No hay que darse cuenta, que Tarantino ha sido un revolucionario en esto de hacer cine. Y que tiene la extraña capacidad de hacer gustar a incondicionales y detractores. Porque lo que a nadie se le escapa, es que estamos ante una de las obras maestras del cine contemporáneo.
Con una mente pop, moderna, ingeniosa, sádica y gamberra, Tarantino es capaz de dotar a sus películas de un gran carisma, que las hace ser recordadas para siempre. Por supuesto, este es el caso de Pulp Fiction, que con un guión endiablado, se nos hace irresistible aprendernos sus diálogos de memoria y bailar al son de Travolta y Thurman. Magnífica.

El género carcelario, suele pecar, de ser siempre parecido y tópico. De ahí que esta cinta tenga tanto valor. Darabont, nos cuenta una fábula dentro de un infierno, de como, ser, despierto y humilde, nos hace triunfar, allí donde no hay salida.
Un guión excelente, unos personajes carismáticos y un final magnífico convierten a Cadena Perpetua en una lección de como hacer buen cine allí donde todos caerían.

El cine español, cada vez más, es capaz de realizar bodrios cockteleros como éste. Sírvase de la estrella internacional española del momento, coja la estrella televisiva del momento, agítelo con la trama mas utilizada de la historia y sírvalo con los topicazos del género de siempre, pero de la peor forma posible, resultado, di que sí.

Obra maestra en todos los sentidos.
Si quieren pasar un rato maravilloso de puro cine espectáculo, esta es su película. En una hazaña sorprendente, Gibson nos regala una auténtica aventura épica repleta de moralismos, sentimientos desgarradores, intrigas y emociones fuertes.
Aprovechándose de la fuerza histórica que sustenta la obra, Gibson engloba en una sola película todos los géneros básicos del cine, y de un plumazo, marca la tónica a seguir por todas las superproducciones posteriores, de como contar una batalla, de hacernos querer ser su protagonista y de hacernos vibrar con uno de los mejores finales de la historia del cine.

Obra maestra del cine bélico contemporáneo.
El mago Spielberg cada tres películas consigue transportarnos a donde el quiere. En esta ocasión, su excusa, es la segunda guerra mundial. Con un comienzo de los que quedan en la retina de los espectadores, se encarga de captarnos con una contundencia y realismo tales, que hace imposible despegarnos de la pantalla.
La historia tiene todos los condicionantes del cine aventurero bélico, una búsqueda del tesoro original, donde conocemos a los protagonistas, participamos con ellos y como es esperable del director, nos empapamos de su sentimentalismo.