Narcisista. Pastelosa. Muy larga y aburrida. Autoindulgente y superficial. Estrellas encantadas de conocerse en sus interpretaciones de Oscar. Biopic edulcorado de John Reed, militante comunista y periodista que escribió un célebre libro con una versión propagandística y falsa del golpe de estado bolchevique. Ya que estamos, ¿qué tal una hagiografía fílmica de Louis-Ferdinand Celine?.

Otra vez la posguerra, la represión del régimen franquista, la malvada Iglesia Católica y los sufridos vencidos. Producción y actores de qualite, con dirección de José Luis Cuerda, experto en este tipo de producciones. Hubo represión franquista, no cabe duda, muy dura. Se puede criticar justificadamente a la Iglesia Católica, no lo dudo. Pero estoy harto del cine de estampita progre, en que los malos siempre son los mismos. Y de que para el mundo de la cultura de este país no haya tema más importante que tratar que la guerra civil y el franquismo. Habría tantos temas que tratar desde una perspectiva crítica en la España de hoy que darían para buenas películas. Pero bueno, de la corrupción de las autonomías sociatas y nacionalistas no van a hablar. Y cuando sacan a proletas y macarras, se nota que tienen una visión de postal turística.

La típica y tópica historia generacional de la llamada generación X, producida desde el llamado cine independiente americano, y que refleja el, por llamarlo de algún modo, mundo personal de su autor, el típico eterno adolescente conformista y gregario disfrazado de alternativo rupturista. Bajo un barniz de aparente crítica e irreverencia, hay gran complacencia hacia el mundo y tipo de personajes que retrata. Visualmente es muy fea. Y vuelvo a repetir, Kevin Smith es un catequista progre.

Película hecha para recaudar mucho dinero en taquilla, sin más ambiciones. Absolutamente inverosímil y con mucha acción. Cuando se hizo, nadie tenía a Clint Eastwood por un autor serio, ni él mismo. Resulta muy entretenida y tiene escenas brillantemente realizadas. La relación entre los personajes de Clint Eastwood y Sondra Locke logra trascender ligeramente el tópico e interesar. Buen cine de palomitas, dicho sin ánimo peyorativo.

No es una película del Oeste de estilo clásico. Tampoco tiene la estética de un spagueti western. Y no es tampoco, aunque muchos la pongan hay, un film revisionista y desmitificador tipo "Pequeño gran hombre". Tiene su estilo y mundo propio, que es el de Peckimpah, muy imitado posteriormente en películas crepusculares y/o extremadamente violentas. Ese estilo y visión tenía que ver con la personalidad del propio Peckimpah, un hombre de carácter difícil y complejo, que bordeaba la enfermedad mental, pero que supo hacer películas que, por lo menos, es obligado ver. Le fascinaba la violencia, odiaba el mundo moderno y a la civilización, y le gustaba lo primitivo y elemental, incluso, o, sobre todo, con sus aspectos más desagradables y brutales.