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España España · madrid
Críticas de juanito
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Críticas 30
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
14 de octubre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensible y elegante película, muy adecuada en tiempos en que el romanticismo se diluye en pringosos productos titulados de manera aún más estomagante que no les impide convertirse en éxitos de taquilla.
Trata sobre el recuerdo que tiene un hombre de su primer amor de adolescente, en el que tiene la fortuna de toparse con una Jennifer O´Neill esplendorosa. No obstante, tan trascendente es ese primer amor como el recuerdo que queda de él.
Todo está narrado desde la posteridad por medio de una voz en off, y aunque la acción no se despega del pasado en ningún momento, toda ella tiene una palidez nostálgica que directamente convierte lo sucedido en una anécdota encantada, no sabiendo con certeza si ocurrió exactamente así o es el recuerdo lo que así la conserva. La imagen brota añeja, casi onírica, más propia de una lejana y embellecida memoria que de una rutinaria realidad. La propia actriz protagonista surge como una presencia angelical y trascendente.
En cuanto al amor adolescente, describe de manera muy precisa una sensación concreta: el sueño de alcanzar a alguien inalcanzable consigue hacerse realidad. Esta emoción propia del ser humano, mucho más frecuente aún en la adolescencia, nos es presentada con suma pulcritud: El es un adolescente, ella una mujer que ronda los treinta años, lo que convierte en una quimera cualquier posible aspiración. Tal diferencia de edades sirve para este recurso dramático, y nada más. Se aparta del morbo que la historia podría llevar dentro por la grandeza de comportamiento de ambos, muy por encima de lo que sería una simple aventura estival.
Otra gran obra que llegaría a ser un título mítico de la época de la mano de Robert Mulligan, que como siempre realiza una cuidadosísima producción sobre un guión ajeno de Herman Raucher, quien al parecer tuvo esa misma o parecida vivencia, y que fue una de las películas de las que su director se mostró más orgulloso. Un hombre de la generación de la televisión que trabajaba sus producciones con gran detalle, muy alejado del desaliño imperante que existía en el cine de los 70, y que no ha sido reconocido con la justicia que merece. Quizás le ocurrió lo mismo a su propia generación, ninguno de cuyos integrantes, salvo Lumet, parece gozar de cierta individualidad; estos no eran autores, eran sólo gente de la generación de tv. Lástima para ellos que Cathiers du Cinema y su “ nouvelle vague” no naciera años más tarde…
juanito
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9
30 de septiembre de 2010
44 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película inglesa del polémico director Nicholas Roeg. Creo que a aquellos que encuentren otras obras suyas como " Performance", o " El hombre que cayó a la tierra" mal envejecidas o vacuas les puede gustar ésta. Al menos ese es mi caso, ya que se conserva mucho mejor que aquellas, precisamente por carecer de las pretensiones innovadoras de las citadas.
Ambientada en Venecia, trata de los extraños acontecimientos que le sucede a un matrimonio cuya hija pequeña acaba de fallecer. Sin embargo, la trama queda solapada por la inquietante puesta en escena, verdadero logro de la película.
La Venecia mostrada no es esa preciosa ciudad surcada de canales, sino otra mucho más fantasmagórica en cuyas lóbregas callejuelas puede suceder algo totalmente inesperado. Además, la riqueza monumental de la ciudad se combina acertadamente no para embellecer el entorno, sino para apabullarlo aún más.
La dirección es precisa, perturbando al espectador profundamente por no usar de la casquería típica de los productos de terror, sino con verdadero cine: uso de la cámara, montaje y perfecta elección de situaciones y actores. Idóneos tanto Donald Sutherland como Julie Christie, el primero por su expresión lunática, la segunda por su inocencia y frescura. En ambos resalta más su propia imagen, perfecta para los propósitos de la película, que su interpretación, sin que esto suponga restarle méritos a ninguno.
Con estos recursos( más una preciosa y romántica banda sonora) uno queda implicado desde el inicio, y a partir de ahí todo lo que se muestra en la película, desde el más remoto rincón de cada plano hasta la aparición de un nuevo personaje, sobresalta al espectador. Todo parece tener doble fondo y a cada momento escudriñamos si son buenas o perversas todas las muestras de la película. No importa tanto cuales son, sino que pueden ser unas u otras. Y con ello va envolviendo la historia de un aire fatalista que prepara al espectador para su desenlace.
Queda como resultado una obra de autor, más inspirada en clásicos como " Suspense" de Jack Clayton, o " El Fotógrafo del pánico", de Michael Powell que en el cine de estudios. Quizás porque como ya he dicho la intención es más de recrear un mundo perturbador que de desarrollar una historia. No obstante , y este es otro mérito de la misma, esa inquietante Venecia que se nos muestra se sobra y basta para otorgar una poderosa narrativa.
En definitiva, inesperadamente buena.
juanito
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8
29 de septiembre de 2010
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elia Kazan se embarca en una película de colosales aspiraciones y sin llegar a la excelencia buscada consigue una película notable. El guión viene del poderoso hombre de cine Budd Shulberg, el mismo que poco antes había firmado La Ley del Silencio, y cuenta la historia de un vagabundo que llegará a convertirse en ídolo mediático a base de consignas demagógicas.
Todo lo de hoy ya estaba en esta película de 1.957: la televisión omnipresente- era el momento de su irrupción- el bombardeo publicitario, el slogan simple y directo, el nombre que hace las veces de marca comercial ( Lonesome Rhodes), las audiencias, la necesariedad de iconos …A decir verdad, recursos que, por focalizarlos en Estados Unidos tan bien supo manejar ya hace tiempo un Teddy Roosvelt, o un JFK, magnífico producto de época. Como ejemplos más palmarios de la nuestra tenemos los cómicos y eficaces Zp o “ Yes, we can” . Y hace unas horas acabo de enterarme de la galáctica idea de Mr 12.
La narración de la película sigue un camino muy claro: Tras un pasaje de hipnosis el demagogo escala un peldaño más en su ascenso. Comienza en la cárcel, y con una canción sureña que cautiva a la audiencia pasa a la televisión, donde en un anuncio publicitario casi rodado a manera de “ cartoon”, embauca nuevamente, y dueño ya de su propio programa, se dedica a impartir unas reflexiones tan primarias que casualmente coinciden con las del hombre de la calle. Cuajado ya como líder de opinión, ese hombre llano es capaz de amaestrar masas humanas. Lo importante no es que su mensaje tenga contenido- cuanto menos tenga, mejor- , sino que sea pegadizo y se clave a las memorias.
Kazan lo cuenta de manera hiperbólica, algo que puede restar credibilidad a la película a cambio de otorgarle mayor espectacularidad. Las intenciones y engaños del demagogo son demasiado evidentes, la credulidad de la sociedad demasiado inocente. Creo que es un efecto buscado por el autor que quiere hacer aún más imbéciles a sus fieles. Además, persigue esa histeria emocional, esa catarsis trágica que corre por toda su filmografía. A algunos les puede parecer chillón o desmesurado, pero los clímax de “Al este el Edén” o “ La Ley del Silencio” tienen el mismo patrón. Por otra parte, la propia historia que nos cuenta exige un formato circense, un verdadero despliegue escenográfico. No es cine intimista, es puro show business.
Esta narración principal se combina con la atracción que siente Patricia Neal por el protagonista, algo así como la admiración que siente la mujer sedente por el hombre de acción. Ella sabe que es perverso, rudo y sin instrucción…pero se ensimisma con la fuerza de ese bárbaro. Debería repugnarle, pero se siente incapaz de hacerle frente.
( SIGUE EN SPOILER SIN DESVELAR ARGUMENTO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
juanito
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7
20 de septiembre de 2010
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última película americana de Fritz Lang y una de las más controvertidas de esa larga etapa: para unos, una de sus obras cumbre; para otros, un título muy lejano a sus otras películas negras.
Un escritor trata de demostrar la falibilidad de los tribunales de justicia y la crueldad de la pena de muerte simulando ser culpable de un asesinato que no ha cometido; tras su condena, se encargará de demostrar su inocencia. Con esta interesante trama de Douglas Morrow puede Lang integrar en la misma sus temas recurrentes: la pena de muerte, la posibilidad de arrogarse el ajusticiamiento del prójimo, el peligro de la demagogia, la conciencia del criminal.
Y lo hace a su manera, siendo una película en la que su dirección es perfectamente reconocible: Con una puesta en escena desnuda falsamente funcional y que le procura una mayor abstracción, la narración camina implacablemente hacia su desenlace sin mirar hacia los lados. Todo al servicio del guión y nada más en el plano que lo mínimo indispensable. Esa frialdad se acentúa con la elección de un actor tan hermético como Dana Andrews, (con el que repetiría ese mismo año en “ Mientras Nueva York duerme”).
¿Qué es lo que la hace tan discutible? Que – sin desvelar nada de la misma- toda la intriga se va destapando a base de sorpresas, alguna previsible, otra simplemente un vuelco de guión inesperado ante el que el espectador se encuentra desarmado. Esto es, si Hitchcock pone a nuestra disposición todos los secretos de la historia para que acompañemos a la misma, aquí se nos sustraen deliberadamente algunos de ellos para conseguir el sobresalto del espectador.
Queda reducida a una simple película de suspense. Entretenida, elegante, pero no va mucho más allá.
Por otra parte, la presunta frialdad de Lang se demostró conciliable con una violencia emocional en sus mejores obras (“Furia”, “Perversidad”, “Los sobornados”, “La mujer del cuadro”). Con el vacío y el silencio de su imagen que buscaba con afán paradójicamente conseguía una resonancia mucho mayor que dolía profundamente al espectador, como lo demuestra el que algunos pasajes de ellas queden fácilmente recogidas por la memoria.
En “Más allá de la duda” esa sequedad afecta también a la historia, no logrando conmovernos
en ningun momento; de hecho el personaje protagonista apenas nos deja una sugerencia, sino tan solo las de la aventura en que se envuelto. Lo dicho, una película que logra ser intrigante, pero no alcanza la grandeza de otras como las citadas.
juanito
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7
29 de junio de 2010
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un jefe del departamento de homicidios perseguidor de cualquier conato subversivo comete un crimen para descubrir hasta donde llega su impunidad.
Película desigual con trama muy original, en la que el director Elio Petri se despreocupa un tanto del suspense que podría llevar la misma para centrarse más en la representación de dos grupos: los poderosos y los oprimidos, o mas bien, los guardianes de la Ley, y por tanto por encima de ella, y los cumplidores que están sujetos a la misma. El retrato de los primeros es el esperado, un grupo de individuos que acecha ferozmente al criminal, al que en la película se identifica con el quebrantador del orden. Orden, esa es la pieza central de cualquier sociedad, aquella que hay que preservar a cualquier precio y por cualquier medio. Sin embargo a mi juicio es aún más atrevido el retrato de los segundos, los oprimidos; los hay que se rebelan, por supuesto; otro grupo de ellos asume su condición y la integra resignadamente en su vida; e incluso alguno- en especial el personaje de Florinda Bolkan- suplica ser sometida. El esclavo crea el amo, no a la inversa.
Si la película posee estas virtudes, a mi juicio también tiene defectos que me desconcertaron la primera vez que la vi. Tratada deliberadamente en modo burlesco, quizás por pensar que es el tono más cercano al absurdo kafkiano- unas frases de este autor cierran la película- pierde algo de calado. No termina de perturbar, el espectador no sale suficientemente violentado como merece. Es evidente que es un efecto buscado por el director, que orienta los distintos elementos hacia ese fin. Las interpretaciones se acercan peligrosamente a la comedia; la puesta en escena, muy funcional por momentos, habría de ser algo más elaborada, precisa algo más de sofisticación. La música de Ennio Morricone termina de darle definitivamente ese aire de farsa.
Y en cuanto a su desarrollo narrativo, a pesar de que en última instancia alberga un desenlace que desea ser descubierto por el espectador, es también premeditadamente simple, incluso a veces resuelto casi de modo infantil. Como ya dije, parece ser lo que menos interesa al autor.
En definitiva, que si alguien entrara tardío a la misma podía llevarse una impresión muy equivocada de lo que es.
A pesar de ello, es una película muy interesante, rodada en una Italia convulsa que se refleja en sus comprometidas películas de entonces, que abordan frecuentemente aspectos políticos y sociales ( “ El conformista”, “ Detenido en espera de juicio”, “ La clase obrera va al paraíso”, “ Salvatore Giuliano “). No era en modo alguno un nuevo movimiento cinematográfico, sino simplemente un mero reflejo de las preocupaciones de la sociedad italiana del momento.
juanito
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