sobra algo del metraje relativo a los enanitos.

Y si me tengo que quedar con algo, me elijo la excelsa interpretación de Sofía Oria [Carmencita] y la formidable banda sonora, del catalán Alfonso de Vilallonga, que da cobertura y ritmo a la cinta. Con la también catalana de Palafruguell [Gerona], Silvia Pérez Cruz, interpretando tres bellísimas canciones.

Aviso: desgraciadamente, la sala donde disfruté el film estaba practicamente vacía. No me sorprende. Y no se trata del nuevo IVA. Las otras estaban llenas. La analfabetización programada ha hecho mella y sus adeptos jamás comprarían una entrada para ver una película muda, en blanco y negro, plagada de toros y toreritos.

Arte emotivo y cumbre, al alcance de todos los españoles alfabetizados. Y de muchos extranjeros [8 sobre 10].


EQM
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