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España España · Barccelona
Críticas de EL ALBATROS
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Críticas 223
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
3 de febrero de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la década de los 70, la moda del cine “retro” invadía Hollywood, surgiendo películas brillantes, exitosas y de gran calidad, películas evocadoras que nos transportaron a tiempos pretéritos y que permanecen en nuestra memoria cinéfila. La que comento, es una comedia divertida y vibrante, una obra maestra del entretenimiento en el mejor sentido de la acepción. Que tiene entre otras, dos grandes virtudes: el guión y la dirección de actores. El primero es prodigioso y perfecto, un argumento medido, pues todo encaja perfectamente, donde nada es lo que parece pero todo es deslumbrante por sus giros, trucos y sorpresas argumentales que conducen al espectador al fin que se proponen sus creadores. Es la puesta en escena, de una puesta en escena. Bajo una dirección de producción descomunal, narra cómo un grupo de pequeños pícaros, estafadores de buen corazón, se confabulan para honrar y vengar la memoria de un compañero, asesinado por un mafioso en el Chicago de la Gran Depresión.

A groso modo, se trata de una oda a la amistad, éste sería el pretexto argumental que articula una película infinitamente rica en matices y con un ritmo y una atmósfera maravillosa. La segunda virtud como decía es la dirección de actores. Un Paul Newman y un Robert Redford, al servicio de la trama, y no al revés, elegantemente vestidos y actuando como colegas tramposos, rodeados de un grupo de secundarios portentosos. Únicamente hacía falta una melodía pegadiza que desempolvaron de la vieja partitura “The Entertainer” de Scott Joplin, el rey del Ragtime. La fotografía ocre es colosal, recreando esa atmósfera malsana y viciada, esa lucha contra los poderosos, las callejuelas de los suburbios, ese mundo de pobreza en cuartuchos lúgubres y sórdidos burdeles, son fascinantes.

Dividida en siete episodios, presentados al estilo del cine mudo, es decir, con sus carteles pintados y titulados que recrean aquella época silente. Donde la trama principal y las subtramas confluyen al final en la dirección inequívocamente perfecta e inesperada, donde el orgullo prima sobre la venganza. Plena de detalles psicológicos donde su director, nos demuestra su maestría cuando tiene un gran guión. Un “tío vivo” dentro de un burdel, donde se columpian las chicas haciendo tiempo para no aburrirse, me parece una idea genial. La timba en el tren es osada y jocosa, el abyecto Lonnegan (Robert Shaw) soberbio y orgulloso, con su cojera le da al personaje una impronta inquietante. Una película que se sigue sin pestañear, en la que siempre descubres detalles y cosas interesantes por su audacia. Magistral película que guardo entre mis imprescindibles.
EL ALBATROS
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10
22 de enero de 2019
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspirada en una novela epistolar de Choderlos Laclos, considerada satánica por Baudelaire, y por Proust, “el más perverso de los libros”, la carta es arma de seducción, la palabra retórica persuasiva, la letra instrumento al servicio de la mentira. Stephen Frears, decidió realizar esta película ambientada en la inmoral y decadente sociedad del siglo XVIII, con una carga crítica no menos feroz, e idénticos propósitos de profundizar en los complejos entresijos de las relaciones amorosas y las conspiraciones de alcoba. Basada en una exitosa obra teatral de Christopher Hampton, completada con detalles argumentales de la novela original, posee un reparto de lujo: Glenn Close, resulta una magnífica Madame de Merteuil, una mujer inteligente, manipuladora y abyecta; John Malkovic, Vizconde de Valmont, un libertino dispuesto a corromper la inocencia de sus conquistas, víctima de sus propias trampas; y la naturalidad y belleza de Michelle Pfeiffer, Madame de Tourvel, su luminosa mirada revelan la fascinación de la pureza y la capacidad redentora de la pasión. Ambientada en castillos y otros parajes históricos de Francia, los interiores revelan una luz tenue que tamiza los suntuosos palacios de la época, contribuyendo a recrear una atmósfera de voluptuosa caducidad, guarida de aristócratas venenosos conspirando en sigilo, ansiosos de vengar las exquisitas ofensas de una sociedad falsa y decrépita en la que perduran gracias a su malicia e ingenio.

La Marquesa y el Vizconde se cruzan una apuesta, el arma del él es la seducción y el de ella la hipocresía, sus rencillas pasadas aprovechan el ocio y el vacio que les impone el ejercicio de sus privilegios de clase para desarrollar juegos de poder sexual: ella se acostará con él, como premio, si él seduce a la joven Cëcile de Volanges (Uma Thurman, todo candor), recién salida del convento a la que un pretendiente de la marquesa anda persiguiendo (se trata de una venganza: la marquesa arrebataría por medio del vizconde la codiciada virginidad a ese viejo amante que ahora pretende cambiarla por carne más joven). El seductor vizconde alega que Cécile le parece presa demasiado fácil para su “ganado prestigio” (como así se demuestra) y prefiere añadir la seducción de la bien casada y virtuosa Madame de Tourvel. Asistimos entonces a dos procesos de seducción de signo muy distinto: la inocencia a vencer de una adolescente, llena de curiosidad por el sexo; y la pureza, no del himen sino de los sentimientos, de una mujer adulta cuya pasión es difícil de despertar pero mucho más de extinguir.

Obra colosal, redonda, perfecta, filmada con la urgencia de lo presente, describiendo a los personajes de forma realista y descarnada, desterrando el acartonamiento de otras recreaciones históricas, el cineasta ha sabido privilegiar primeros planos sobre decorados (fastuosos, por otra parte), rostros y diálogos sobre paseos y panorámicas. El prolijo vestuario y las actitudes ladinas de los personajes no impiden que los actores utilicen más de un gesto que no parece de la época. Frears propone una planificación dinámica que concilia la continuidad del primer plano con la movilidad de la cámara y el tratamiento de la banda de sonido que convierte el film en un genuino melodrama. Rostros, susurros, música, sexo y tráfico de sentimientos son los elementos que hacen del film una obra de cámara sensual y perversa.
EL ALBATROS
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8
20 de enero de 2019
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nicholas Ray parece transmitir al film parte de su vida interior, cargada de tensón apunto de estallar, las vicisitudes vitales y personales con la actriz Gloria Graham, entonces era su pareja y acababan de romper su relación sentimental. “Nací cuando ella me besó, morí cuando ella me abandonó, viví durante las semanas que ella me amó”, son las frases que se le ocurren a Dixon Steele (un excelente Bogart) pero no sabe como incluirlas en el guión que está escribiendo y le pide consejo a su esperado amor que encuentra en la vecina de enfrente. No cabe duda de que se intercala la ficción escrita y lo que está experimentando personalmente el escritor y por extensión el cineasta. Una cruel disertación sobre el mundo del cine en el Hollywood de principios de los 50, asolado por la “caza de brujas” con la que puede asociarse a una oscura metáfora.

Thriller negro, drama psicológico, historia de amor torrencial, película nada simpática por lo que era dificil que alcanzara el éxito de entonces. Narra la decadencia de un guionista impulsivo, insolente y frustrado, muy escéptico ante el glamuroso mundo del cine. De comportamiento extraño es sospechoso de asesinato mientras su vecina Laurel, acude a declarar a su favor, una sensual y arrebatadora Gloria Grahame con la que vivirá una tormentosa historia de amor. Diálogos brillantes y audaces, donde las féminas tienen un protagonismo absoluto. Unas relaciones inestables y angustiosas que causan desasosiego interior. Es el lado oscuro de los personajes, la pérdida de confianza mutua frente a dudas razonables, plagada de escenas memorables que causan gran emoción e inquietud.

Dixon está marcado por el signo de la fatalidad, por el entorno en que se mueve y que trata desesperadamente de mantener su propia identidad. Ese lugar solitario que anuncia el film, parece ser ese mundo que vive en soledad nuestro violento guionista, su incapacidad para comunicarse con los demás. Tampoco parece cierto el poder transformador del amor, más bien parece una carrera de obstáculos e incomprensiones que no invitan a la felicidad. Excelente film de Ray, uno de los cineastas más inestables e intuitivos de la historia del cine en una película muy personal, seca y concisa. Que se mantiene como film de culto por su modernidad, debido a su atmósfera violenta y extraña, sus complejas lecturas y su gran factura técnica, narrada vertiginosamente con elípsis abruptas y cortantes en poco más de 90 minutos.
EL ALBATROS
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7
31 de diciembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonita película que merece una revisión desde el salón de casa, ideal para estas fechas navideñas, pues en su momento de estreno pasó algo desapercibida, seguramente porque ya proliferaban los films de comics y galaxias con efectos especiales apabullantes, en cambio aquí se abordan valores y principios que no están de moda en la actualidad. Recrea el más genuino espíritu americano con sus luces y sombras, en una sociedad de provincias y costumbrista pero de proyección universal. Ensalza el honor, el sacrificio por la patria y el cariño y respeto por los seres queridos, un tributo también al mundo del cine clásico y los turbulentos tiempos de la macabra y repugnante “caza de brujas”. Frank Darabont, tras los éxitos de “Cadena perpetua” y “La milla verde” aborda una trama al más puro estilo Frank Capra, sin duda un claro homenaje al maestro italoamericano de las grandes fábulas morales. Sus emocionantes minutos postreros recuerdan films míticos como “Caballero sin espada”, apelando a la constitución, o la no menos emotiva “Qué bello es vivir” con el reconocimiento de sus semejantes.

La entrañable historia de un guionista mediocre de films de serie B, acusado de comunista que pierde la memoria en un fatal accidente. Peter Appleton (Carrey), aparece en un pequeño pueblo donde es confundido por Luke, un héroe de guerra que nadie sabía de su paradero tras diez años.
Un Jim Carrey en el mejor papel de su nefasta carrera que con su inexpresividad dramática y su rostro de tipo despistado, consigue hacer al personaje creíble. Pero sin duda, el alma del film reside en el personaje del viejo Harry Trimble (un prodigioso Martin Landau), dueño del derruido cine El Majestic, cuyo hijo desaparecido guarda cierta similitud con el desmemoriado Peter. No dudo que su trama pueda parecer poco verosímil, pero qué es el cine sino sueños y ficción, para realismo están los documentales. Aquí se valora la magia de la sala oscura llena de espectadores, el estreno de “La reina de África”, la reapertura de El Majestic con “Un americano en París”, “Un tranvía llamado deseo”, cuando la televisión comenzaba a colocar en cada hogar la caja tonta.

No falta el homenaje a los caídos y la reinserción de aquella maldita guerra contra el nazismo, el mutilado amargado, y tantos jóvenes que no volvieron, un guiño a “Los mejores años de nuestra vida” de Wyler, una serie de esterotipos de distintos personajes que pueblan la cinta con sus tópicas y típicas costumbres, sus discrepancias y sus mezquindades. Todo ello constituye un mosaico que diferencia claramente la vida rural y costumbrista de la vida urbana de la gran ciudad y los estudios de cine, el vertiginoso mundo de los negocios frente a la pacífica vida en el pequeño pueblo donde forman una comunidad afable y donde todos se conocen. Y lo más importante es el hombre en busca de identidad, el cambio de valores que Peter encuentra para dar sentido a su vida. Narrada en “flashback” la película goza de una inmaculada pátina de perfección técnica, con tintes de comedia y cuento de hadas en el mejor sentido de la palabra. Su excelente música de jazz y swing recrea fielmente la época. Una alegoría al desaparecido cine del Hollywood clásico.
EL ALBATROS
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6
29 de diciembre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡FELIZ NAVIDAD! Para todos los usuarios de Filmaffinity. Especialmente para mis amigos de esta web de cine, ya que no lo he hecho individualmente, esperando ingenuamente la iniciativa ajena. No se han cumplido mis espectativas quizá por el ajetreo familiar de compromisos pendientes, en todo caso aprovecho el comentario sobre esta sencilla y humilde cinta para felicitarlos y desearles lo mejor. Lo hago con esta película que representa los buenos sentimientos humanos tan recurrentes para el espíritu navideño que vivimos. Entre tanto atracón de marisco, buena carne, turrones y cavas varios, sería bueno recapacitar sobre las cosas que valen la pena, más allá del dogma religioso católico que impregna esta entretenida película.

Sin grandes pretensiones artísticas, la academia la premió seguramente por sus valores inconfundibles en la fe, Bing Crosby nos brinda un gran papel para una especie de fabula moral ilustrada de canciones y buen humor, además del sentido cristiano antes apuntado. Si algo define al cine de Leo McCarey es su humanidad y su habilidad para subliminar lo sencillo, desde el buen gusto y la elegancia. “Going my way”, es un canto a la vida y a la esperanza, no olvidemos que fue filmada en plena segunda guerra mundial, donde reinaba la incertidumbre ante un futuro incierto y el cine contribuía a lanzar un mensaje de paz y solidaridad. De atender a los necesitados olvidando nuestro orgullo y egoísmo, en definitiva de preocuparse por el prójimo con un mensaje claro y universal, de valores eternos.

Una película recomendable en estas fechas, que muchos jóvenes desconocen por esa alergia al blanco y negro, esa palabra maldita que denosta lo viejo como reliquia, cuando trata de temas que no tienen edad. Que son inalterables al tiempo, sólo cambian las circunstancias, pero que recrean inexorablemente la condición humana y sus insondables distintos caminos. Espero que cada uno de nosotros elija acertadamente el más correcto con arreglo a sus principios e ideas. Reconozco que apenas he hablado del film, porque lo importante no son las tribulaciones del padre O´Malley, lo que importa es lo que pretende representar y transmitir. Porque el cine es entretenimiento, pero también arte y reflexión.
EL ALBATROS
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