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España España · Madrid
Críticas de horacio
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Críticas 628
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de diciembre de 2008
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez que veo esta película doy gracias por la existencia del dvd: me permite retener, repetir, dejar en cámara lenta, saborear cada mohín, cada susurro, cada lágrima, amago de sonrisa y variadas carcajadas de una actriz que, siempre formidable, no había tenido ocasión de componer un personaje parecido. Más aún: componer como si de una sinfonía se tratara, muchas melodías de tiempos idos, porque aquí se trata de recrear una diva de los años treinta, un tipo de star que ya no existe y que dudo que la propia Annette Bening haya conocido personalmente.
Esta diva divertida y compleja fue un estigma para el buen teatro porque todo giraba en torno a la primera actriz de un modo caprichoso, en contra de los contenidos previstos por los poetas dramáticos. Pero, eso sí, a menudo el destrozo que hacía de las obras lo interpretaba con tal talento que convertía en éxito un auténtico tostón.
Esta Julia fue descrita por William Somerset Maugham (1874-1965) en el mismo año 1937 en que transcurre la acción, en una novela breve titulada “Teatro”, el teatro que él conocía como autor de enorme éxito, muchas veces víctima de divas como ésta o agradecido servidor, suplicante para lograr que una actriz de este tenor protagonizara una obra suya. Por eso el retrato está lleno de simpatía, y el propio WSM se reserva el papel de un gran amigo de la divina que no puede ser su amante … porque “soy del otro bando”, ante lo que Julia reacciona con una de sus espléndidas carcajadas, besándola y abrazándole fraternalmente. Con los años SM dejó el teatro y pasó a convertirse en un novelista también de mucho éxito.

Annette Bening da lo mejor de sí para entrar y salir de esa clase de actuación ya perimida, reconvirtiendo aquel talento en uno nuevo, uno poderosamente seductor que le permite hacer lo mismo que su personaje: pasar de la humillación al triunfo, de la pérdida de afectos a la reconquista de los más profundos para, finalmente, reconciliarse con lo más sereno y sabio de sí misma.

En este homenaje al teatro, SM no se priva de fustigar sus zonas más vulnerables de cinismo y oscuros intereses, pero al mismo tiempo recupera el hechizo de este arte mayúsculo, cosa que el director húngaro Istvan Szabó ya había logrado con éxito trece años antes, “Cita con Venus”, donde una espléndida Glen Close encarnaba a una diva de la ópera. Pero mientras aquélla giraba sobre el teatro cantado y tenía ambiciones de reconciliación social europea, “Conociendo a Julia” juega el delicioso juego de la comedia de enredos amorosos a la manera de entonces con la disciplina de hoy, disciplina rigurosa de todo el equipo de producción encabezado por un reparto de primera.
Junto al extraordinario despliegue de facultades de Annette Bening, humildes actorazos componen sus partes, por pequeñas que sean, como Jeremy Irons y Michael Gambon.Todo felizmente musicado por Michael Danna, el canadiense que suele envolvernos en la misteriosa fascinación de las películas de Atom Egoyan.
horacio
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10
2 de marzo de 2008
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un amor conventual, hecho de respeto y sacrificio moral, todo el equipo de esta película se ha volcado a desmenuzar una historia que, en principio, sería insoportable de seguir.

Los hechos reales abrumaron al director cuando sucedieron, a finales de los años 70, y cuando volvió la democracia se abocó a realizar este grandioso testimonio.

Hay que verla a la luz del día y llorar y conversarla y guardarla como un libro sagrado para recordar que es imposible desterrar del todo semejante grado de maldad y que siempre, siempre hay que permanecer alertas.

Maldad y salvajismo en hombres primitivos manejados con enorme habilidad por intelectuales, militares de carrera, gente culta que se propone destruir en todas las facetas la crítica de su mundo, la lucha por desbancarlos del poder.

La noche de los lápices es, sin duda, la mejor película de este director siempre abierto a nuevas fórmulas que fue censurado por otras películas también con definitivo testimonio político.
horacio
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10
30 de enero de 2008
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atraviesa la ciudad en ruinas buscando dinero para seguir jugando: simpático con sus amantes, sus amigas, sus conocidos, sus víctimas de timos espantosos y también simpatiquísimo con los nazis invasores: es el pícaro tantas veces interpretado por Vittorio de Sica que, esta vez, servido en bandeja de plata un guión sobresaliente y dirigido por el mejor Rossellini va más allá de sus recursos característicos y borda con minuciosa sensibilidad el periplo del hombre corriente dispuesto a sobrevivir donde sea y con quien sea... metido de repente y sin quererlo a héroe fabuloso...
Fue un gran director neorrealista y un actor entrañable. Cuando en los años sesenta desesperó por encontrar dinero para seguir jugando, hizo de todo, uno que otro bodrio y estupendas comedias, además de "El jardín de los Finzi Contini", un lujo que se dio en el ocaso. Gran director de actores, fue el impulsor del mejor papel dramático de Sophia Loren, en "Dos mujeres", con la que ella ganó el Oscar a la mejor actriz, con quien ya había trabajado muchas veces y repetiría en la deliciosa comedia sentimental Los girasoles.
(Hombre de cine de lo más completo fue, también ese jugador pícaro de las películas era él mismo que empeñaba una y otra vez las joyas y las pieles de su esposa, la española María Mercader que lo amaba como para perdonarle esos sofocos. Murió a los 75 años, en una intervención quirúrgica, el mismo año en que unió a Loren con Burton en un tierno melodrama: El viaje, el último viaje...).
horacio
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9
27 de febrero de 2008
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo dos años después de El estrangulador de Boston, también basada en hechos reales, el mismo director hacer esta otra, según un suceso inglés con reparto británico de gran altura.

Mientras el caso norteamericano tenía suspense, pasión, y mucha carga emocional, y hasta gran espectáculo con un sistema de exhibir situaciones simultáneas, esta vez el material es mucho menos pasional, más frío, a veces exasperante... razón por la cual fue rechazada por el público.

Esta es una película muy distinta. Entre otros motivos por el asunto en sí: el terror que se esconde tras los gestos amables de un buen vecino, narrado con la misma escalofriante austeridad en que sucedieron los hechos. Todo se rueda en interiores más bien sucios, oscuros, de pocas palabras y gestos implacables.

Era algo poco transitado en el cine industrial de entonces, y RF era un tipo muy metido en la industria. Aquí se dice que el peligro puede estar en tu propia casa, y además —el verdadero asunto terrorífico de la película— el sistema no te protege si eres un pobre hombre con todas las apariencias en contra, víctima de crueles prejuicios sociales.

Es algo que sucede hoy en día. En 2003 en España el ministro Acebes del Interior dijo, para justificar la encarcelación de alguien que resultó inocente que "tenía un perfil delincuencial". Algo así de tremendo y absurdo y totalitario no se saldó en España con la pena de muerte porque ya no existía, pero sí en el terrible caso de Rillington Place, una historia tan dura que fue baluarte muchos años en Reino Unido de los enemigos de la pena de muerte... hasta que finalmente se eliminó si mal no recuerdo en 1963.

Attenborough está magistral. Igual que John Hurt, tan joven, en personaje tan difícil, tan desesperado y Judy Geeson: un puñado de actores que trabajan como en el teatro, sin red, expuestos a narrar una de crímenes que atraganta las palomitas.
horacio
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10
7 de febrero de 2008
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lilian Roth fue una actriz mediocre condenada a un infierno por una madre posesiva. Con esta historia real, Susan Hayword apoyada en Jo van Fleet realiza una interpretación hipnótica, algo poco corriente si se tiene en cuenta que desde 1955 hasta la actualidad ha pasado suficiente tiempo como para que semejante estilo de interpretación fenezca, y sin embargo mejora con los años. Ambas actrices mejoran con los años, y la pobre Lilian Roth renace cada vez de las cenizas de estas glorias ya fallecidas.

La muerte y la vida o, mejor dicho, la muerte en vida y la existencia como un duro periplo del que cuesta aprender a defenderse de las catastróficas desdichas promovidas por los propios seres humanos. La autodestrucción por el alcohol tiene muchas películas, pero ésta y "Días de vino y rosas" se llevan la palma por su testimonio cálido y sin ambages, desnudando el vulnerable corazón humano sin dejar de mostrar su lado más oscuro, dispuesto a destruir cuanto se cruce en su camino.

Un trabajo medido aunque está al borde del melodrama desmelenado. Un trabajo tan excepcional que, de momento, ha resistido la penosa vía de los remakes imposibles, una Susan Hayward para ser consagrada in aeternum, por siempre Susan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
horacio
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