Divertida y sádica cinta que combina escenas truculentas pero no menos graciosas que vienen a funcionar como un claro ejemplo vengativo con el cual soñaría cualquier mujer que fuera víctima de atropellos sexuales por parte del sexo fuerte.
De fondo se tocan en forma jocosa temas tabúes como son la virginidad y la castidad reservada hasta el matrimonio, la pureza y la contención instintiva en el noviazgo, las convicciones sociológicas y religiosas sobre la vida sexual y sus implicancias.
Claro que todo ello tomado muy a la chacota ya que de fondo el filme funciona como una cinta friki sobre una jovencita que se transforma en una especie de “heroína”, cuyo poder es el de rebanar glandes de “villanos” sexópatas con su vagina dentada, la cual no deja caer en situaciones lascivas próximas a pecados de la carne.
En fin, una película con variantes grotescas y gamberras que entretiene en todo momento por su alto grado de humor cínico y perspicaz al plantear a una vagina como mordedora moralista que imparte justicia a fuerza de tanta decapitación de penes erectos. No pasará a la historia como obra maestra, pero sí permanecerá en la memoria por su humor negro y sus impactantes situaciones morbosas.

En realidad el título de "el comienzo" es un pretexto para entregar otra hora y media de gore en estado más puro. Y en parte bienvenida sea esta nueva entrega que remoza y mantiene vivos en la memoria los actos truculentos de la familia Hewitt, obviamente que en estas versiones comerciales se pierde mucho en rigor pero se gana en intensidad y malsano entretenimiento.
En esta protosecuela, se nos introduce en algunos aspectos que desconocemos de esta familia de psicópatas radicada en Texas, y aunque no hay gran desarrollo de personajes, esta nueva entrega encaja perfectamente y se articula muy bien con los filmes que ya conocemos. Ello es un aspecto positivo a la hora de analizar un filme de estas características, al que de antemano sabemos que no le sobrarán elaboraciones en el guión. No obstante, es sumamente llevadera por su alto grado de sadismo y por su perturbada atmósfera lograda en parte por las interpretaciones y por otro lado por su fotografía sórdida y difusa.
No nos olvidemos que aquí no hay lugar para endulzamientos ni para personajes intocables, sino que lo villanos están a sus anchas y manejan tal nivel de impunidad en sus acciones que estremecen. Saludable propuesta a mi entender dentro del pobre u trillado cine de terror moderno.
Violencia, sangre y más sangre, un estupendo R. Lee Ermey en su aporte histriónico, un bestial Andrew Bryniarski como el implacable "Leatherface", y un grupo de actores jóvenes que cumplen en poner el aspecto bonito y "desprotegido" ante tanta repugnancia estética y psicopatías mentales que destilan los moradores de esa macabra vivienda de algún lugar de Texas.

Estamos en presencia de una cinta americana que resalta la lealtad y el patriotismo de los soviéticos. Ya desde esa posición la cinta es distinta en su mirada al no “villanizar” al enemigo de siempre en cuestiones bélicas.
Un filme inspirado en hechos reales, que debieron permanecer “soterrados” por muchos años hasta la caída del comunismo en la Unión Soviética para no dejar conocer un supuesto acto de traición a los ideales y al orgullo ruso.
Una cinta que realza el valor de la humanidad por encima de los deberes patrióticos, que da prioridad al sentido común y a la cordura antes que a la intransigencia obsesiva de quienes se dejan llevar por los odios propios de las guerras. Un filme que critica indirectamente los alcances nocivos de los poderíos bélicos de las potencias, que exhibe en forma clara la ideología y las estrategias durante la denominada Guerra Fría, y que aterroriza con los devastadores alcances de los armamentos nucleares.
La cinta sigue los patrones estilísticos del thriller americano, con momentos donde se destacan los valores a transmitir y con otras situaciones donde se acrecientan la intensidad claustrofóbica y la energía emocional con secuencias agitadas desde el ritmo narrativo.
Obviamente que se destaca Harrison Ford en su protagónico, bien acompañado por Liam Neeson en sus respectivos papeles de líderes camaradas rusos con fuertes ideales que a veces chocan en sus estrategias de acción.
Una cinta que además está bien “decorada” desde la impronta estética, con algunas secuencias acompañadas de buenos efectos especiales y una banda sonora efectista y pomposa que busca acentuar el espíritu melodramático de las circunstancias.
Para cargarle en su contra, que los rusos hablen en inglés, ello me cae mal porque a mi modo de ver las cosas le quita rigurosidad y clima.
Pero por lo demás, tiene mi recomendado con un 7 bien merecido. Ya saben, cine comercial americano que enfatiza la lealtad y los valores humanos de los soviéticos. No es poca cosa.

Cinta sobre catástrofes por desastres naturales, que comienza extrañamente como un drama de crisis matrimonial y sus derivados para luego sí convertirse en un filme adrenalítico repleto de acción.
Con inconfundible onda setentera desde el estilo de hacer cine, un gran reparto qeu cumple estrictamente las exigencias del guión, y algunos toques pícaros, el filme nos pasea por una historia que no sólo se dedica a desplegar vértigo y caos. Sino que por el contrario, hay todo un entrelazado de subtramas y un generoso desarrollo de personajes como para que el filme tenga en sus comienzos un sobrio y aplomado cariz, para luego sí proyectarse en una aventura de supervivencia con crisis sobre colapsos sísmicos llena de atractivo visual.
Desde la profundidad conceptual, la cinta sirve para demostrar cómo en situaciones límites salen a flote las bondades y miserias más hondas del ser humano. Así, en esa frenética lucha por sobrevivir, hay tiempo para gestos solidarios que demuestran el altruismo pero también para saqueos oportunistas que demuestran el egoísmo más perverso.
Pero el plato fuerte son sus efectos especiales destacados en los premios Oscars. Los mismos demuestran mucha inventiva y originalidad para dar vida al patatús sísmico y la consecuente amenaza de muerte. Aquí no se contaba con los avances de la digitalización, todo el trabajo técnico es muchísimo más artesanal (trucajes, movimiento de cámaras, maquetas, tomas panorámicas y logradas escenografías) pero igual de efectivo para otorgarle el contexto visual ideal para un filme que exige tensión y excite emocional.

Verdaderamente es una obra maestra del terror, tanto por la solidez y el grado de magnetismo de los guiones de las tres historias relatadas como por la tétrica ambientación visual que la cinta posee.

Pero no es de la clase de terror que busca lo sangriento y lo truculento, sino que mas bien es horror psicológico con muchos diálogos y con una fuerte impronta literaria que le da un aire fino e inteligente a la película.

Este filme nos cuenta tres historias (basadas en cuentos de Edgar Allan Poe) con características bastante disímiles, pero todas conseguidas en forma potable tanto desde lo opresivos climas como desde la elaboración textual.

La primera (El caso del Sr. Valdemar) aborda algo de temática sobrenatural y tiene buenos momentos de tensión, donde un doctor que experimenta con métodos alternativos para curar se meterá en el terreno delgado que separa la vida de la muerte. Un cuento oscuro y escabroso en su contenido, donde se respira el morboso aroma mortuorio que sugiere ese desconocido terreno donde se experimenta el evitar el natural suceso del fallecimiento del ser humano.

La segunda (El tonel del amontillado) es un cuento bien elucubrado en su trama, donde se respira una sádica venganza de quien quiere desquite, pero realizado con altura y engañando a la víctima hasta el punto de que sea ella misma quien sentencie su condena. Un relato frío y calculado donde lo pasional queda camuflado debajo de falsas apariencias, pero es el motivo fundamental que da vida al conflicto narrativo que se desarrolla.

La tercera (El corazón delator) es un cuento engañoso en las apariencias de los personajes, y el factor sorpresa junto con el alto grado de trastorno psicológico que se respira son los elementos destacables en este tramo del filme. Aquí vemos por un lado la maldad expuesta en ese viejo relojero que está peleado con el mundo y que odia todo lo que le rodea, pero también hay tiempo para ver la maldad solapada que está agazapada para atacar ante el menor descuido.
Además esta historia cuenta con el interesante duelo interpretativo entre Narciso Ibáñez Menta (el relojero) y su hijo Narciso Ibáñez Serrador (el jovencito), juntos otorgan desde las interpretaciones un marco óptimo para que el filme derive de a poco en una oferta muy sugerente donde lo psicológico y la vuelta de tuerca nos dejan con la boca abierta.

Es notable la calidad en la cinta por dos motivos: ya que fue una de las pioneras en adaptar a la pantalla grande obras del gran Edgar Allan Poe y porque la calidad de esas adaptaciones son sencillamente brillantes tanto desde la puesta en escena como desde las interpretaciones de los actores. Y si hablamos de los intérpretes es imposible no encomiar la majestuosa actuación de Narciso Ibáñez Menta, pilar fundamental para lograr el alto nivel de sugerencia y de convicción que el filme logra desde el expresionismo y desde las actuaciones.



Sigo en spoiler sin revelar nada decisivo.