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Críticas de Jinete nocturno
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Críticas 184
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
2 de marzo de 2015
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos por partes: Lord of Tears, a pesar de sus buenas ideas y reconociendo algunas virtudes, es una película fallida. No tanto por lo que no es en sí, sino por lo que podía haber sido: no colma ni lejanamente la salivación perruna a la que invita el agradable sabor lovecraftniano de su trama y las “golosas” imágenes del “hombre búho” (un hallazgo iconográfico formidable, aunque no del todo original) con las que uno se topa en cuanto ‘googlea’ su título.

Por desgracia, las torpezas aquí se acumulan por capazos: la puesta en escena es descarnadamente amateur; digna de lo que cabría esperar en un chaval que rodase un corto en “super 8”. La cámara está muerta: no es capaz de dotar de un mínimo fluidez y vida a la acción, limitándose la mayor parte del tiempo planos fijos (carentes de profundidad de campo y mal iluminados): prueba de la ABSOLUTA escasez de medios con la que se contaba. Tampoco puede decirse que la banda sonora sea “impactante” o que el reparto (tan amateur como todo lo demás) deje especial buen recuerdo con sus actuaciones, precisamente; a destacar únicamente el descubrimiento de Alexandra Hulme, y no tanto por sus dotes interpretativas como por ser un bellezón "pin-up".

Así que, más que decepcionante, yo diría que el resultado final es frustrante: según pasan los minutos, el espectador se encabrona progresivamente imaginando modos mejores (bastante obvios) en los que podía haberse rodado cada secuencia y que podían haber hecho de esta películilla -interesante, pero torpona- un peliculón. Al fin y al cabo, IMAGINAR ES GRATIS, ¿Verdad?

Y a eso, precisamente, voy… Porque, leyendo como ciertos “críticos” de por aquí se toman a chufla la película, tratándola con un desprecio absoluto desde su “atalaya” de conocimientos “insondables” de videoclub de barrio, me ha apetecido ponerme a ‘repartir’: la película, y quien no lo reconozca así no tiene ni pajolera idea de en qué consiste el cine de terror, es cuando menos digna, y atesora algunos hallazgos que hacen imprescindible dedicarle un visionado: a pesar de los pesares, de lo más interesante rodado en el último lustro. Y desde luego, como diría ‘tito Vlad’ “No es cosa de risa”.

Sí, porque alguno nos cuenta que “en el cine provocó numerosas risas”. No digo que no; los niñatos quinceañeros (o adultos de mentalidad equivalente) son mucho de risita estúpida ante “culo, caca, pis” o todo lo que se salga un poquito de lo convencional. En todo caso, la película, que quizás no siempre se muestra especialmente acertada en las formas, dista mucho de ser ridícula e insultante y, con cuatro duros de presupuesto, cumple con decencia sus objetivos: cuenta una historia relativamente original y consigue resultar inquietante en al menos un par de ocasiones: más que el 95% de refritos/remakes/plagios/reboots con los que nos fríen el cerebro cada día.

Desde luego, a los críticos de Bloody Disgusting, que la metieron en la lista de mejores films de 2013, no les debió parecer tan “ridícula” Y a los jurados de los múltiples festivales de fantástico que la han premiado, tampoco. Y repito: a mi no me parece ni lejanamente una obra maestra, pero hay que valorar las cosas en su contexto y no quedarse mirando el dedo cuando señalan la luna.

Veréis, chavales, que os veo despistados y un tanto injustos: ridícula y digna de mearse de risa era, por ejemplo, Prometheus, que con un presupuesto de 130 millones fue incapaz de hilar una trama mínimamente coherente, o El Hombre de Acero, un atentado a la inteligencia humana que tiró por el váter 300 millones de presupuesto en pirotecnia digital. ¿Lo pillamos? En este caso, tenemos un señor que con 100.000 euros ha sido capaz de poner en pie una película lo suficientemente decente para algunos hayamos pasado un rato medianamente satisfactorio, así que cualquier amante el cine (que no tenga carcomido el cerebro por los blockbuster) tiene que decir “Ole tus cojones”.
Jinete nocturno
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9
30 de noviembre de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seré claro: si me hubieran preguntado ayer mi opinión sobre Nolan, hubiera afirmado que era uno de los directores más ridículamente sobrevalorados de la historia: ni Origen, ni Memento, ni siquiera El Caballero Oscuro, me parecieron jamás otra cosa que correctos entretenimiento palomiteros cubiertos por una pátina de irritante pretenciosidad. Pero hoy, tras lo visto, me toca tratar recuperar el aliento, reordenar las ideas, y afirmar que he contemplado una de las películas más bellas, sutiles y profundas jamás realizadas. Una película que todavía, y tras un primer visionado, no alcanzo a calibrar totalmente, pero que creo destinada a crecer en mi recuerdo.

Nolan por primera vez se me antoja a la altura de su fama; como un creador audaz, valiente y visionario capaz de liberarse de la esclavitud del blockbuster y la tentación del truco efectista: un verdadero cineasta. Todavía no es Kubrick, no. Y no: Interestellar no es 2001. Pero es el film que más cerca ha estado de alcanzar su grandeza, de hacerle sombra y emular su mezcla de magia, misterio y esperanza. Ya solo por eso, y por devolverme la emoción que sentía de crío al mirar al cielo, merece toda mi admiración, asombro y gratitud.

Si tuviera que definir “pretencioso”, diría que pretencioso es aquello que, siendo pequeño, pretende ser tomado por grande. Interestellar, para mi sorpresa, es justo lo contrario: es un gigante que se esconde bajo el manto de lo sutil, de lo levemente insinuado, que huye en todo momento de la aparatosidad estéril. Que expresa grandes verdades de manera sencilla, y usa los medios y los escenarios al servicio de la historia, jamás al revés.

Porque si hace unos meses ponía a parir Gravity por su infumable retahíla de chapuceros errores científicos y por su traición al género, de Interestellar hay que decir que es la negación absoluta de aquella. Esto es ciencia ficción “hard”, seria y arriesgada: si no perfectamente rigurosa y verosímil en cada detalle, sí al menos completamente coherente; perfectamente cerrada sobre sí misma. Y sobre todo, y es lo más importante, es una obra trascendente y profunda; destinada no a ser un mero entretenimiento palomitero situado en el espacio, sino a utilizar su trama como excusa para volver a plantear las eternas preguntas, aunque maravillosamente reformuladas: “¿Qué quedará tras nosotros?” “¿Cuál es el verdadero sentido de la existencia?””¿Por qué amar a los que jamás volverán?” Todo ello empapado en lúcida melancolía, en una atmosfera de fatalismo, de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, y de angustia existencial ante la inexorabilidad de la muerte, que hace a esta obra a un tiempo eterna y ominosamente actual.

En efecto, Nolan nos presenta una distopia no tan lejana como nos gustaría creer; que, muy al contrario, parece querer ser un retrato apenas disimulado de nuestra propia sociedad actual: en clara decadencia económica, cada vez más sumida en la mediocridad y la escasez, al borde del agotamiento de los recursos naturales, y de la que ya sabemos que nuestros hijos vivirán peor que nosotros. ¿Alguien duda de que no pasaran muchos años antes de que ciertas profesiones, precisamente, las más elevadas, comenzarán a ser innecesarias?

Por último, quiero destacar el maravilloso trabajo de ese genio traicionero e irregular llamado Hans Zimmer: una auténtica maravilla. Si Zimmer peca a menudo de tirar del más descarado autoplagio, aquí se reinventa completamente. El Resultado es una música solemne, introspectiva y melancólica, que a veces parece beber del estilo de Philip Glass y en otros hace recordar al Mahler más crepuscular y fúnebre de la Novena y Décima. Palabras mayores.

Inolvidable.
Jinete nocturno
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7
29 de julio de 2014
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que no tenía la más mínima intención de ver esta película. Y no era para menos: a un completamente desacertado tráiler, que la vendía como un festival de efectos digitales y acción vacua -de esos que tanto detesto, por cierto-, se le unió una avalancha de algunas de las peores críticas que he leído, así que el diagnóstico estaba claro: bodrio al canto. Y claro, dado que mi cupo de basura a base de chorradas digitales y hostias gratuitas se cubrió para el resto de década con “El Hombre de Acero”, decidí pasar de lo que suponía era una profanación en toda regla de la vieja historia de samuráis.

Pues bien, una vez vista, tengo que confesar que lo primero que se me ha pasado por la cabeza es… Recetar una colonoscopia, a ser posible con una bombona de butano, a buena parte de los usuarios de esta web y a la práctica totalidad de la crítica mundial.

En efecto; la película me ha gustado. A lo mejor, y como bien dice cpharlok, debido justamente a la ridículamente exagerada saña de algunos. No digo que sea una "mega obra maestra" ni que vaya a cambiar el cine. Ni siquiera digo que sea un gran film: es evidente que hay despropósitos de guion y torpezas de montaje que criticar, y que la película podía haber dado mucho, mucho más de sí. Lo que digo es que el resultado es más que satisfactorio y que, desde luego, está muy por encima del promedio del cine comercial palomitero.

“¿Cuándo fue la última vez que una película de 200 millones de presupuesto consiguió que te asomase la lagrimilla?”, me he dicho. “En la puta vida”. “Entonces es que a lo mejor algunos se equivocan”.

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Vamos a las formas:

El diseño de producción es absolutamente primoroso, magnífico y asombroso: vestuario, decorados… Todo sobresaliente y exquisito. En la medida que conozco la época, muy fiel al Japón del periodo Edo. Y lo mismo tengo que decir de la fotografía, colmada de color cuando debe serlo, y gris y difusa cuando toca: de lo mejorcito que he visto en el casi siempre artificioso formato digital. ¿Que algunos efectos digitales cantan? De acuerdo. ¿Y? Otros, para compensar, son espectaculares y de una belleza hipnótica.

¿Las actuaciones? Pues, en general, bastante buenas, oiga. Por supuesto, hay de todo (Reeves, como de costumbre, cortito y con sifón), pero todos los días veo repartos infinitamente peores. ¿Banda sonora? Digna y con algún momento muy logrado.

Sinceramente, quien critique esta película por las formas merece hacerse el “seppuku” con un abrelatas.

Ahora vayamos a la chicha, al fondo.

¿Se respeta la historia original de los 47 ronin? Para mi sorpresa (grata), y en lo esencial, sí (algo que, irónicamente, algún tarado de por aquí, que por lo visto desconoce cómo terminó el suceso real, critica). Por supuesto, hay los inevitables “añadidos” y “pegotes” hollywoodienses, como la historia de amor entre la hija de “daimyo” y el “mestizo” o los toques de fantasía, pero en general la historia es contada con sumo respeto, sin histrionismos ni demasiadas licencias.

Y en cuanto a los añadidos… Pues algunos funcionan (lo que ya es sorprendente de por sí), y otros, sinceramente, no. De la historia de amor, por ejemplo, cabría esperar lo peor, sobre todo estando “Neo” de por medio (¿Quién no recuerda su irrisorio idilio con Trinity?). Pero, afortunadamente, todo resulta razonablemente adulto y contenido, muy alejado de las cursilerías adolescentes tipo “Crepúsculo”. Verosimil y coherente, sin melodramatismos ni almibar, pero, sin embargo, sumamente emotivo. Que los personajes sólo se besen una vez y casi como hermanos es un detalle sutil y sumamente inteligente que algunos no hemos pasado por alto.

También es de agradecer que los samuráis, supuestos heroes de la historia, sean mostrados en el principio del film como auténticos gilipollas: déspotas, arrogantes y profundamente clasistas. Y es que no debemos olvidar que, más allá de la mítica del bushido y de las idealizaciones posteriores, los samuráis no dejaban de ser los matones del señor feudal de turno, encargados de que mantener sometidos a los campesinos katana en mano.

Cosa distinta, mucho más discutible, son los toques de fantasía a lo “Willow”, como la “bestia” del principio de la película, los monjes “mutantes” o las andanzas de la bruja “transformer” de los cojones, que en mi opinión le sientan a la trama como a un Cristo dos pistolas. No hace falta que diga que la historia hubiera funcionado mucho mejor quedándose en el terreno más realista del drama histórico. Pero… Qué le vamos a hacer: el blockbuster tiene estas servidumbres. Por otro lado, a nadie le amarga un dulce, y lo cierto que algunas de las escenas de la bruja (muy rica la tal Kikuchi, por cierto) son espectaculares.

En definitiva, un más que digno film de entretenimiento, que más allá de algunos problemas de montaje y de ciertas incoherencias, destaca por su maravilloso diseño de producción y garantiza dos horas de entretenimiento un poco más sutil y adulto que lo de costumbre. Cómo pudo ser destrozada de tal modo por la crítica y buena parte del respetable es un misterio digno de que Iker Jiménez le dedique su tiempo.

Aunque no merece tanto, me apetece ponerle un ocho para compensar la injusticia de muchos: es mi particular "bushido". Un pronóstico: esta es la clase de película que los años y los pases televisivos revindicarán, y dentro de 5 años será mucho mejor valorada de lo que es ahora. Tiempo al tiempo.
Jinete nocturno
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7
19 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Neathara:
“Qué peli más mala […]. Pero, joder, qué mal rollo se me ha quedado. Algo tendrá”.
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Estoy completamente de acuerdo. Tanto que no he podido reprimirme de canibalizar su frase, que resume exactamente lo que se me ha pasado por la cabeza cuando han comenzado a desfilar los créditos por la pantalla.

En efecto,la película, al menos en apariencia, no es ninguna maravilla. Todo resulta gris y desangelado, falto de ese punto de talento que hace grande a una película. La dirección es átona, mecánica, sin gracia, y el ritmo narrativo torpe (tarda demasiado en arrancar y el final, en cambio, resulta precipitado). Tampoco el guion, visto en conjunto y dejando aparte algún momento francamente genial, es para tirar cohetes: no es muy difícil imaginarse por dónde van a ir los tiros y la mayor parte de escenas le sonarán sospechosamente a todo amante del género. Es más, ni siquiera puede decirse que la banda sonora (francamente inadecuada) o la lamentable fotografía, propia de un telefilm paquistaní, contribuyan precisamente a vestir el film.

Pero…“algo tendrá”, porque lo cierto es que ha conseguido ponérmelos de corbata en un par de ocasiones y me ha dejado con el mal rollo metido en el cuerpo, cosa que no me provocaba una película en años: mucho más de lo que esperaba. Y eso, cuidado, os lo dice un tipo que consume terror (ya sea cine, literatura o videojuegos) como Chicote antiácidos.

La película funciona. De hecho, y para mi gusto, lo hace mucho mejor que títulos “similares” mucho más cacareados, como Sinister o La huérfana, que me dejaron frío. ¿Que por qué? Para empezar, gracias a algunas “perlas” del guion: atentos a la escena en la que Bradley Cooper trata de conversar con la “inocente” Lilith: es de lo más espeluznante que he visto en mucho tiempo; si alguno no tiene claro todavía en qué consiste el “terror psicológico”, ahí tiene el ejemplo. Pero también gracias a algunas escenas tan efectivas como potentes (el horno, las avispas...) y a la grandiosa interpretación de Jodelle Ferland, una cría que se encasilló en papeles de niña diabólica (Silent Hill): no es de extrañar en absoluto teniendo en cuenta lo “suelta” que se la ve. (¿Sus padres consiguen dormir por las noches?).

En definitiva, una película que, sin ser nada original y a pesar de sus fallas, me ha resultado mucho más satisfactoria de lo que esperaba. Al fin de cuentas, el objetivo de una película de terror no es otro que el de atemorizar al expectador, y conmigo lo ha conseguido: da verdadera lástima pensar en lo que podía haber sido con una dirección más inspirada y limando un poquito el guion. No obstante, un interesante film de terror de obligado cumplimiento.

Recomendable.

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Lo mejor: Jodelle Ferland. La sensación continua de desasosiego. Que te huelas desde el minuto uno que los padres de la “niña” saben lo que se hacen.
Lo peor: Algunas escenas resultan demasiado efectistas. El final es torpón: estereotipado y falto de sutileza. Una realización desganada.
Jinete nocturno
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5
17 de abril de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jaume Collet-Serra no sabe lo que es la sutileza. Por lo visto, todo tiene que ser “la hostia”, el no va más, el triple salto mortal sin red sobre una moto. Lo suyo es no pasar desapercibido; epatar a cualquier precio… Incluso, y ahí está el problema, a riesgo de pasarse de rosca y acabar cayendo en el más bochornoso ridículo.

Una pena, porque la película, hasta su tercio final, me estaba haciendo disfrutar como un 'enano' y me tenía enganchado... Hasta que les ha dado por cachondearse del respetable.

En efecto, y en eso no engaña a nadie, todo es una sucesión de clichés, tópicos y homenajes/copias a otras películas. No es más que la enésima elaboración del eterno telefilm de sobremesa: sujeto aparentemente encantador pero pelín psicópata (nadie es perfecto) llega a familia desestructurada y monta la de Dios. Y por supuesto, ni siquiera que la hijaputa en cuestión sea una dulce niñita tiene nada de original: ahí están "La mala semilla" o "El dulce rostro de la muerte", y, en su versión masculina, a un estupendo Macaulay Culkin en "El buen hijo", a las que esta canibaliza sin complejos.

Pero, oye, la película hay que reconocer que pinta muy bien (aparentemente y al principio) y que consigue salirse un poco de lo previsible gracias a unos cuantos detalles de guion inteligentes y relativamente originales. Incluso su evidente efectismo telecinquero, construido a base de apariciones de la puñetera chiquilla en segundo plano con sonrisilla inquietante, trampas de montaje, golpes de la música y alguna escena sangrienta que, de pasada de vueltas, raya el splatstick, resulta simpático y casi parece un guiño autoirónico con el que uno tiende a ser indulgente, perdonando la retahila de chorradas y exageraciones. Es más, hay que reconocer que está muy bien rodada y que la niña, la “dulce” Isabelle Fuhrman , consigue ponértelos de corbata con su mirada desde su primera aparición.

De haber continuado así, tendríamos lo de siempre pero vitaminado: una película que no sería ni lejanamente una obra maestra y que no añadiría nada relevante al subgénero, pero que dejaría un buen sabor de boca gracias a su buena realización, y un par de toques originales. Pero no…

Y es que el bueno de Jaume tenía que “marcar territorio”, hacer algo "diferente"… Así que decidió meter el giro de guion más inverosímil y ridículo de la historia del cine (*). De tan mega-originales-ahora-te-vas-a-cagar que hemos querido ser, nos hemos caído con todo el equipo: sólo podía haber sido más lisérgico si hubiera resultado que la niña es un lagarto alienígena engendrado por una vampira inseminada con semen congelado de Hitler.

Si a eso le añadimos un final catastrófico, exageradamente (palabra clave de la película) alargado y tópico hasta al dolor que tira de los cliches de siempre y por acumulación, el resultado es que la película se hunde como el Titanic, dejando una sensación de sexo anal involuntario en todo espectador medianamente resabiado.

Una lástima. Aprobado por los pelos, y más que nada por la Fuhrman.

(*): Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jinete nocturno
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