Una ‘no historia’ que hace que la de “Salvando a soldado Ryan” parezca la de “El Padrino” en comparación.
‘No personajes’, ala “Dunquerque”, pero sin comprometerse realmente con ello, dando a los dos protagonistas unos cuantos “momentos y diálogos emotivos” (algunos buenos o aceptables; otros ridículos y forzados) típicos de los usuales arquetipos y de los más básicos “arcos emocionales”.

El valor de la película se basa en el 'truco' (un realmente difícil truco) de 'una toma', que claramente no es una toma, y requiere de excesivas ‘no escenas’ en las que nada pasa (gente lentamente caminando, arrastrándose, trotando). Además de eso, unas cuantas escenas visualmente descomunales, pero que no se relacionan con el truco de “toma continua” y en una película “normal” y mejor, también hubieran sido geniales.

Así que, un cero por la historia; un cero por los personajes; un cero por la banda sonora; un diez por los trucos técnicos; un diez por ciertos momentos espectaculares aislados; y un cero por momentos absolutamente ridículos que se supone sean emotivos. Supongo que el que se sienta inmerso y “dentro de la película” por la toma única vivirá más fuertemente los momentos que para mí fueron la nada misma. Técnicamente magnífica... basura.

Nada que reprochar porque cuenta la historia. Pero lo hace como si fuera poco más que una entrada de wikipedia. Nos enteramos de lo que ocurrió, y cómo, pero los mejores documentales nos dibujan el contexto en el que el hecho se produjo, nos dejan adentrarnos en los "protagonistas", en mayor o menor medida, y suelen dejar algo más que un simple relato, ya sea en forma de emoción o en forma de reflexión acerca de las posibles y evitables causas del, habitualmente trágico, hecho. O aunque sea dejan algo más que sólo la historia. Y este documental carece de interés en hacer eso.

Mi puntaje para documentales es:
-7, si es genial
-6, si es bueno
-5, si es más bien normalito.
Como todos me entretienen, menos que 5 no se justificaría.

Los primeros 20 minutos son la excelencia pura de la comedia (al menos de este estilo paródico, absurdo), con la inteligencia y sutileza típica de los Python, es decir, combinada a las tonterías más simples con precisión quirúrgica, elevando el arte de hacer reír a su punto más alto.

Pero también es cierto (aunque en extremo subjetivo, dado el género) que los siguientes 60 o 70 minutos no son así de constantemente buenos, con escenas igual de geniales y otras algo más densas (con sobreuso del rompimiento de la cuarta pared y/o no pudiendo superar el claro obstáculo de falta de presupuesto).

Aun así, es imposible decir que no se mantiene un más que aceptable nivel, dado que por cada momento flojo, se encuentra otro opuestamente glorioso. Gran paso adelante respecto al primer film (conjunto de sketches salidos en la serie de televisión) de 1971.

Un De Niro de lujo interpreta a Vito Corleone en sus inicios y un poco se roba demasiado la atención de la impresionante y trabajosa historia principal: el intento de Michael por mantener y extender el imperio de "La Familia".

Con un tono más oscuro y trágico que violento en sí (aunque por supuesto, violento también), tenemos una secuela absolutamente genial, aunque algo menos memorable o más bien con algunos segmentos no tan impactantes que se estiran un poco.

Eso sí, compensa siendo incluso más ambiciosa que la primera, con una trama más compleja y exquisita en detalle, de las traiciones y los acuerdos mafiosos en los que Michael se ve obligado a navegar, y que junto a los flashbacks de Vito Corleone, fluyen en genial armonía y nos preparan para digerir el hermoso y simbólico final.

La perfección absoluta.
La historia, épica.
Las actuaciones y diálogos, memorables.
El ritmo, implacable.
La edición, precisa.
La música, icónica.
Francis Ford Coppola creando una obra de arte para la eternidad. La cadencia de las escenas se combina con un ritmo general de infierno, haciendo que cada cosa que vemos en pantalla sea esencial. Al mismo tiempo, ese cine de época, con escenas más largas y sin tantos cortes, dan espacio para que se disfruten mucho más los detalles de los diálogos y las performances de los actores. Una perfección que hay que verla para creerla.