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España España · Palma de Mallorca
Críticas de Robert Denigro
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Críticas 216
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
1 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante: "Memorias de África" es una maravilla y siempre al verla, de forma inevitable, una lagrimita zozobra en mi mirada.

Dicho esto:¿Hay en "Memorias de África" una gran historia de amor? Yo creo que no.

La pobre mujer está más colgada que una alcayata y los hombres pasan por su vida como fantasmas. Las fugaces visitas de Robert Redford a la granja de la protagonista parecen manifestaciones espectrales más propias de "El sexto sentido". Redford se pasa toda la película marchándose a otro sitio. No hay un amor claro, ni mucho menos arrebatado en Redford.

El gran truco de Sydney Pollack es hacer pasar lo que más bien parece una amistad fraternal en un Gran Amor. La elegante partitura de John Barry engaña al espectador convirtiendo el amor en un emotivo paseo aéreo por la sabana africana y sus inmensos horizontes carmesí. Cada escena, cada imagen de "Memorias de África" nos habla del amor mucho más que los propios personajes.

Redford y Streep, náufragos de la grandeza de África, parecen unidos por una soledad en la que se identifican de forma fatalista. La necesidad de amor, pero no el amor, es el auténtico romanticismo melancólico de "Memorias de África". En cualquier caso una película preciosa. Que mis palabras no les roben la emoción de una obra maestra.
Robert Denigro
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5
28 de mayo de 2024
8 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no bastaba con la agresividad masculina, ahora las mujeres también están en estado de cabreo perpetuo. Llamadme cursi, pero de pequeño el cine clásico de los 50 me enseñó otros valores, donde las mujeres representaban el amor, los cuidados, la serenidad y esa costumbre de regalar flores, un gesto que a las nuevas generaciones les parece trasnochado. Pero intuyo que las cosas no han cambiado tanto y son muchas las mujeres que siguen adorando las flores, incluso que sueñan con casarse de blanco. Y menos mal, porque una mujer en estado de cabreo perpetuo no parece la mejor compañera de vida.

Hablemos de "Furiosa". La crítica aplaude su feminismo. ¿Pero qué feminismo es este? "Furiosa" es prácticamente machista. Una película gobernada por la testosterona, con un bestialismo totalmente masculino, donde la mujer es una marioneta. Al menos en la película "Mad Max, más allá de la Cúpula del Trueno" reinaba Tina Turner, una mujer poderosa que mandaba en Negociudad. Pero Furiosa no manda nada, es zarandeada de un lado a otro, siempre como moneda de cambio de malvados señores de la guerra. Ni rastro de empoderamiento. La ciudadela de Immortan Joe es una comunidad de hombres. Una colmena de violentos súbditos entregados a su líder. Las pocas mujeres que acompañan a Immortan Joe son obligadas a parir bebes de forma industrial. Esclavas de su biología reproductora. En otras palabras: el feminismo de "Furiosa" es un paripé.

Mad Max ha perdido su esencia de carretera y la separación entre el bien y el mal. En la película original (la mejor) había buenos y malos fácilmente identificables. Por un lado estaban Max y su mujer que eran buenos, se querían y se decían cosas bonitas. Por otro lado estaba la banda de moteros lunáticos, que sólo pensaban en hacer maldades. Con esta sencilla división era fácil tomar partido. En cambio en "Furiosa" no hay una moral clara. Mejor dicho: prácticamente todo el mundo es mezquino. Es imposible empatizar con unos personajes tan antipáticos. Por eso la venganza de Furiosa no emociona a pesar de que Miller quiera vestirla con la más grandilocuente parafernalia after-punk. La épica sobredimensionada de "Furiosa" es tan estéril como su feminismo.

El peor cambio de la saga Mad Max no es su relamida textura digital sino el transfuguismo de George Miller hacia un feminismo bienqueda. Dicho esto la película resulta entretenida, con una puesta en escena mastodóntica que es puro nervio. "Furiosa" no es tanto una película como un carnaval exagerado de la forma.

Para terminar: gracias a Filmaffinity por ser un bastión de la opinión libre, en el que se puede discrepar del feminismo sin ser tachado de machista.
Robert Denigro
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3
22 de mayo de 2024
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En francés la película se titula "Quitter la nuit", algo así como olvidar la noche. Un título que tras ver la película se entiende perfectamente. Pero en castellano han decidido llamarla "Víctima imperfecta". ¿Qué puñetas significa víctima imperfecta?. Sigo dándole vueltas. Tal vez es una víctima imperfecta porque no coopera lo suficiente con la policía. Pero desde la perspectiva del violador la víctima perfecta sería aquella que calla y no denuncia. En fin, un lío.

Para mantener el suspense "Víctima imperfecta" no aclara si ha habido violación o no. Será la investigación policial y sobre todo la vida privada de los implicados la que irá desvelando el misterio. Delphine Girard presenta su primera película con una clara vocación de realismo social y aroma de nouvelle vague.

Una película con un tono marcadamente casual y amateur. Tal vez demasiado casual y amateur. Girard huye del maniqueísmo, construyendo una película aséptica, poco remarcada, donde no hay buenos ni malos, una estrategia que no sólo humaniza a los personajes sino que impide al espectador tomar partido en favor de un clima de incertidumbre. La película encuentra en ese estilo sus virtudes pero también sus defectos. Es lo que tiene el estilo nouvelle vague. Porque al final el espectador tiene la sensación de que apenas ha ocurrido nada.

¿Quién pone los títulos de las películas en España? No es una pregunta retórica. Quien lo sepa que me mande un mensaje privado. Gracias.
Robert Denigro
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7
12 de mayo de 2024
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo la impresión de que Viggo Mortensen es un poco "hippie". No lo digo con ironía, creo que en la vida real Mortensen es un poco "hippie". Además de su trabajo en el cine Mortensen pinta, escribe, es trotamundos y habla más de cuatro idiomas. Ignoro si toca el ukelele pero sería la guinda perfecta. Digo esto porque "Hasta el fin del mundo" tiene mucho del espíritu "hippie" de su director. Su protagonista quiere vivir una vida sencilla con su mujer, cuidar de su cabaña, de su huerto y formar una familia. Un planteamiento que recuerda mucho a la vida que quería llevar el mítico personaje de Jeremiah Johnson en el clásico de Sydney Pollack.

El actor Viggo Mortensen se pasa a la dirección en "Hasta el fin del mundo" donde también es protagonista junto a la actriz Vicky Krieps. "Hasta el fin del mundo" quiere ser un western "hippie" pero los códigos del western más clásico se lo impiden. Si a Jeremiah Johnson le fastidiaban el plan los indios a Mortensen le fastidian el plan un malvado terrateniente y la maldita guerra de Secesión.

Hay mucho de western setentero en "Hasta el fin del mundo". Una década en la que el género se alejaba de los rigores castrenses de John Ford para responder a las nuevas demandas sociales. El western setentero se hacía eco de valores como el pacifismo y el amor libre en obras maestras como "La leyenda de la ciudad sin nombre", "Mc Cabe y Mrs. Miller" o la preciosa "La balada de Cable Hogue".

"Hasta el fin del mundo" tiene su mayor virtud en ese pulso entre la rigidez de la tradición y una cierta laxitud contemplativa. No es una película perfecta (las licencias feministas son de un chirriante anacronismo) pero Mortensen construye una película romántica a su manera, muy entretenida y respetuosa con el género.
Robert Denigro
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5
26 de abril de 2024
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La India ha cambiado mi vida. Viven en la miseria, pero son felices. Por cierto no os perdáis la puesta de sol en Benarés”. Sin duda muchos de ustedes han escuchado esta frivolidad más de una vez. Tal vez ha sido usted el último en decirla. Mientras la religión católica cae en desgracia el misticismo oriental se apodera de Occidente. Ahora la gente decora sus casas con bustos de Buda, habla sobre chakras y maneja palitos de incienso con la soltura de un monje tibetano.

A pesar de su aparente profundidad el fanatismo oriental evidencia, no tanto un fervor religioso, sino la superficialidad de Occidente. Nada confirma con más fuerza el triunfo del capitalismo como esas imágenes de Buda que compramos en IKEA.

Dev Patel, el chaval indú de “Slumdog millionaire” se ha hecho mayor y se ha convertido en una estrella de Hollywood. Ahora se estrena como director con “Monkey Man”, una violenta película sobre la India, un país que en manos de Patel nada tiene que ver con la alegría de Bollywood. A primera vista “Monkey Man” parece otra película de artes marciales y peleas coreografiadas (estilo Ong-bak) pero es mucho más que eso. Hay en la película un agresivo mensaje que nos habla de la furia de todo un país.

Enfundado en su máscara de Dios Mono, Dev Patel (también protagonista) deja atrás su imagen de chico bueno para interpretar a un luchador atormentado que reparte estopa en peleas clandestinas. Pero su lucha va más allá del cuadrilátero. Patel lanza porrazos contra la corrupción política, pero sobre todo contra los tópicos occidentales que han construido una visión infantil de la India. En “Monkey Man” la India es un país cabreado y oscuro muy alejado del colorido festival de especias que nos vende Instagram. “Monkey Man” nos deja claro que los indios no están riendo todo el día, ni regalando a los turistas bendiciones namasté.
Robert Denigro
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