Ojalá Tim Brown hubiera sabido hallar en algún momento el tono apropiado para la historia.
Ojalá.
Pero no.
Y ojalá el guion, también del propio Tim Brown, hubiera sabido ser más claro y conciso.
Pero tampoco.
Tal que así, el dulce que es juntar a Nicolas Cage y Ron Perlman acaba convirtiéndose en un caramelo envenenado en esta "El último objetivo".

Julio de 1966: se estrena la serie anime "Ultraman"; que aquí, en "Shin Ultraman", adapta a largometraje Shinji Higuchi llevándola al universo de "Shin Godzilla" (2016), también del propio Higuchi e Hideaki Anno.
Marzo de 1966: aparece por primera vez el Silver Surfer de Jack Kirby en el número 48 de The Fantastic Four.
¿Qué fue antes: el huevo o la gallina?
Que luego la propia "Shin Ultraman": a ratos me gusta más, y a ratos menos. Sin llegar en ningún momento al nivelazo de "Shin Godzilla".
Pero vamos.
Que me ha llamado poderosamente la atención como esto es prácticamente un trasunto de la historia de Silver Surfer y Galactus en La Tierra.

¿Solo yo pienso que había en "Te estoy amando locamente" mimbres más que suficientes para armar una obra de auténtica y verdadera enjundia y no ese apañado pero finalmente liviano film que le ha terminado quedando a Alejandro Marín?...
Que a ver.
Igual era el objetivo, precisamente.
Pero tanto el tema que se aborda aquí como la historia en si tienen empaque más que suficiente como para jugar en ligas mayores.
Y al final como que la película se conforma con caer bien, y ya.

El tan tróspido como brillante desenlace que tiene "Viernes 13, 4° Parte (El capítulo final)", con Corey Feldman en plan trasunto de Tom Savini arreglando el percal de la manera más inverosímil posible, ya hace que merezca la pena esta cinta de Joseph Zito.
Todo ello además con un recorrido espiritual pervirtiendo infancias totalmente paralelo al de la posterior "Halloween 4 (El regreso de Michael Myers)" (Dwight H. Little, 1988), otra secuela de slasher catedralicio que me flipa.

Viendo "Rebel Moon - Parte 1: La niña del fuego" comprendes a la perfección que quizás condenar al ostracismo más absoluto verdaderas y auténticas piezas de orfebrería autoral en lo que a space ópera concierne como "Valerian y la ciudad de los mil planetas" (Luc Besson, 2017) igual no era tan justo.
Aquella del galo era un tercer acto continuo, y está de Zack Snyder es un segundo acto muy estirado.
Defecto que las emparenta.
Pero tengo muy claro cuál de las dos vería mil veces sin cansarme.