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Seychelles Seychelles · Monchópolis
Críticas de Monchita
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Críticas 86
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
25 de febrero de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A coña. Así hay que tomarse 'Cursed'. Recuerdo cuando la vi por primera vez. ¡Qué ilusa! De verdad esperaba una historia de terror, con hombres lobos salvajes. Pensaba que Wes Craven podría hacerme pasar un mal rato. Y recuerdo qué mal me sentí al ver ciertas escenas (detalladas en el spoiler, para no fastidiarle a nadie los MOMENTAZOS que tiene este film).
En fin, que se le nota que destila humor prácticamente desde el inicio. Sobre todo, porque se ríe del género de los licántropos. También por los comentarios de los personajes. En especial destaca Eisenberg en ese sentido.
Pero es una comedia de terror fallida. Por dos cosas principalmente: ni asusta ni divierte. No asusta porque es una película apta para todos los públicos, con un hombre lobo cutre -tanto por el disfraz como la digitalización-, una historia entre previsible y semi-absurda, porque no hay casi muertes y porque intentan justificarlo prácticamente todo. Es mejor dejar más a la imaginación del espectador.
No divierte porque le falta más mala baba, como sí la tenía “Un hombre lobo americano en Londres”, para que me entendáis; y porque los chistes son bastante burdos.
Eso sí, no se puede negar que si entras en el juego de no tomártela en serio, resulta una pseudo-animalada entretenida.
La pena es que, mientras veíamos los extras del DVD, descubrimos que 'Cursed' está censurada. Qué digo, censuradísima. Es increíble como una productora puede joder el resultado final de una película. Y todo por resultar más comercial, por abarcar más público. Que digo yo que al menos en el DVD podían haber incluido las escenas eliminadas. Jolín, los de efectos especiales se esmeran en currarse mutaciones y casquería para que, al final, nos quedemos con las ganas de una gamberrada más cruenta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Monchita
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8
2 de febrero de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se podría decir que, por primera vez en su carrera (si nos olvidamos de 'Slumdog'), Danny Boyle tenía entre sus manos una película “normal”. Y decimos “normal” porque se trata de una historia real sobre Aron Ralston, un tipo que se queda atrapado en una roca durante algo más de cinco días. Nada de drogadictos, de monjas y santos, de ángeles celestinos, de infectados, de turistas con videojuegos... Sólo un hombre y una roca. Pero claro, es Boyle. ¿Quién que conozca sus películas se espera que se dedique solamente a rodar la angustia, el malestar, la agonía del encerrado?. Como en toda su filmografía, el británico encuentra la excusa perfecta para meter sus movidas psicotrópico-oníricas en plan videoclipero: los delirios de Aron. Esos planos acelerados, con la música a tope, quedan justificados; no chirrían tanto como a priori pudiera parecer. Sin embargo, para mi gusto, en ocasiones se recrea demasiado en esos mismos planos. Que estén justificados no significa que a menudo le reproches: 'Boyle, no te pases, ya has cumplido con los planos “guays” y esto te está quedando pedante'.
Si pasamos ya de lo psicotrópico y nos centramos en si la película transmite la claustrofobia agónica del protagonista, la respuesta es sí. Se debe al buen hacer de Boyle tras las cámaras y, por supuesto, a la interpretación de James Franco, un actor que está logrando quitarse el sayo de 'cara-bonita'. Su actuación, con los tics de su cara, refleja el calvario sufrido por estar tantos días encerrado, sin luz, sin casi agua ni comida. El peso de la película recae en él y cumple con creces. Otro actor menos expresivo, pongamos por caso Ryan Reynolds, hace menos creíble un papel tan duro. En contra, hay que darle un tirón de orejas enormes a Claudio Serrano, el doblado de Franco, porque no le pone ningún entusiasmo a los diálogos y le resta credibilidad al personaje.
También hay que agradecer al director que no se corte con ciertas escenas y muestre la crudeza de estar oprimido bajo un pedrusco tal cual es. En estos casos, es mejor no ser sutil porque se logra conectar y empatizar con el dolor del protagonista.
Lo que me da pena es que Boyle haya conseguido financiar una película de estas características gracias al Óscar -inmerecido- que ganó por 'Slumdog Millionaire'. Pero bueno, gracias a eso se ha alejado de guiones infantiles y estúpidos y vuelve a propuestas más arriesgadas, acordes al resto de su filmografía.
Monchita
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8
24 de noviembre de 2010
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Felicidad. Un retrato brutal de las patéticas vidas de un grupo de personas. Gente que se ve abocada a buscar en unos lugares extraños esa cosa llamada "felicidad"; esa cosa que les haga sentirse completos: personas-objeto, acoso sexual telefónico, violaciones... Todo vale en la búsqueda de la felicidad.
Todd Solondz vuelve a regalar un retrato lúcidamente sórdido, cruelmente ácido, tristemente divertido, sobre los seres humanos. Se apoya esta vez en que cada persona intenta buscar (o lo finge) un motivo por el que vivir. Resulta extremadamente doloroso pensar en esas situaciones como reales, pero en mayor o menor medida existen fuera de la gran pantalla. Solondz sólo las exagera al máximo para acentuar con mayor fuerza los defectos de sus personajes e impregnarlos de esa aura de patetismo tan propia de sus películas, con tal de abofetear a la sociedad.
Son, por tanto, historias verosímiles. ¿Quién no ha sentido, alguna vez, el frío vacío de una cama al ir a dormir y no poder abrazar a alguien querido? Así de simple puede ser la felicidad. Y qué chungo resulta llegar hasta ella. Y si no, siempre se puede aparentar y ser cínico.
Monchita
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6
26 de octubre de 2010
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al salir del cine, me sentía con unas ganas enormes de subirme a una mesa, cual Ally Sheedy en “El club de los cinco”, y bailar al son de Simple Minds. Aunque “Rumores y mentiras”, en su conjunto, no me aportara ninguna novedad, me hizo salir de la sala con una sonrisa, todo gracias a la nostalgia, al recuerdo de aquellas pelis de los ochenta tan entrañables.
¿Pegas para la segunda película de Will Gluck? Pues que intenta ir de original, de “guay”. Esto se nota en el diseño de personajes. Los adultos son todos, o en su gran mayoría, gente enrollada, moderna, que entiende a los jóvenes. No pueden faltar, por tanto, esas típicas situaciones graciosetas o chistes ingeniosos – que no originales – con las que el 99% de la sala del cine se ríe y tú te quedas pensando: “¿De verdad esto ha tenido gracia? ¿Ustedes han visto antes alguna de las 21.856.433 de pelis adolescentes que existen?”.
Por su parte, los adolescentes, como en cualquier película del género, están estereotipados: el amigo gay, la amiga salidorra, la antagonista que le hará insufrible la vida en el instituto a la prota... Y luego está ella, Olivia (Emma Stone), una chica con mil tics en la cara, semi-clon físico de Lindsay Lohan, aunque no al nivel del muecas por excelencia, Jim Carrey, una pringadilla que deja escapar el bulo de que ha perdido la virginidad todo por escalar puestos en el estatus social escolar. Su hazaña la hará la más popular del instituto pero eso también le deparará otras consecuencias menos agradables. Y una escena bastante divertida como es la del sexo en la fiesta de una compañera de instituto.
Como leía hace unos días en una revista cinematográfica, esta podría haber sido una peli dirigida por John Hughes, que en paz descanse. Podría haberlo sido, sí, si pasamos por alto que “Rumores y mentiras” no despide esa candidez, esa inocencia, esa simpatía de las pelis teens ochenteras. Le falta fuerza y carisma a sus personajes, sobre todo, para que dentro de unos 25 años esta peli pueda seguir siendo recordada como hoy recordamos el baile de Matthew Broderick en “Todo en un día”, el puño en alto de Judd Nelson en “El club de los cinco” o la cortadora de césped de Patrick Dempsey en “No puedes comprar mi amor”.
Monchita
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1
25 de octubre de 2010
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de Muñoncito, que más bien parece un tumorcito, continúa. Sus aventuras ahora nos llevan a la cosmopolita ciudad de Monchópolis, un lugar habitado por “monchitos” de todas clases.
Después de nueve años, Muñoncito había evolucionado y ya no parecía un pegote de plastilina moviéndose a lo cutre. Los efectos digitales habían llegado a Monchópolis. Y aunque la ciudad y Muñoncito, que más bien parece un tumorcito, habían ganado en calidad técnica, habían perdido su baza más importante: el ser caspa entrañable. Ahora todo se reduce a una historia que peca de seria y, en consecuencia, resulta pesadamente aburrida. Porque el humor casposo anda escondido en el cesto de Muñoncito y sale tan pocas veces como los cruentos asesinatos de nuestro protagonista.
Y 'Basket Case 2' no la salva ni verla en compañía de unos amigos frikis y con alcohol. Y mucho menos el “homenaje” (¿plagio, tal vez?) a la fantástica 'La parada de los monstruos' de Tod Browning.
Lo siento Muñoncito, me has decepcionado.
Monchita
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