Hace rato que los directores o casas realizadoras se mueven en la zona de confort de tener a Ryan Reynolds echando mano de su carisma, salidas graciosas y frases con ingenio para coronar gags diversos en medio de una multiplicidad de películas de turno donde su esencia como protagonista no varía mucho. «El proyecto Adam» (2022) es una más de este lote a cargo de Shawn Levy, como viejo conocido en la dirección.

Si bien el protagonista es Reynolds no cabe duda que Walker Scobell se lleva la atención por su desempeño. El pequeño irrumpe con un singular desparpajo y es quien consigue hacer llevadera gran parte de una cinta, impensadamente cargada a la broma trivial y probablemente lo más rescatable de esta aventura.

Lo anterior no es menor, Ryan Reynolds y Mark Ruffalo convierten «El proyecto Adam» en pura comedia por varios pasajes, lo que le da un tinte particular a una historia que en rigor asoma como más intrincada, de ciencia ficción y con un sello muy diferente al que finalmente obtiene. Así resulta divertida, entretenida aunque innegablemente inconexa.

Con todo esto, la película tiene una rara liviandad, como un film que en rigor no se toma muy en serio a sí mismo, vacila en los tiempos para la acción y realmente relatar su temática. Ello conlleva perjuicio a los personajes, su desarrollo y todo el resto. Aún así tiene ciertos momentos que evocan el «factor Gunn» de «Guardianes de la Galaxia» donde la musicalización suma mucho para obtener comicidad y aventuras.

Al final «El proyecto Adam» debe ser leída sencillamente como lo que es, una comedia liviana en el entorno de una historia de ciencia ficción que es una mera anécdota para desarrollar bromas y entretención para todo público. Algo simplón pero efectivo como propuesta e insuficiente para ser mayormente recordada.

Recomendación:
Regular. Es entretención pasajera, familiar pero olvidable.

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Disney explora una nueva historia tomando varios elementos de otras cintas similares con "Encanto" (2021), que si fuera en otro contexto sería un lindo homenaje al realismo mágico de autores como el propio Gabriel García Márquez (a quien hay guiños) pero aún resultando divertida y entretenida, no perdura mucho más allá de sus limitadas ambiciones.

La historia de los Madrigal en la selva colombiana es llevadera, funciona para públicos más infanto - juveniles pero va perdiendo interés entre los adultos, que a esta altura son fundamentales para que el éxito de estas películas logre ser transversal y perdurable.

"Encanto" es bastante simple en su premisa aunque aparenta lo contrario por cierta confusión argumental que deja algunas dudas en el epílogo. También posee un corazón innegablemente femenino lo que resultará más atractivo para niñas que para el resto y como es habitual su gran despliegue técnico valida cualquier mediano entusiasmo por verla.

En general estas cintas son una tremenda alternativa para ver en familia, entretenerse y cantar los estribillos de pegajosas canciones un rato -unas más que otras- pero de ahí en más, es todo. Hay muchas otras películas que enganchan mejor no solo con los niños sino con los más grandes, haciendo más universal sus alcances pero "Encanto" da la impresión que -con todos sus aciertos- nunca quiso lograr más allá de lo que se ve en esa hora y media de la vida de Mirabel, su protagonista, que dicho sea de paso es lo más recordable -junto al tema de Bruno- de esta aventura animada.

Recomendación:
Interesante. Un deleite visual pero con corto en su alcance de conseguir más.

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Hay películas o series con las cuales uno engancha y genera interés, empatía o mera curiosidad por seguir su desarrollo. El contrario es la apatía, indiferencia y uno que otro bostezo. Es la visión simplista sobre el vínculo que se puede establecer con un producto audiovisual y «tick, tick… Boom!» (2021), aportando con transiciones musicales que no pueden ser de gusto universal -al menos a este servidor- le dio al pleno.

Como esgrimía Jeunet en su entrañable «Amélie», «son tiempos difíciles para los soñadores» y la historia de Jonathan Larson persiguiendo su sueño es no solo querible sino que realizada con una calidez idílica, prolija en su diversidad imaginativa y es poco probable que resulte indiferente para los que tengan una sensibilidad más tendiente a lo artístico.

Andrew Garfield aparece como la esencia excluyente de este sueño hecho realidad, recreado con encantadores sones y donde además de las piezas musicales corren ágiles de forma paralela al relato de la historia. Un mérito grande en la concepción de esta idea y su concreción por parte de Lin-Manuel Miranda. En todo caso, hablamos de una cinta homenaje y esa idealización dulzona generará muecas en varios pero no la hace una mala película.

«tick…tok…Boom!» tiene alma. A ratos se desordena, tropieza y aunque resbala lo hace con gracia. Su dispersión es a su vez el sello del protagonista, quien imprime de esos roles que quedan en la memoria, ya sea con una sonrisa para los que abrazan este relato o cierto bochorno para los que no congenian con este tipo de propuestas. Esto último bastante menos probable.

Recomendación:
Buena. Tiene espíritu y una chispa incorregible de Andrew Garfield.

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Ante la pregunta ¿es realmente necesario ver horas y horas de ensayos, a ratos improductivos, de una banda en víspera de una presentación sobre la cual ni siquiera hay certezas? probablemente la respuesta más obvia sea "no". Sin embargo esta compilación al tratarse de The Beatles y los ribetes en torno a sus momentos al filo del epílogo de una carrera brillante como conjunto, lo convierten en un documento imperdible para los amantes de la música y la historia misma del quinteto de Liverpool.

Bromas, ensayos y errores, dudas, azares y reflexiones son la tónica de un calendario con fechas de entrega que poco a poco comienzan a acercarse a sus vencimientos con varios flancos por resolver que Peter Jackson y su equipo hábilmente ha ordenado para revalorar un trabajo audiovisual de fines de los 60's visionario para su época, elogiable dadas las limitaciones técnicas y cuyas repercusiones hemos de disfrutar de forma impensada en pleno siglo XXI.

"The Beatles: Get back" (2021) es la oportunidad de seguir el proceso creativo, disperso y singular de una (si no la mejor) de las mejores bandas en la historia de la música. Es un producto que en tiempos de la inmediatez, la instantaneidad y los resúmenes, no estamos acostumbrados a tener entre manos. Un viaje largo, de tranco a ratos muy lento pero que es un tesoro desde diversos puntos de vista y donde la recomendación es a verlo, cada uno con sus tiempos, desde su concepción hasta el último de sus créditos.

Renglón aparte merece la actualización técnica de las grabaciones de 1969. Si bien ya amerita loas la ridícula síntesis de 140 horas de grabaciones, en un ejercicio de por sí increíble, el aporte narrativo de esta re edición y su vigencia por estos días es una exquisitez.

¿Por qué entonces no darle categoría máxima? Simplemente porque para gustos, colores. Ni todos pueden ser seguidores de The Beatles y aun quienes lo sean deberán extremar sus tiempos para ver esta compilación como es debido. Sin embargo, lo mejor es reiterar que cada quien lo adapte a su manera y disfrute como elija, porque eso sin duda es lo que Paul, John, George, Ringo y el equipo tras esta producción, pensaron al momento de volver a coincidir con motivo de estas grabaciones. 

Recomendación:
Muy buena. Un imperdible de largo aliento.

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Muchos podrán decir que timar es una práctica tan antigua como endémica del ser humano, el que lejos de la rectitud busca el aprovechamiento sin dudar y con distinto grado de premeditación, sobre la ingenuidad  y buena fe del otro. Netflix deja caer "The Tinder Swindler" dando cuenta cómo han evolucionado estas tretas y los niveles que pueden alcanzar dañando personas y por supuesto, cuentas bancarias.

Es cierto que se trata de un objetivo que pudo igualmente ser abordado en un gran reportaje más que en un documental, no obstante este formato permite ir más allá para situar recreaciones, generar relatos distendidos de los involucrados enriqueciendo la historia y movilizar medios de mayor magnitud para conseguir legitimar mejor lo sucedido. En contraste, el fondo no deja de ser algo que por su desenlace o reales metas termina dejando algunas muecas, ya sea por su anticipable final o la poca consistencia de quienes son los organismos llamados a evitar estos fraudes. 

"El estafador de Tinder" (2021) es medianamente interesante, tiene -por su naturaleza actual y vinculada a aplicaciones de redes sociales- una difusión de boca a boca interesante que la pone de moda pero pese a lo original de esta modalidad de timo, su premisa en el fondo es la misma de otras tantas malas prácticas que se basan en la ingenuidad de las personas, en este caso echando mano de lo sentimental y no es extraño que tras ver este documental, queden sensaciones de insatisfacción entre los televidentes al darse cuenta que se trata de una mera variante de cuentos ya conocidos con otras caras y herramientas.

Sus fortalezas pasan por el plus en la dirección y realización, sus contras en el real sentido de ver un documental que más bien persigue despertar un cierto interés morboso denunciando pero también escarbando en los detalles de una estafa que en -por ejemplo- conocer la voz desde la aplicación que da pie a estos abusos -que figura en el título del film- o en órganos de persecución policial o judicial para ponerle freno.  A unos les bastará la chimuchina, otros esperábamos algo más de sustancia.

Recomendación:
Regular. Se basa en el conventillo pero no repara en los mecanismos o el hábitat que ampara estas conductas.

=Cité de Buyinski= buyinski.blog