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España España · Granada
Críticas de Garzía
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Críticas 200
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de agosto de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción como tal en el mundo del cine, entendiéndola desde un punto de vista cuya ejecución la transforma en algo maleducado y sin explicaciones, ha mantenido siempre unos resultados más que óptimos por ser una simple fuente de entretenimiento más allá del disfrute con una película poco convencional y de trasfondo épico.
La acción es un elemento cinéfilo, un tipo de cine concreto que nos embauca en su propia forma y estilo, abstrayéndonos de todo lo que no sea un disparo certero o una explosión de la cual no hay explicación para sobrevivir.
“Los mercenarios” (Sylvester Stallone, 2010) consiguió abrir la lata con una obra creada con este fin: el entretenimiento más puro y directo, conjugando estos disparos y explosiones con nombres ilustres del panorama internacional del cine de acción sin límites, y en el cual todo era posible mediante la fuerza e inteligencia militar. Y tras abrir la lata, surgió un par de años más tarde “Los mercenarios 2” (Simon West, 2012) en lo que resultó algo más completo y perfeccionado que la primera entrega, cuya fuerza residió en la agilidad y la magnífica puesta en escena de la misma.
“Los mercenarios 3” (Patrick Hughes, 2014) es otra historia. La mezcla de nombres cuyos mejores recuerdos en el mundo del cine están realizados a base de golpes, ha crecido, y ahora se trata de una verdadera macedonia de golpes y armamento para los cual el guión y la trama han terminado por renunciar y meterse dentro de la explosión que haga saltar a los protagonistas. La acción que alzó a esta saga como verdaderamente digna de ser conocida no llega al nivel aceptable de las anteriores, quedando en algo más ínfimo y deteriorado con esta entrega que, atesora momento de humor sin llegar a entrar tampoco en los pequeños detalles que hicieron encariñar al espectador con los protagonistas.
Un Stallone al que cada día parece que más le puedan estallar las venas y Jason Statham haciendo lo que siempre hace, y que siempre hace bien, son lo rescatable de un reparto que pierde la virilidad veterana de las entregas predecesoras debido a la inclusión de jóvenes aspirantes a tipos duros del panorama. Wesley Snipes es desaprovechado, aunque posee las mejores escenas de la película justo en su comienzo, y Antonio Banderas ejecuta su papel de manera tan maestra que resulta insultante verle tan poco en escena. –a pesar de una introducción hacia su personaje con clichés típicos españoles-
Tenemos pues, a Mel Gibson haciendo de malo malísimo, y a Antonio Banderas dando de comer al publico el humor que le falta al resto de integrantes; un Snipes desaprovechado, pero cuyas pequeñas apariciones son rescatables; unos jóvenes muy verdes en lo que a darle un bocado a una cámara se refiere y elementos sorpresa que aseguran diversión. Pero lo que preocupa de esta entrega es lo que no tenemos: esa falta de vigor y especial atención a una película que encandiló en escenas y puesta a punto, sin caer en la fórmula mágica de hacer dinero que el cine de acción resulta ser.
Quitando la primera parte de la cinta, hay que esperar hasta casi el final para disfrutar de la acción que se nos resiste durante el resto del film, y aun así el desenlace no termina siendo la notoria y directa forma de acabar en las anteriores, ni frase lapidaria que así nos recuerde.
Los mercenarios 3 nos deja un sabor agridulce y un espeso recuerdo sobre su ejecución y verdadero objetivo, pues ante la alteración de un original que perfeccionó la acción hasta hacerla digna y deseada, los resultados que se consiguen pueden conseguir que la vuelta de tuerca sea más dura de lo que se presuponía, y así, que el tiro haya salido por la culata.
Garzía
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9
16 de febrero de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película nominada a los Premios Oscar de este año en hasta 5 ocasiones, incluyendo mejor película, actor (Mortensen) y actor de reparto (Ali), nos cuenta una historia que todos conocemos. No en el sentido estricto de la palabra conocer, pero si en la simplicidad de la misma. Un hombre rudo y “trapichero” se embarca en un viaje de ocho semanas con un sofisticado y refinado artista; y para más inri uno siendo blanco y el otro negro en una época más que convulsa y racista d la historia reciente del mundo.

El primero, Tony Lip, es casi un calco en cuanto al ritmo de vida (y apoyándonos en el mismo barrio también) al padre obrero de ‘Una historia del Bronx’; ese Robert de Niro que se deshacía en intentos de llevar un plato caliente a la mesa y de que todo lo que estuviese en su mano funcionase.

El segundo es Don Shirley; un excéntrico y solitario artista negro cuyas vistuosas manos hacen las delicias de los oídos de un cabo al otro de los EEUU y parte del extranjero; lo que le “obliga” en cierto modo a tener que embarcarse en una aventura tan larga y cansada, como peligrosa para alguien de sus características en pleno 1962.

Es un ejercicio difícil hacer una película comédica donde los tintes racistas están al orden del día. La búsqueda de no herir sensibilidades pero contar claramente los menesteres y problemáticas de un hombre negro en la Alabama (por decir uno) de los 60 es un inmenso trabajo que Peter Farelly ha sabido realizar envolviéndolo bajo el manto de los clichés, pero con un toque especial que lo diferencian.

La película se centra pues, en como esa interacción con su nuevo jefe, va cambiando el punto de vista de un Tony Lip y su trato con las personas negras gracias al viaje que mantiene con Don Shirley. Uno de los mayores tópicos del antirracismo es la frase atribuida a Unamuno que reza: “(…) y el racismo se cura viajando.”. Pues en este caso, viajar por toda la franja sur de los Estados Unidos en los 60 con un negro en el asiento trasero del coche, que encima es tu jefe, provoca una reacción en Tony.

Quizás sea la compañía que Tony le ofrece a Don Shirley lo que hace que el segundo tome al primero en estima pronto, pero manteniendo ese espacio entre ambos, muestra de respeto y cierto, digamos, temor. Aun así, las escenas de viaje son divertidas, tópicas pero atípicas y con un sentido del humor que araña la elegancia más sencilla. Todo lo que transcurre en el automóvil es el gran atractivo de la película, mientras que las escenas fuera del mismo son un complemento a esos diálogos ricos y enriquecedores que terminan enterneciendo la historia y dotándola de un sentido de la amistad de los más atípico.

Una vez demostrada la maravillosa forma de llevar el tema del racismo por el metraje de la película y teniéndolo asimilado, no queda más que disfrutar de la música de Don Shirley, pero sobre todo de la interpretación del dúo protagonista.

Viggo Mortensen es tan rudo como se ve a primera vista, pero su trabajo frente a la cámara denota una calidad riquísima. Si tiene que resultar desagradable parece el típico personaje con el que no cruzarías una palabra y cuando crees que va a explotar te sorprende tomando una decisión acertada… más que normal su nominación.

Mahershala Ali por su parte, es la salsa perfecta para Viggo Mortensen. Cuando su Don Shirley llena la pantalla, lo hace por completo, y su interpretación es más que sobresaliente. Otro que es más que normal que esté nominado.

En definitiva; una película preciosa. Su nominación no es más que el resultado de un trabajo bien hecho y llevado de manera asombrosa tanto por la dirección como por los protagonistas.

Una comedia dramática que dibuja una curva ascendente en los labios en todo momento de la película, cuyo cierre es sensacional, y que además dejará ese pequeño y húmedo instante en el lagrimal de toda persona con cierta sensibilidad. Una delicia.

Crítica para MAGAZINEMA.
Garzía
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3
5 de febrero de 2022
18 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, así no. A ver, en el mundo de las películas de destrucción o de desastres naturales Roland Emmerich es uno de los grandes. Director de películas como ‘Godzilla’, ‘Independence Day’, ‘El día de mañana’ o ‘2012’ conoce perfectamente como hacer que los rascacielos más grandes del mundo sean un espectáculo de destrucción dentro de una película y como hacer que protagonistas corran como locos buscando soluciones y supervivencia.

Algo bárbaro podías esperar de ‘Moonfall’ teniendo en cuenta la mera dirección. Además la sinopsis tan impresionante de que, como resumen, la luna viene en dirección a la Tierra… ¿qué podía fallar? Pues bien, parece ser que el problema reside en que falla casi todo. Desde el inicio creado por la cinta en el que se nos pone sobre aviso muy pronto de que no tiene la calidad que se presuponía hasta un final sacado de la manga sin mucha razón.

La forma en la que ‘Moonfall’ podría creer en si misma se ve disipada por una sobredosis de efectos sin empatía con la naturaleza humana. Esto, fuente de inagotables alagos hacia Roland Emmerich en otros de sus títulos, es un desastroso recurso que no funciona y que alimenta la decepción del público, puesto que las impresionantes imágenes que esperamos de una cita con su firma no se encuentra en esta, quedando huérfana de una fotografía asombrosa, siendo más bien un ejercicio medianamente correcto con leves ápices de lo que ‘Moonfall’ podría haber sido, pero no.

Desde el instante uno parece no tomarse a sí mismo en serio, y se convierte en una sucesión de escenas sacada de contexto o demasiado adornadas con efectos especiales que no terminan de llenar la trama. Una historia ocurrente y con una buena capacidad para asombrar se queda empequeñecida a merced de que la salve algo, como por ejemplo las interpretaciones. Pero nada más lejos de la realidad; desde Patrick Wilson con cara de creerse en una serie B en vez de en un blockbuster y con una Halle Berry que no termina de casar con el personaje, lo único medianamente destacable en el apartado sería John Bradley-West y un Charlie Plummer que me llamó bastante la atención.

En definitiva, ‘Moonfall’ es una fallida película de ciencia ficción que no logra encandilar y que parece no tomarse en serio a si misma. Una cinta cargada de efectos especiales que, en leves instantes asombran, pero llena de muchísimos fallos que hacen que no se consiga conectar con ella. Ni por el apartado espacial, ni por el espectáculo visual, ni por una trama que hace aguas… ‘Moonfall’ es de las peores películas de Roland Emmerich.

Crítica para MagaZinema.
https://www.magazinema.es/
Garzía
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9
24 de julio de 2023
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que te sientas frente a ‘Oppenheimer’ te das cuenta de que cinematográficamente estás ante algo diferente. No precisas de mucho tiempo para ir nadando en la corriente que va comenzando desde los primeros minutos de la película y que te van bañando con su cristalina sucesión de “puestas a punto” iniciales; puestas a punto que van formando el origen de lo que Christopher Nolan tiene pensado y organizado para dejarte ojiplático y boquiabierto. Este thriller biográfico que es ‘Oppenheimer’ y que acaricia el éxtasis político, bélico y gubernamental no da un respiro, no da tregua y no ejecuta ninguna de las razones cinematográficas contemporáneas y conservadoras; es ilimitada en la forma y valiente en el acto, y muestra su bravura desde que comienza hasta el final.

Nos narra la historia del físico celebérrimo y brillante que fue Robert Oppenheimer; no completa, pero si la parte importante del capítulo de su vida en el que formó parte del “Proyecto Manhattan” y que vincula su vida a la creación de la bomba atómica como tal. Este capítulo que, como a todo vecino, dejó secuelas morales que fueron siendo razón tanto para laurear como para desacreditar a lo largo de su vida a su persona. Algo cautivaría a Nolan de su biografía como para querer cogerla y dibujar una película que de seguro formará parte del iconismo cinematográfico a lo largo de la historia. ‘Oppenheimer’ es una imperiosa cinta que exalta todos los puntos y elementos que forman una película hasta colocarlos en lo más alto de un pedestal. No hay descoordinación en ninguno de los segundos que la cinta se presta a mostrarnos ni se sumerge escondiendo nada; al contrario, más bien es un ejercicio valiente en el que la palabra tiene un poder inmenso, mastodóntico y fundamental para que ‘Oppenheimer’ sea lo que es. Ese arrojado y osado ejercicio de palabras que son su guion no es que cautiven únicamente, es que sabiéndolos disfrutar son una conversación maravillosa digna de estudio que marca cátedra de como crear un guion.

Si algo tiene ‘Oppenheimer’ es la importancia de la palabra de este guion comentado. Cada instante que nos adentramos en las palabras que van firmando el grupo de personajes que tenemos enfrente nos vamos encontrando con más y más riqueza, sabiendo que el tesoro que son los diálogos ya crean una célebre obra digna de ser vitoreada. A esto podemos unir un clima y una atmósfera que dejan la tensión latente durante su metraje. ‘Oppenheimer’ no es una cinta fácil ni sencilla, es un ejercicio vinculado a una dificultad y a un desasosiego continuo; a una empatización no forzada y a la búsqueda constante de un equilibrio que te permita mantenerte entre sus personajes, por lo que crear ese aura de envoltura para semejante caramelo era de una importancia capital que permitiese al espectador sentirse inmerso en la misma, y más teniendo en cuenta la duración. Recursos maravilloso pues los desajustes cromáticos y la desaturación en diversos instantes de la cinta. Otorgan belleza a la fotografía y son un foco para el entendimiento de una, insisto, película que no es sencilla precisamente.

Interpretativamente el peso mayoritario de ‘Oppenheimer’ tiene nombre y apellidos: Cillian Murphy. El actor acapara gran parte de la película y su importancia es inmensa para que, obviamente, conozcamos a este Robert Oppemnheimer; pero más allá de ello es el hecho de que Cillian Murphy nos regala una interpretación que, si bien presuponíamos le colocaría en las quinielas para todo, podemos obviar esa presuposición y afirmar que debe ser un hecho como tal. Es inmenso su trabajo, como para estar bien orgulloso, pues aparte de la credibilidad que le otorga al hombre al que está dando vida, ejerce como si de Atlas con el mundo se tratase, con tesón y más que buen hacer el arduo trabajo de sostener el peso de una película; de esta película. Emily Blunt no tiene el mismo peso dentro de la trama de la película ni en la cantidad de minutos de metraje, pero aun así está excelsa y sublime en cada instante que aparece, quedando para el recuerdo 40/50 segundos aproximados de cierta escena que no desvelo por no decir spoilers que son oro de tropecientos kilates. El tercer gran nombre a analizar es un Robert Downey Jr. al que quitarle el traje de IronMan cuesta en ocasiones, pero que justo en esta nos ofrece un trabajo limpísimo, impecable. En relación a las interpretaciones, bien poquito que comentar.

En definitiva y para no alargar en demasía este comentario sobre ‘Oppenheimer’; posiblemente sea la película del año y la más madura de su director, un Christopher Nolan que se asegura seguir en el olimpo de los directores, donde tiene un sitio reservado que se ha ganado a pulso. ‘Oppenheimer’ es inteligente, agotadora y cruda, pero pasa a una velocidad bárbara que nos permite disfrutar de principio a fin. Cada segundo que tenemos frente a nosotros en la pantalla es una de las razones por las que el cine debió ser creado en su día.

Crítica para MagaZinema.
https://www.magazinema.es/
Garzía
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7
22 de noviembre de 2020
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Javier Fesser es un director bastante único. ‘El milagro de P. Tinto’ puede dar buena prueba de ello, pero repasando su filmografía encontramos también que ha dado vida a los famosísimos Mortadelo y Filemón, que tenemos ‘Camino’ o que ‘Campeones’ ha sido y será una de las más apreciadas películas del cine español. Tras este camino, ‘Historias lamentables’ aparece en su colección para hacernos llegar una comedia con historias conectadas entre sí donde su sello personal y ese caricaturesco estilo que ofrece cada personaje son la delicia de la obra en sí.

Parece una vuelta a esos orígenes cortos de Fesser. Cada relato dentro de ‘Historias lamentables’ tiene brochazos diferentes para culminar la obra, pero siempre con ese aire fresco de una comedia diferente a la que la taquilla está acostumbrada. Los gags están y las situaciones rocambolescas que parecen sacadas de cómic de antaño también, lo cual unido al sello visual tan propio, ofrecen desde el minuto uno la personalidad propia adherida a la película. De hecho es en esos episodios donde encontramos otro de esos sellos que hacen tan peculiar las obras de Fesser; la construcción de unos personajes propios que son la riqueza absoluta de la historia, sin necesidad de, aunque no por ello descuidar, atender a la trama y vigilarla por completo.

Ojo, no se me malinterprete. El metraje está cuidado en el apartado de guion y montaje (trabajo de hecho que, en apariencia, me resulta muy complicado en historias interconectadas como las que ‘Historias lamentables’ nos ofrece). Pero la potencia artística de los personajes es tal, que Bermejo, Ayoub, Tina y Alipio hacen que todo lo demás parezca más de lo que es. Extrapolando esto al deporte, digamos que son la estrella del equipo que hacen que los demás sean mejores de lo que son.

Esos personajes pues, creados para la ocasión en ‘Historias lamentables’ son una mezcla que roza la perfección. Ramón tiene el comienzo perfecto para hilvanar toda la película. La historia de Bermejo va camino de clásico absoluto, porque tanto el personaje como la sucesión de situaciones que le ocurren ofrecen lo suficiente como para que así pueda ser considerado. Presencia que parece sacada de un cómic para la diversión pura, nos ofrece una muestra de lo que un complejo de inferioridad o un absoluto deseo de control ante toda situación pueden causar en una persona cuando no queda más remedio que improvisar.

Ayoub y Tina forman un tándem perfecto. El uno sin el otro no tienen mucho, pero juntos son espectaculares. Tocando temas tan complicados de llevar en una comedia como es el racismo, nos muestra la ternura en su máxima expresión y como muchas veces, los sueños más lejanos solo necesitan un pequeño empujón. Alipio ofrece un punto de vista más serio a la comedia pero a la vez más absurdo; en su cambio de peinado o en su forma de hablar al principio y al final de su «episodio» es donde se muestra la pérdida de control. La Excusa S.L., empresa que se dedica a inventarse las excusas más rocambolescas e histriónicas imaginables para sacar del apuro a quien la contrata, ofrece uno de los mejores momentos vistos en comedias en los últimos años sin ninguna duda.

Una comedia fresca y divertida, cargada de tantos momentos absurdos que unicamente podemos hacerle frente con una buena dosis de risa, dejándonos llevar al terreno que la propia película nos ofrece. Ahí tenemos otro de los grandes puntos fuertes de ‘Historias lamentables’: el cóctel es perfecto cuando entre lo absurdo se encuentra la ternura, haciendo que el público se encariñe con todos y cada uno de los personajes protagonistas de la obra.

En definitiva, posiblemente la mejor comedia del año y un aporte al cine que bien ha de tenerse en cuenta. Una sucesión de absurdeces inteligentes, si se me permite esa pequeña expresión ambigua, que se va alimentando en torno a sí con unas historias que son complementarias y muy diferentes. Muy probablemente, y cada uno personalmente con algún momento distinto, encuentre en ‘Historias lamentables’ el instante que más carcajadas le haga soltar cinematográficamente este año. Genial, Fesser.

Crítica para MagaZinema.
https://www.magazinema.es/
Garzía
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