Este tipo de películas nos recuerda cuán infantiles pueden ser los yanquis. Una actuación deplorable de Tom Hanks haciendo de un personaje olvidable y anacrónico. Para los creadores de este engendro nunca existió la psicología ni mucho menos el psicoanálisis. Todo se trata de contarle tus penas a un decadente animador de un programa infantil y entre marionetas y canciones absurdas tus problemas se van como por arte de magia. Los contrastes yanquis son increíbles: por un lado se trata de uno de los pueblos más sanguinarios de la historia y por el otro se presentan como tipos más buenos que el pan. El guión, los diálogos, las situaciones y hasta las actuaciones son una falta de respeto para el espectador, a quien parecen considerar un muñeco descerebrado. "Emociones a flor de piel", "excepcional guión"... pero ¿qué les pasa a los que hacen esos comentarios, están drogados? Por favor, antes de hacer películas tan horribles donen el dinero a sociedades de beneficencia.

Excelente película noruega y con una ambientación perfecta. Con un tiempo lento, pausado, la verdad que la he disfrutado mucho. Los actores simplemente están geniales, parece que no estuvieran actuando. No está claro en qué año está ambientada pero parece ser hacia el año 1850, en la campiña noruega. Muy bien logrados los caracteres de los personajes y tanto en la pobreza como en la riqueza se nota un halo de dignidad que ayuda a sobrellevar los avatares de la vida. Muy recomendable y es extraño que no haya más críticas. Debe ser una de esas joyitas que no llegan a un gran público así que verla es una bendición.

A mí me encantó. Aniara funciona como una metáfora de la misma Tierra ya que nuestro planeta no deja de ser una especie de nave espacial girando eternamente en el espacio sin ningún sentido más allá de lo físico (orbitar el Sol como un esclavo de las fuerzas gravitatorias). Esta producción no promete lo que no puede cumplir y cumple más de lo que sugiere. A pesar de su escaso presupuesto, los efectos especiales son muy cuidados, así como las locaciones y el trabajo de los actores. La propuesta es muy interesante y su final es sobrecogedor. La trama se desliza con fluidez y evita justo a tiempo los momentos de monotonía. Tiene el nihilismo necesario de una obra realista pero sin caer en una negatividad depresiva; algo así como ponerse a bailar en el Titanic después de haber chocado contra el iceberg y a sabiendas de lo trágico pero inevitable por venir.

Johnny Deep ha dejado por un momento la comedia y nos brinda aquí un papel dramático que si bien no es de antología al menos está muy bien realizado. Bien ambientada y dirigida, esta película nos recuerda que la muerte nos espera en cualquier momento, que no hay que ser un fumador para morirse de un cáncer de pulmón ni un sedentario para morir de un infarto. La muerte no sigue la lógica médica, es caprichosa, y no importa cuántos libros de autoayuda leas ni que tu hipocondría te haga visitar todos los días al médico: siempre la muerte te va a agarrar desprevenido. Por esto es mejor no andar por la vida con deudas pendientes. No hay que mirar a la muerte como algo que siempre le pasa a los otros sino como a una amiga que nos va a llevar al lugar de donde venimos. Es ésta una película un poco nihilista? Sí. Es el personaje de Johnny Deep un tanto libertino? Sí. Y qué. En definitiva nadie sabe cómo va a reaccionar cuando le llegue la hora, y sea como sea es siempre mejor mirar a la muerte a la cara e irse con dignidad.

Un film soporífero plagado de diálogos pseudo intelectualoides y más aburrido que sacar a pasear a una tortuga. Tres horas larguísimas de banalidades que sólo pueden gustarles al guionista y a los sesudos críticos que catalogan a este plomazo con un 8, 9 o 10 puntos. Un padre inútil y adicto a las carreras lleva a la ruina a su familia conformada por personas sin un gramo de sentido común, y todo en un marco tercemundista de naturalización de la pobreza y el abandono. Si éste es el cine turco, mejor que se dediquen a otra cosa.