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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Black Floyd
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Críticas 280
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
9 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este segundo largometraje de la directora china, Chloé Zhao, acentúa las virtudes demostradas en su primer película, y pule su estilo, mejorando el pulso narrativo y logrando una historia más lineal, más redonda. Hay que decir que sus películas tienen puntos en común:

1) Le gusta filmar en lugares salvajes, en escenarios naturales, casi inhóspitos: montañas, desiertos, campos abiertos, quebradas polvorientas, etc.
2) Apela a una fotografía muy cuidada, que le da un cariz poético y melancólico a esos paisajes agrestes y subraya el drama que nos relatan sus protagonistas.
3) Los actores, hasta ahora, son amateurs. Filma con escasos recursos, por lo que tiene que compensar esa falta de dinero en la producción, con talento e ingenio; y lo logra, admirablemente.
4) Las tramas son simples. Los problemas de sus protagonistas son problemas ordinarios, y como suele suceder, de difícil resolución.

Las pérdidas, la pobreza, el trabajo forzado, las ilusiones de salirse de ese círculo, de esa monotonía que amenaza a los protagonistas, la toma de decisiones (tema fundamental en los finales de ambas películas), son elementos recurrentes en estas dos películas.

Una grata sorpresa, de verdad. Los actores actúan de sí mismos, pero eso no les quita mérito alguno: tienen que seguir un guion, actuar conforme a él, fingir emociones... Es sorprendente y gratificante ver que con unos cientos de miles de dólares salió esta muy linda película, de hermosa fotografía, y hermoso final.

Estoy ansioso por ver "Nomadland", que, estoy seguro, será tan buena como estas primeras dos.
Black Floyd
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9
25 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Termina la serie, pero sigue repiqueteando en nuestro interior la música de Delerue, la de Piazzolla, la de Leali... No nos dejan, nos persiguen junto a las imágenes de Nicola, de Matteo, de Giorgia, de Mirella... Nos lleva a las calles empedradas de Roma, a las montañas verdes de Turín o a los campos ondulados de Toscana... Y algo se retuerce dentro de nosotros al terminar estas seis horas, algo que sabemos es un reflejo, aunque tal vez impreciso en ciertos aspectos, de nuestra propia vida. Un principio y un fin y un principio. Los ciclos con todas sus irregularidades y sus momentos perfectos -y evanescentes-, imprescindibles para ese balance al que nos somete la vida.

Los más bellos paisajes, las risas, los sufrimientos, las pérdidas, las esperanzas, todo es frágil, volátil, como en la vida de cualquiera de nosotros, y creo que ahí está el secreto de esta historial coral, tan llena de matices, rica y triste y que abarca muchos años en las vidas de los personajes; es la representación del conjunto de emociones de diversa naturaleza que componen nuestro breve paso por este plano.

No siempre que concluye una película nos quedamos pensando en "qué será de la vida de éste o aquel", como si fueran personas y nos personajes. Este milagro se produce cuando algo está bien hecho. Son seis horas, pero mi impresión final es que no le sobra ni un minuto.

El final es espléndido, inteligente, sincero, maravilloso, y le da un cierre perfecto a una mini-serie extraordinaria.

Sin dudas, en los años venideros, seguiré pensando en cada uno de los personajes de esta película; en el avance del tiempo sobre sus rostros y sus cabellos y sus espíritus; en sus éxitos, en el progreso de sus hijos, de sus nietos, y también en sus muertes... Y todo mientras uno irá envejeciendo a su vez, teniendo aciertos y errores, pasando momentos de lucidez y de torpeza, de zozobras y de felicidad.

La historia, los personajes, la música, se meten tanto dentro de uno, que pasa a formar parte de algo que nos pertenece... Una vez vista, ya no nos deja, nunca más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Black Floyd
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9
19 de agosto de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy la terminé. Quedé conmocionado por ese estupendo final, y aunque ya venía golpeado por los episodios anteriores, debo reconocer que no esperaba esos últimos veinte minutos; me dejaron una sensación de vacío terrible que me costó mucho quitarme de encima. Y uno podría decirse "es una serie, es ficción", pero el tema está justamente ahí... es ficción, pero nos representa, de una u otra manera.
Ahí está el truco, ahí la gran pegada en el estómago del director.

"The Deuce" es una serie impresionante, porque abarca muchos de los problemas a los que nos tenemos que enfrentar en la vida, siendo un producto absolutamente actual, a pesar de tratar asuntos de los años setenta y ochenta.

¿De qué nos habla "the Deuce"? Abarcando varias décadas, nos introduce en el mundo de la prostitución, de los proxenetas, de las mafias y de la corrupción policial, de las noches, con todo su esplendor y sus miserias, de las drogas y del alcohol, de los inicios del cine porno, de los principios del feminismo y del paulatino cambio de la aceptación de la diversidad sexual, de la explosión del HIV y de sus terribles consecuencias; también de las relaciones humanas, tan difíciles ayer, hoy y siempre, de la incomunicación, del laberinto en el que están encerrados muchos seres humanos, presos de sus inseguridades y ajenos a sus posibles cualidades; en definitiva, de todo el cóctel de pasiones, sufrimientos, felicidades y desilusiones que todos experimentamos a lo largo de nuestras vidas.

New York, "The big apple", Los Ángeles, ambas con su brillo propio. Y ese brillo, esa radiación cegadora genera sus sombras, sus claroscuros. Las personas somos como esa luz que fluctúa, que cambia, que se transforma... Nosotros también tenemos rincones calentados por la luz y recovecos sumidos en las sombras.
Y vemos las bulliciosas avenidas principales de New York, iluminadas y atestadas de gente... Vemos las aceras cubiertas de bolsas de basura, los carteles luminosos de los bares y los cabarets que derraman sus radiaciones multicolores sobre las prostitutas, los clientes, los gigolós y toda la fauna curiosa que pasea en busca de placeres y diversiones.

"The Deuce" reflexiona permanentemente sobre el tiempo, y, en función de él, sobre la validez y vigencia de nuestros actos; en concreto, sobre su verdadera importancia.
Existe una mirada melancólica hacia el pasado, hacia los caminos no elegidos y sus inevitables injerencias en el futuro.

Y la vida es como un río, como ese que vio Heráclito; esas aguas que corren presurosas, ¿hacia dónde? ¿para qué? Y tal vez la respuesta esté en que la mera existencia ya es de por sí un argumento, un propósito suficiente para considerarla válida y disfrutarla mientras podamos... Que así sea, entonces.
Black Floyd
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1
11 de junio de 2020
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empecemos por el prestigioso reparto principal:

- Francella: se plagia a sí mismo desde hace décadas y, para peor, las copias son en base a un original defectuoso e irritante.
- Nora Cárpena, una arpía vieja y decrépita devenida en feminista y panelista en programas de dudosa calidad.
- Julieta Díaz (carece de capacidad actoral y posee una o dos muecas en todo su repertorio que repite hasta el hartazgo).
- Nicolás "portacióndeapellido" Francella, un cacho de telgopor actuaría mejor que él si lo aceptaran en un casting.

Sigamos por la trama: Historieta de amor absurda, cursi, almibarada y estúpida, tan de lágrima fácil y como de moraleja incluida que dan ganas de cagar a trompadas al televisor o lo que tengas a mano.

Un tipejo insignificante -y repulsivo- pero buena persona, se enrolla con una linda hembra, que en el mundo real lo pisaría sin escrúpulos; claro que este tipo de payasadas romanticonas nos quieren hacer tragar que las cosas siempre salen bien a los buenos hombres, por más deformes, horribles y parecidos a un Hobbit que sean, para alegría del blandengue público que suele consumirlas... aclaro que la vi sólo un ratito y, como la estaban pasando en la tv y de pura fiaca después de haber morfado como una bestia, no me digné a levantarme a buscar el control remoto, la dejé unos minutos para reírme y hacer la correspondiente indigestión.

Terminemos de una vez con esta infección: Un molesto dolor de cabeza fue creciendo a medida que los minutos iban pasando, mientras que reptaba por mi garganta una náusea traviesa y los ojos se iban dilatando y afiebrando aceleradamente. Haciendo un acopio de voluntad, entonces, me levanté, cambié de canal y me puse un documental de cómo hervir agua y se me fue pasando el malestar. Luego me vine a la pc a escribir esta ingeniosa reseña que será aceptada y premiada por todos los lectores.

Conclusión: El cine argentino, hoy, es una vergüenza mundial... en alguna época se hicieron buenas cosas, con buenos actores y buenas historias, pero esto ya es inaceptable, salvo para la amodorrada chusma que acude presurosa al cine -palomitas de maíz y ruidosas masticadas mediante- en busca de historias banales, predecibles, idiotas, manipuladoras, mentirosas y, por sobre todo, mal realizadas.

Atte.
Black Floyd
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8
2 de junio de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza con un sueño, que es sueño y es anhelo. Iván está volando y toca los árboles y ríe. Después, madre e hijo se reúnen en una playa soleada, ajenos al horror. Iván despierta abruptamente del sueño y se sumerge en la pesadilla, que es la realidad.

Iván realiza hazañas imposibles para un niño de su edad, porque su resorte es la ira, el único propósito de su vida, la venganza. Espía ruso de los nazis, es muy admirado y querido por el ejército por su valentía y desparpajo. Su carácter y decisión emergen como un escudo eficaz contra el miedo.

Pero en sus sueños, como el del principio, o el del carro de manzanas junto a su hermana pequeña, bajo una lluvia que arrecia, mientras los niños ríen y disfrutan de una vida sencilla que les fue robada, Iván sigue siendo un ser desprotegido y necesitado; es decir, un niño, que, aunque madurado a golpes, no deja de ser, bajo esa piel endurecida, un ser tierno que busca en sueños aquella felicidad perdida, junto a su madre y hermana en una costa caldeada por el sol.

El plano de la playa, con las manzanas volcadas, y los caballos salvajes comiendo en la arena, es de una delicadeza maravillosa.

Tarkovsky fue sugerido por Vadim Yusov, director de fotografía designado para la película, cuando despidieron al director original, y así, de esta manera ´´fortuita´´, realizó su primer largometraje.

Yusov nos regala secuencias inolvidables, de una cualidad pictórica exquisita y poética. Valiéndose del travelling, la escena del reflejo de los árboles en el lago, en un tono saturado, con la luz errante de las bengalas atravesando el cielo mate, es extraordinaria. Otros planos, como los de esos cielos siempre brumosos y cenicientos, el suelo encharcado, el sonido frío y como de cristal del agua que fluye (característico del director), de las gotas que asemejan relojes con su ruido acompasado, son igualmente geniales.

El final es terrible, espléndido, emocionante. Una hermosa película.
Black Floyd
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