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España España · Granada
Críticas de Yanpol64
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Críticas 25
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
2
29 de junio de 2016
126 de 223 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las críticas profesionales sobre esta película (mayoritariamente positivas) son de esas que reducen las razones que las han motivado a sólo tres posibilidades: o los críticos han comentado la película sin verla; o se han vendido a las corporaciones implicadas; o son unos ineptos sin criterio y sin gusto que no merecen mi respeto.

Lo único bueno de su largo y aburrido metraje –además de las chicas despampanantes, todas jóvenes y lindas en la onda del cine más garrulamente machista- son unas cuantas y estupendas canciones setenteras: de Al Green; de los Temptations; de Bee Gees; de Brick; de Kool & The Gang; o de Earth, Wind & Fire… un recurso facilón de originalidad igual a cero. De haberlo sabido no habríamos caído en la tentación de pagar la entrada y hubiéramos disfrutado de esa música en el coche, de camino a estos nuestros lamentables multicines de centros comerciales (en los que el 90% de lo que proyectan es de encefalograma y electrocardiograma planos).

Os prometo que la película fracasa en todas sus pretensiones de un modo absoluto, os lo aseguro, pues deja ver totalmente la tramoya inconexa de sus intenciones: con toques de humor negro u otros de humor cándido pretende ser una comedia divertida, gamberra, atrevida, ingeniosa, surrealista, alocada, sexy, violenta, escandalosa, … con aires de homenaje, de parodia, de nostalgia … pero ni es divertida; ni es transgresora; ni es gamberra, ni es inteligente, ni es sucia, ni es simpática, ni es retro, ni nada de lo que pretende; sino que se contempla todo como un auténtico pastiche –bobo y afectado- en el que las piezas intentan encajar de un modo completamente forzado e incongruente.

El guionista y director Shane Black también ha fracasado si pretendía imitar a Guy Ritchie (cuya figura se engrandece por comparación) o a Tarantino (descomunalmente galáctico a su lado).

El Gordo y el Flaco, o sea, Crowe y Gosling, no tienen futuro alguno en la comedia y dan vergüenza ajena. Tampoco será posible el rescate cinéfilo de Kim Basinger, pues la pobre –siento decirlo- aparece como narcotizada e inexpresiva con una cara operada... en unas patéticas y prescindibles escenas que se sufren como un mal trago, ya que percibimos con incómoda tristeza como ella misma es consciente de ello.

En conclusión, un filme pésimo, una mala copia de otras copias, un pastiche sin gracia en el que lo único bueno son 6 ó 7 fragmentos musicales (nada originales por cierto). Una verdadera tomadura de pelo. De modo que tantas buenas críticas nacionales e internacionales me confirman que en los cajones de la mayor parte del periodismo cinematográfico, no sólo hay gatos encerrados sino también fajos de billetes acomodados…
Yanpol64
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8
15 de abril de 2016
168 de 177 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en una novela que ya tiene más de un siglo, La guerre du feu (“La conquista del fuego”), de J. H. Rosny (pseudónimo de los dos hermanos belgas Joseph Boex y Séraphin Boex, auténticos pioneros de la “novela prehistórica”), la historia nos lleva al Pleistoceno Superior de hace unos 70.000 años, cuando en el Viejo Mundo convivían diversas y amenazantes especies humanas y animales (como los tigres dientes de sable): un clan de neandertales –dependientes del fuego que saben mantener, pero que no saben producir- sufre el ataque de una horda homínida más simiesca, con la nefasta consecuencia de la extinción de la única brasa encendida que han rescatado en su huida. De modo que, angustiados y vulnerables, helados y desvalidos, refugiados en la frágil protección de una laguna, deciden enviar a tres machos jóvenes a la búsqueda del fuego…

La película engancha, entretiene, divierte, emociona y es ideal para regalar o compartir con los jóvenes (despertando su curiosidad sobre muchas cuestiones científicas). Un film estupendo –todo un placer estético y visual- al que siempre le tendremos cariño. Entre la aspereza, la incomunicación o la comicidad, el director consigue también momentos poéticos y trascendentes…

Como ficción y fantasía nada que objetar, y tampoco habría que objetarle demasiado a todas las licencias peliculeras que se permite. Pero a pesar de sus aciertos, los que somos aficionados a la evolución humana, a la Paleoantropología y Prehistoria,… encontramos errores contundentes, por ejemplo, en la recreación del modo de vida de los neandertales del Musteriense durante el Pleistoceno Superior (134.000-10.000 a.C.); en la recreación de las características de otras especies de homininos aún más primitivos -contemporáneos a los neandertales- con los que coexistieron en paralelo; en una serie de prejuicios sobre la innata superioridad del Homo sapiens, así como en los infundios sobre la torpeza simiesca del Homo neanderthalensis. Si tenemos que analizar esos errores, por orden de mayor a menor gravedad, lo podríamos hacer como sigue:

1º) La mayor falsedad arqueológica de la película (la hipótesis equivocada de que los neandertales "no sabían producir fuego") se convierte en su punto de partida necesario y medular. Sin esa conjetura falsa no podría plantearse la aventura del filme. Suposición muy equivocada para los neandertales que poblaron la fría Europa del Pleistoceno Superior, aún más cuando hay pruebas del control del fuego desde al menos cien mil años antes (por humanos más primitivos del tipo erectus e heidelbergensis). Las poblaciones de neandertales prosperaron durante glaciaciones que incluyeron periodos glaciares como el Würm I (iniciado hace más de 100.000 años) que le imprimieron a Europa –la que quedó libre de un enorme grosor de hielos perpetuos- un clima siberiano. Fue muy crudo el periodo frío del episodio geológico OIS 4 (datado entre 74.000 y 60.000 años) durante los milenios en que prosperaron los neandertales “clásicos” y cuando el mamut lanudo ártico llegó hasta El Padul, al sur de Granada –la menor latitud registrada para esa especie fósil de clima frío- como atestiguan los fósiles encontrados en la turbera de su laguna. Esa pudo ser también la época durante la cual por primera vez los Homo sapiens de origen africano llegaron a Europa encontrándose con unos neandertales que seguramente dominaban el fuego mejor que los recién llegados. De modo que todo el paradigma que da sentido a la película, ese de que los neandertales eran unos pobres ineptos que se ven empujados a lanzarse a la aventura de “buscar el fuego”… queda desmontado por la realidad.

2º) No existió una superioridad tecnológica de los sapiens respecto a los neandertales durante los muchos miles de años que fueron contemporáneos. La mayoría de la gente asume el prejuicio y el tópico de que los clanes de nuestra especie sapiens eran más inteligentes que los neandertales y que, desde que aparecieron en África (hace unos 200.000 años) comenzaron a desarrollar una industria lítica superior. Completamente falso. Mientras sapiens y neandertales convivieron en Europa durante unos 10.000 años (¡100 siglos!), no dejaron restos tecnológicos que nos hayan indicado ninguna diferencia significativa, hasta el 35.000 a.C. cuando los neandertales se extinguen y se inician unos milenios de progresivo desarrollo tecnológico en la industria de piedra de nuestra especie. O sea, que nuestros ancestros sapiens ¡no demostraron ninguna superioridad tecnológica durante más de 150.000 años! La única y quizás importantísima diferencia es que los sapiens siempre poseyeron un pensamiento simbólico (escultura, pintura, música, magia…) del cual los neandertales no han dejado pruebas. Y esta faceta simbólica sí que está reflejada en la película con acierto (la identidad del clan de los sapiens está vinculada a las pinturas que adornan sus cuerpos).

3º) Los neandertales no eran ningún eslabón semi-humano de la evolución. Pero en la película adoptan actitudes muy simiescas (que rayan la caricatura): hablan con gruñidos y no se desplazan erguidos del todo. Y eso está muy mal. Humanos fósiles mucho más primitivos que los neandertales poseían una marcha y una postura plenamente moderna desde hace al menos 1,6 millones de años. Y es prácticamente seguro que humanos anteriores y antepasados de los neandertales, como los Homo heidelbergensis de Atapuerca (de hace 400.000 años) ya tendrían un lenguaje elaborado. Sí está muy bien recreado el aspecto facial de los pálidos neandertales, con su arcada orbitaria, su frente huidiza y sus melenas claras (análisis de su genoma han descubierto que podían ser rubios y pelirrojos).

El usuario de una crítica que podéis leer debajo, JASTARLOA, comete un tremendo error al no comprender que los protagonistas son neandertales (él dice que son "sapiens") así que no ha comprendido lo fundamental.

Y continúo con otros errores y aciertos en SPOILER:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Yanpol64
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5
25 de enero de 2016
397 de 660 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya sé que es de mala educación criticar el sabor de un plato cocinado, con cariño y buenos ingredientes, por un cocinero genial al que uno admira, pero -perdona que te lo diga, Quentin- por primera vez has estado tan perezoso, descuidado, vanidoso, torpe, egoísta, atolondrado… que has estropeado el famoso estofado de Minnie. Tiene un olor desagradable y un sabor rancio. No sé si habrá sido por un exceso de grasa, de casquería, de óxido... o por haber metido gato en vez de liebre, pero me has decepcionado.

Mientras avanzaba con la diligencia por aquella desolación nevada mi boca se hacía agua pensando en la conocida receta y casi me parecía oler ese estofado sabroso con todos sus ingredientes tan bien entremezclados. Pero no, Quentin, esta vez –y es comprensible después de tantos años- te has copiado con desgana, te has pasado lanzando cachos exagerados al caldero, hala, venga, sin pies ni cabeza… removiéndolos con la payasa soberbia y la gilipollez pelotuda de alguien engreído que lleva décadas recibiendo merecidos elogios.

Y como es de bien nacido ser agradecido, estoy en deuda contigo por todos los placeres anteriores que llevas ofreciendo a mi paladar, pero que consten un par de cosas: que no pienso volver a tragarme un estofado tan vulgar como este de los Ocho Indeseables, y que la morcilla de Samuel L. Jackson sobraba en el puchero (te la podías haber metido tú por donde te cupiese).

Y además eres consciente de ello, so caradura ¿o nos tomas por idiotas? Hay unas cuantas ocasiones en que a falta de liebre has echado gato en la cazuela y nos lo has servido con auténtica desfachatez: como no tenías ganas de trabajarte una situación que pudiese explicar por qué no había sido rematado Samuel L. Jackson ¡simplemente prescindes de esas escenas, das un salto, y nos lo presentas a salvo desangrándose en la cama y poniendo condiciones! Y cuando no sabes cómo hilvanar otros acontecimientos ¡simplemente pones una fraudulenta voz en off, inexplicable, para que nos suelte un rollito! Pero, Quentin, qué vergüenza, con esos guiones siempre tan estupendamente cocinados a los que nos has tenido acostumbrados. Comparar esta última tuya con la genial primera (Reservoir Dogs) es algo realmente desacertado.

Pero es que hay más grumos e incoherencias en el estofado, y cualquiera con buen gusto tarantiniano se entristece llevándose a la boca cucharadas sabrosas mezcladas con otras que dan ganas de escupir: trucos baratos, engaños arbitrarios, contradicciones atolondradas o anacronismos absurdos: no, Quentin, no tendrías que habernos estropeado el recuerdo de la aguda disertación de Tim Roth sobre la necesidad de una fría Justicia desapasionada, al revelarnos después que no es verdugo (que inconsistencia suponer esa reflexión en un simple bandido); no, Quentin, no tendrías que haber convertido en un dato esencial del que depende la credibilidad y la vida de un hombre, el supuesto odio de Minnie hacia los mejicanos, al revelarnos después en un flash-back que recibe y atiende al mejicano sin problema alguno; no puedes darle protagonismo a una historia de felación absolutamente impensable en el viril Far West del siglo XIX, simplemente para volver a recrear de un modo exagerado y forzado ese tu típico monólogo tocapelotas –magnífico en otras películas- que consigue llevar a un hombre a un estallido de ira, como ya demostraste en tu guión juvenil de Amor a quemarropa (con aquel monólogo de las abuelas sicilianas folladas por los moros)…

A diferencia de la mayoría, la parte que me ha llegado ha sido la del principio, la del primer cuarto de la película; y la parte que me ha decepcionado ha sido la de todo ese estofado artificioso, anacrónico, sanguinolento, incoherente y sin chispa que se ha ido cocinando hasta reventar en La Mercería de Minnie.

Kurt Russell como John Ruth ‘La Horca’ ha sido el mejor en todos los sentidos.

Faltan los sanguinarios ideales de los Bastardos o de Django, motivaciones para el crimen, emociones para la venganza, o fuerza de convicción en los ingeniosos diálogos. Sobran la casquería sin gracia, los chorros de sangre sobre las caras, esa mariconada delirante de la gélida mamada, muchos planos feos y repugnantes... Pero, en definitiva, se puede perdonar, Quentin, que por una vez tu inteligencia, como los sesos, hayan saltado por los aires, pero no se te puede perdonar igual que nos hayas HARTADO Y ABURRIDO; y no me refiero al principio (estupendo), sino a todo ese tramo final, tan huero, en el que te imaginabas divertido.
Yanpol64
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Cosmos (Serie de TV)
SerieDocumental
Estados Unidos1980
8.8
13,373
Documental, Intervenciones de: Carl Sagan
10
16 de diciembre de 2015
61 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cosmos de Carl Sagan fue y es la mejor obra de divulgación científica de toda la Historia. No trata solamente de Astronomía o Astrofísica, de Historia o Biología, de Paleontología, Darwinismo, Filosofía, Psicología, Ética, Ecología, Política… sino que en esencia es un relato atractivo y emocionado sobre el desarrollo del mayor y más elevado logro de la espiritualidad humana: EL PENSAMIENTO RACIONAL Y CIENTÍFICO, el que nos ha permitido desvelar misterios del microcosmos y del macrocosmos, atisbar la verdadera naturaleza de la evolución del Universo y de la Vida, así como la propia belleza y coherencia de la Ciencia como único conocimiento expansivo, ilimitado, esperanzador y realmente universal de la humanidad…

Ciertamente Carl Sagan defendía en Cosmos, con valentía y pasión -desde unos Estados Unidos tan dominados por el integrismo religioso y la corrección política devota- la validez infinitamente superior del pensamiento racional, científico, materialista, evolucionista… nacido en las antiguas poleis griegas de la Antigüedad; sí, defendía ilusionado esa acertada comprensión de la Naturaleza que, con mucha dificultad, volvió a arraigar durante nuestros últimos cuatro siglos, los de las Edades Moderna (destacando a los “héroes” del siglo XVII) y Contemporánea… esa acertada y emocionante comprensión del Universo y del Hombre que ha conseguido arrinconar -entre las personas mínimamente ilustradas- al pensamiento irracional, mítico, primario, sumiso, iletrado, ingenuo y falso del oscurantismo religioso, del dogmatismo clerical, de las espiritualidades de mercadillo y de las magias (astrológicas, ufológicas, espiritistas, milagreras…) de difusión mayoritaria.

Tanto para los adolescentes moderadamente lúcidos que ya nos habíamos desprendido de las supersticiones (bíblicas, magufas o pseudocientíficas), como para los jóvenes que a pesar de su inquieta inteligencia aún no habían encontrado las claves para hacerlo, Cosmos fue -desde principios de los años ochenta- esa obra reveladora con la que reforzar nuestra comprensión de la grandeza del método científico, el placer electrizante de la exploración y el descubrimiento, la belleza sobrecogedora y terrible del Universo, el enorme valor de la conciencia humana fruto de la evolución natural, la espiritualidad panteísta -y contradictoriamente “atea”- basada en una profunda conexión cósmica, la imposibilidad de los dualismos sobrenaturales y creacionistas… así como fue esa obra reveladora de la otra cara siniestra de la cultura humana: el penoso historial de la reacción oscurantista, por parte de los dogmáticos fundamentalistas a lo largo de los siglos, con su fanática demolición y su acoso permanente al librepensamiento racional…

Carl Sagan nos mostraba emocionado que somos pequeñas partes conscientes del Universo, sí, diminutas y fugaces criaturas surgidas en la eterna evolución cósmica (formadas a partir de los átomos y moléculas creados en los pavorosos hornos nucleares de las estrellas y dispersados por las galaxias en inconcebibles cataclismos estelares), fugaces criaturas con la apasionante virtud de ser ínfimas porciones conscientes de un Cosmos ilimitado e increado, a través de cuya curiosidad el Universo comenzaba a hacerse preguntas sobre Sí Mismo…

Y evidentemente estas revelaciones tenían una dimensión profundamente “mística”, “espiritual”, “trascendente”, “religiosa”, “panteísta”… y al mismo tiempo “atea”, aunque Carl Sagan no llegara a explicitarlo con claridad ni se preocupara de imprimir en su obra divulgativa un tono de mayor rigor filosófico y teológico (como si no hubiera comprendido del todo que él mismo era decididamente “espinozista”): pero si como él afirmaba el Cosmos es la única totalidad increada y eterna que siempre había existido, que existe y que existirá; si era imposible el dualismo Creador/Creación y el “juego de dados” sobrenaturalista de una divinidad providente; si el Cosmos en perpetua evolución era el único creador de todo lo existente y de su propia conciencia (nosotros); entonces el Cosmos era el “Dios” de Spinoza (Dios es la Naturaleza), ese “Dios” que afirmaba con rotundidad lógica y geométrica la imposibilidad de la arbitrariedad sobrenatural y de cualquiera de los dioses de las religiones.

Y sin que yo pretenda menoscabar la valía y excelencia del pensamiento de Carl Sagan ni de Cosmos (como libro o como serie de televisión) unos pequeños puntos débiles de su filosofía fueron, por un lado, que no comprendiera del todo que los enemigos históricos de la Ciencia no eran los “místicos”, sino los dogmáticos; o, por otro, el hecho de que él mismo se declarara prudentemente “agnóstico” (esa tipología de “ateísmo acicalado” o de "ateísmo vergonzante") cuando él sabía perfectamente que en su filosofía no cabía ni una pizca de duda agnóstica, ya que dudar de la existencia de “Dios” (el Cosmos) sería tanto como dudar de la propia existencia de "TODO LO QUE ES TODO LO QUE FUE O LO QUE SERÁ ALGUNA VEZ" . El propio Sagan era un profeta panteísta, un ateo místico, un filósofo monista... que buscaba emocionado (y así lo mostraba su sonrisa extática viajando por el espacio y el tiempo) la conexión cósmica con el único “Dios” verdadero...
Yanpol64
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5
7 de diciembre de 2015
116 de 215 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Es alucinante que esta sensiblera peliculita de entretenimiento juvenil, ocupe en diversos rankings un puesto sobresaliente, junto a verdaderas joyas de la historia del cine!

Desgraciadamente baja el nivel de credibilidad del criterio medio de los usuarios de Filmaffinity: ¡Incontables puntuaciones de “10” en las críticas! ¡Un magnífico e inconcebible “8,6” de nota media! ¡La misma nota que Luces de la ciudad o que Tiempos modernos! ¡Por encima de clásicos indiscutibles como El crepúsculo de los dioses, Perdición, El apartamento, Casablanca, Cuentos de Tokio, Los siete samuráis, M el vampiro de Düsseldorf, Vértigo, Eva al desnudo, Senderos de gloria, Los mejores años de nuestra vida, Le Trou (una carcelaria auténtica y para cerebros adultos), Reservoir Dogs, Manhattan, La jungla de asfalto, El hombre que mató a Liberty Valance, etc., etc., etc…! O sea, un despropósito de calificación que tendría que estar penalizado, no con la perpetua pero sí al menos con un tiempo de arresto domiciliario… sin internet, je, je.

Es una simple fábula carcelaria que cae en los peores tópicos del género, en el maniqueísmo de la más simplona caricatura de malos y buenos. Por supuesto -con la excepción del obseso grupito de violadores brutales (que nos recuerda que en las cárceles hay delincuentes y criminales)- casi todos los presos son bellísimas personas, entre los que destacan las tipologías “mente brillante”, “filósofo estoico”, "chaval descarriado" o “arrepentido paciente”; mientras que los funcionarios de prisiones son unos desalmados mafiosos, entre los que destacan las tipologías entremezcladas del “sádico fascista”, el “avaricioso demente” o el “retrasado mental baboso” ¡Como la vida misma. Puro realismo! Cada vez que la veo me gusta menos y me irrita más. Todo un "anti-clásico".

Admito que la película resulta algo entretenida –como casi todas las de cárceles- pero es excesivamente previsible, cursi, edulcorada, inverosímil… Y es casi tan mala como ese disparate magufo de La milla verde; aunque, bien pensado… Cadena perpetua es peor, ya que La milla verde se nos presenta como una historia de fantasía, muy tonta pero irreal ¡mientras que este cuento de hadas (criminales) no admite ser una fábula, sino que pretende mostrarse como un drama realista con vocación social y moral! Patético. Al delirante del Stephen King se le pueden apreciar sus thrillers (como El Resplandor), que no se plantean engañar a nadie y que han permitido realizar en cine obras maestras del género de terror; pero, por favor, que no pretendan vendernos como realista –y aún menos como excelente- esta deficiente fábula pastelosa, blanda, simplona y maniquea…

… Termino en "spoiler":
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Yanpol64
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