Está científicamente comprobado que, en una situación de desconcierto, no hay remedios más eficaces que contar un buen chiste o tirarse un buen pedo. Los minions no saben contar chistes, pero hay que ver su eficacia con el otro remedio: incluso tienen la producción mecanizada con unas escopetitas de lo más cucas. Se matan de risa ellos, y me matan de risa a mí...
No he visto la primera parte. La veré como precuela. Esta funciona así, por sí misma, puede verse independientemente de la primera. Y estos bichos humanoides (¿¿??) son realmente fabulosos, tienen una gracia enorme. Desde luego, lo mejor de la película: atención a la escena final en la que cantan en la boda...

Una cosa más, casi extracinematográfica (aunque no he leído todas las reseñas de usuarios de FA: tal vez debería hacerlo, no sea que esta cosa más ya esté apuntada, y resulte entonces punto menos que ridícula): ¿soy el único espectador al que Gru y Lucy le han parecido el Ministro de Guindos y Esperanza Aguirre...?. Desde luego, la sonrisa de Lucy bajo su nariz respingona es clavada a la de Espe, ¿es que no te has fijado, Wyoming, macho...?

¿Qué decimos de una película que podría ser excelente y llega al 7 a duras penas?. Oportunidad perdida. Tiene un problema insalvable que supone una plaga en el cine actual: mezcla dos tramas, y una siempre sobra; porque en el cine, como en la vida, todo lo que no suma, resta...
Estéticamente, la pantalla devuelve un mundo asfixiante de puro frío, y ese ambiente cerrado (no sólo en los interiores; no especialmente por transcurrir en varias fases en una cárcel y en un psiquiátrico) le va bien a la trama que finalmente sigue la película, la más interesante de las dos que presenta de inicio. Y ahí está su pecado, deja sin desarrollar la otra (la crítica al negocio de las farmacéuticas), amaga pero no da; y como no aporta, sólo distrae al espectador, embarulla la película y le quita toda la potencia que se podría desprender de un thriller clásico; que no por haber sido contado más veces es desdeñable revisarlo una más si se hace con talento, si se adapta a la época en su aparato argumental y en su estética...
Muy bien Jude Law, mucho mejor Rooney Mara (actriz a seguir)...

No he visto el Pinocho de Disney, ni ninguna otra versión basada más o menos libremente en el libro de Collodi. Ayer vi ésta en el Festival de Gijón, presentada por el propio director. Aunque he visto algunas, tengo déficit de visión de pelis de animación: no es lo mío. Pero esta me encantó. Varios motivos.
Una duración adecuada, unos 80 minutos son suficientes. Un ritmo seguible, alejado del frenesí de algunos productos de Píxar, por ejemplo, que más que encantarme me aturden, me proporcionan más acción de la que puedo metabolizar. Los personajes son estupendos (Gepetto y Pinocho merecen capítulo aparte), las escenografías excelentes, y los paisajes maravillosos. Creí advertir algunas referencias de la cultura italiana que no me resisto a comentar. Los grabados de las "Cárceles" de Piranesi son reconocibles en el infierno laboral al que bajan Pinocho y sus haraganes amigos convertidos en burros; la limpieza de líneas y los colores saturados y brillantes me recuerdan a Giorgio de Chirico en las escenas urbanas, y a las fotografías de Franco Fontana en los paisajes. Con todo esto quiero plantear que no es una película exclusivamente para niños (que también): los adultos encontrarán belleza y diversión en la sala de cine, el escenario perfecto para disfrutarla.
Me llamó la atención que tanto Gepetto como Pinocho sean los personajes mas "convencionales" de todos: ni un asomo de caricatura, lo más realista de la película son ellos dos. ¿impresión mía?, ¿intención del director?. Gepetto es fallido: parece el abuelo de Heidi...

Y sí, es en formato convencional, no se echa de menos el 3 D, ni falta que hace: en dos planos de este Pinocho hay más imaginación y belleza que en todo Avatar completa...
Una última cuestión. Espero que se pueda ver en italiano en algún cine: hay buenos dobladores en España, pero sería lástima perderse el bellísimo italiano en que se hablan estos personajes, y las canciones de Lucio Dalla...

Lleva a tus hijos, disfrutarás más que ellos...

La película entera gira en torno a la mirada de Marián Álvarez. Justo ahí radica su virtud..., y su limitación. Queda claro que el guión tiene vocación de sequedad, de poner el foco en el drama de Sara sin distracción alguna. Nada. Sólo Sara, su mirada sobre el mundo, sobre el pequeño mundo que supone Lobo (por lo demás, un perro tirando a sosaina), y sobre el gran mundo de la vida... La vida que se le cae encima porque se la tiene que reinventar, y Sara no sabe qué hacer con ella...
Y así la sigue la cámara. Igual que su peripecia apenas le da respiro a ella, la cámara la sigue en todos y cada uno de los fotogramas de la película. Por un lado, se agradece, porque Marián es una presencia grata (incluso habiéndose despojado de todo glamour, aunque sin llegar a la truculencia: un equilibrio muy acertado), y además una excelente actriz (la recuerdo en "Lo mejor de mí", una obra que recuerdo con interés, y que ahora me han entrado ganas de revisitar).
Y en sus ojos encontramos un momento muy preciso de su vida; no su vida en sí misma, porque le atribuimos otra que no es el vagabundeo y la huida. Pero en este momento Sara refleja el desconcierto, el desamparo, la soledad y el miedo, sobre todo el miedo... aunque también la resiliencia y el coraje, la gratitud y la ternura, la libertad y la ilusión...
Sin embargo, la historia termina siendo ensimismada, y eso la limita, por redundante, justo hasta rozar el hastío. No es una obra desdeñable, desde luego, pero se quedó corta, no alza el vuelo que creemos que podría, a pesar de la esperanza que propone, de la omnipresencia de su protagonista, y de la luz del personaje de Nora Navas...

Que no. Déjalo. No insistas. Que por mucho que agites el matraz, el azufre no se disuelve en agua. No hay química entre esos dos elementos. Y no la hay entre Marion y Christian. Sandra Hüller es una muy sugerente actriz que no encuentra tono, porque su personaje no es capaz de mirar al de su partenaire con la atención y la tensión que el amor exige: yo no me lo he creído en ningún momento, la historia de amor se hace así inverosímil, y la película se desploma porque no tiene mucho más que eso.
Así todo, no es desdeñable del todo por la creación que hace Rogowski de ese ser hambriento de amor, mirada alucinada de quién nunca creyó que la ternura fuera para él, y se enamora como llega el calor en el verano..., porque no podía ser de otro modo, y su corazón capitula ante Marion con asombro y sin condiciones.
Lástima que el espectador (este, al menos) no considere verosímil la réplica (de ella) a ese sentimiento.