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España España · Barcelona
Críticas de reporter
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Críticas 629
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
5 de marzo de 2009
71 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién vigila a los vigilantes? O más importante todavía. ¿Quién vigila a Zack Snyder? Hablar de ‘Watchmen’ es emplear palabras mayores. La que con toda justicia está considerada por muchos como la mejor novela gráfica de la historia creó a su alrededor una legión de incondicionales seguidores que de buen seguro estarían ansiosos por ver trasladados aquellos doce mágicos volúmenes a la gran pantalla. Pero al mismo tiempo existe el temor a que la adaptación no cumpla con las expectativas, con lo que cabe considerar que muchas sensibilidades queden seriamente heridas. Ya se sabe, un gran poder implica una gran responsabilidad. Además, adaptar cualquier obra de Alan Moore es jugar con fuego. El más que probable -y bastante justificado- rechazo del escritor hacia cualquier adaptación cinematográfica de su obra en absoluto ayuda a crear un buen ambiente, con lo que todo director que ose poner sus manos encima de las historias de Moore sabe que estará solo ante el peligro.

De modo que con la curiosa mezcla compuesta por las ansias por ver y el temor a ser defraudado, empieza el show. ¡Y qué manera de comenzar! Si las primeras impresiones fueran lo más determinante, ‘Watchmen’ sería algo casi inmejorable. En los primeros pasos Snyder anda con mucha firmeza: no sólo consigue una fiel y sólida adaptación del original, sino que además aporta nuevas piezas a este colosal puzzle. La secuencia en la que se nos muestran los créditos de inicio es una auténtica joya: si en ‘Amanecer de los muertos’ se eligió la compañía de Johnny Cash, ahora se eligen los también ritmos folklóricos de Bob Dylan. Así, mientras va sonando “The times they are a changin’” van apareciendo imágenes que subliminalmente van dando la bienvenida a los no familiarizados con el original; a la vez que a los ya conocedores del cómic se nos brinda un gran número de guiños, prueba evidente que Snyder ha estudiado -o incluso devorado- la obra de Moore.

Pero una cosa es devorar y otra muy diferente es comprender. Y en este aspecto mucho me temo que el sin duda listísimo director de Green Bay y su equipo han entendido la novela gráfica… a medias. O al menos esta impresión transmite el primer visionado de la cinta. Aunque también es cierto que la otra impresión, o más bien confirmación, que se puede extraer de la experiencia es que, si aún quedaban dudas, ‘Watchmen’ es una historia extremadamente difícil de llevar a la gran pantalla. No sólo por la infinidad de temas que trata (qué es lo que lleva a alguien a tomarse la justicia por su mano / la responsabilidad que implica el poder / el lado más oscuro del ser humano…) sino también por su compleja narrativa. Mientras se desarrolla la historia, se encadenan los saltos temporales, se mezclan acciones que suceden en lugares distintos y por si fuera poco, las viñetas y los diálogos están llenos de detalles y sutilezas que a la postre acaban revelándose como fundamentales para comprender el engranaje de ese gran reloj.
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reporter
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3
25 de febrero de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el primer día Uwe Boll descubrió ‘The Matrix’. Y vio que era bueno. En el segundo día hizo ‘House of the Dead’, y vimos que el famoso “bullet-time” y los travelling circulares podían llegar a ser horribles (eso sí, hubo gran regocijo). En el tercer día Uwe Boll jugó a ‘Alone in the Dark’ y ‘Bloodrayne’. Y vio que era bueno. En el cuarto día dirigió sus correspondientes adaptaciones para la gran pantalla, y aunque volvió a haber gran regocijo, vimos que era muy malo. En el quinto día Uwe Boll visionó la saga entera de ‘El Señor de los Anillos’ de Peter Jackson. Y vio que era bueno. En el sexto día realizó ‘En el nombre del rey’. Como no podía ser de otra forma manera, hubo gran regocijo… pero vimos de nuevo que era malo. En el séptimo día Uwe descansó. Y así fue.

Sagradas escrituras aparte, con el paso del tiempo no he podido evitar encariñarme con este entrañable personaje. Considerado por muchos como “el Ed Wood contemporáneo” (lo cual es una manera fina de considerarle como el peor director del panorama cinematográfico actual), Uwe Boll responde a las pésimas críticas que va recolectando a base de nuevas películas o propinando palizas -literalmente hablando- a todo aquel que ose contradecir su divina palabra. Así las cosas, aunque haya terremotos, aunque los gobiernos cambien y aunque haya crisis económicas, sabemos del todo seguro que el odiado cineasta de origen alemán va a deleitarnos cada año como mínimo con una de sus excentricidades. Una cita ineludible para todo amante de la basura en estado puro.

Eso sí, tragándonos el orgullo hay que admitir que el bueno de Uwe ha conocido cierta evolución positiva en su carrera. Sí, partía desde uno de los listones más bajos jamás conocidos. Sí, sus películas siguen siendo horrorosas. Pero siendo justos, de ‘House of the Dead’ (el trabajo que le dio la “fama” internacional) a ‘En el nombre del rey’ parece que haya un abismo. Los diálogos siguen siendo insufribles, la dirección de actores es pésima (por su caracterización y por sus gestos, el villano Ray Liotta parece sacado de un espectáculo de magia de Las Vegas) la forma de enlazar escenas es de chiste, las coreografías parecen sacadas de una función navideña de cualquier colegio, y un grandísimo etcétera. Pero me reafirmo en lo dicho, hay leves indicios que sugieren que este “nuevo Ed Wood” poco a poco va aprendiendo: el tratamiento de la imagen por ejemplo, que siendo una triste sombra de las grandes películas del género, hasta hace bien poco hubiera sido insospechable viendo los antecedentes del Sr. Boll.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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Vals con Bashir
Israel2008
7.5
23,451
Animación
7
16 de febrero de 2009
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Puede que hayamos acabado con el pasado, pero él no ha acabado con nosotros.” Con esta premisa arrancaba Paul Thomas Anderson una de las muchas reflexiones que se plasmarían en aquel maravilloso “accidente” (citando al propio cineasta) titulado ‘Magnolia’. Lo que suponía una partícula en aquella compleja tragedia coral urbana, en ‘Vals con Bashir’ es el eje central de la trama. Sorprende, pero a la vez hay que ver con buenos ojos -y más en estos tiempos-, el hecho de que Israel haya elegido este filme para representarle de cara a los Oscar. Sorprende por ahondar Ari Folman en un capítulo negro de la historia de su país (la invasión parcial del Líbano y la posterior matanza de palestinos en los campos de Sabra y Chatila). Y hay que verla con buenos ojos por suponer una recuperación de un pasado que no debe olvidarse.

Porque más que meter el dedo en la llaga reclamando responsabilidades históricas (que innegablemente lo hace), Folman nos habla de la preocupante facilidad con la que se pierden los recuerdos, ya sea para tratar de mantener la cordura, ya sea para eludir el peso de la culpa. A lo largo de esta película autobiográfica, el director busca como alma en pena los fragmentos; las piezas que componen este caprichoso rompecabezas llamado memoria. Un tema que da pie no sólo a reflexiones psicoanalíticas, sino también filosóficas y políticas. Esta mezcla de conceptos con la guerra como telón de fondo produce un efecto chocante, a la vez que configura un conjunto que invita a la reflexión.

Chocante también o por lo menos rompedora es la animación usada para narrar esta visita de los fantasmas del pasado. Aunque recuerde vagamente al estilo del que se sirviera Richard Linklater para sus ‘Waking Life’ y ‘A Skanner Darkly’, estamos aquí ante un concepto radicalmente nuevo. Nacidos de la unión entre animación Flash, la clásica y la 3D, estos dibujos no logran insuflar a los personajes toda la vida que se desearía, pero por el contrario van sobrados de poder para crear escenas oníricas. En éstas se muestra de forma sorprendente el horror, el delirio y todo el sinsentido que encarna cualquier conflicto bélico (véase la secuencia que da título al film). Algo que con cualquier otro tipo de animación habría perdido fuerza, ya que ficción y realidad no se hubieran podido con tanto acierto.

Justamente ahí está el gran triunfo de ‘Vals con Bashir’. Al igual que en una terrible pesadilla, uno no sabe cuándo empieza lo verdadero y cuándo empieza lo inventado. Ambas partes se fusionan en un todo desgarrador que a través de un discurso con tono autocrítico remueve conciencias y a la vez hace que se pase por alto la falta de ritmo en algún que otro tramo de la cinta. Un pequeño defecto que se justifica con aquello de “gajes del oficio”. Nimiedades al lado del objetivo que incansablemente persigue Folman: la preservación de la -cada día más frágil- memoria.
reporter
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6
9 de febrero de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al desfilar los créditos finales de la película, no pude reprimir un punzante sentimiento de profunda decepción. El nuevo trabajo del director de ‘El club de la lucha’ -quién lo diría-, aquel llamado a ser el único capaz de hacerle sombra al fenómeno ‘Slumdog Millionaire’, acabó convirtiéndose en un filme que despertó en mí todo tipo de sensaciones, pero que en ningún caso terminó de convencerme. Una experiencia considerablemente peor a lo que me sucedió hará exactamente un año con ‘Pozos de ambición’. Al igual que en aquella ocasión, me cegó el nombre del director. Si antes fue Paul Thomas Anderson, ahora sería el turno de David Fincher, uno de los cineastas en activo que más admiro. La serenidad mostrada en ‘Zodiac’, su último filme hasta la fecha, inducía al optimismo ya que hacía pensar en que el controvertido director había alcanzado al fin el grado de madurez que se le exigía desde el los sectores más conservadores (algo así como el último bastión que le faltaba por conquistar).

Añadámosle una historia con una premisa llena de magia y posibilidades. Este ser menguante en lo que a edad se refiere parece salido de la mente del genial Tim Burton y no son pocas las reflexiones que podrían extraerse de tan peculiar plan de vida (como por ejemplo, saber seguro cuando va a terminar nuestra existencia). Una premisa fantástica y aterradora pero que desgraciadamente se queda en la categoría de -como bien apunta el título- “curiosidad”. Curioso es el inicio de la película, al ver cómo se trata con la máxima seriedad posible los primeros pasos de Benjamin Button. Las mejores escenas de este tramo como lo son la de la congregación religiosa o la de la primera visita al burdel consiguen un efecto cómico inesperado pero igualmente sobrio.

No puedo decir lo mismo del resto y casi totalidad del metraje, el cual se me antojó como un lento transcurrir de eventos, la mayor parte de los cuales seguía más por inercia que no por nuevos incentivos. En efecto, con el paso de los años Benjamin Button se va confirmando como un personaje mucho más normal de lo que cabría esperar, lo cual puede ser visto como un acierto en pos del acercamiento realista antes comentado, pero que al mismo tiempo juega con la paciencia del espectador. Es de admirar que una película se detenga a meditar sobre temas tan profundos como el paso del tiempo y sobre todo aquello que se gana y se pierde en esta vida. Lo que ya no es tan plausible es la falta de ritmo de la que adolece la historia en más de un tramo. Y es que tratar con una duración de casi tres horas es jugar con fuego.
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reporter
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8
8 de febrero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ron Howard es un director que raramente deja frío. No hay más que ver la lista sus títulos para darse cuenta que es un experto manipulador de sentimientos. En el buen sentido (en la mayoría de veces consigue llegar al corazón del espectador) y en el malo (suele tocar la fibra sensible con recursos claramente efectistas, e incluso tergiversando la realidad, como ya sucediera con ‘Una mente maravillosa’). Lo que no se le ha reconocido tanto es su tremenda capacidad para contar historias. Sin llegar a ser un genio, hay que reconocerle el mérito de saber realizar filmes tan fácilmente digeribles. Un cineasta podría decirse de la vieja escuela, que sea cual sea el producto que nos presenta, se esmera siempre en garantizar un mínimo de calidad.

Véase la última película seria que dirigió hasta ahora: ‘Cinderella Man’. Al biopic del boxeador James J. Braddock podía reprochársele cierto sentimentalismo barato, pero a pesar de todo conseguía triunfar gracias a una impecable factura técnica y al auténtico tour de force que significaban los combates pugilísticos. Es interesante tener en mente esta cinta para entender ‘El desafío’, pues éste es en esencia un apasionante cara a cara que sustituye el cuadrilátero por una casa convertida en plató de televisión. En él se va a dar una contienda épica. En una esquina se sitúa un veterano y frío maestro de la retórica, con el objetivo de dejar correr los segundos hasta oír el sonido de la campana, para acabar llevándose así el duelo por puntos. En la otra esquina el inexperto pero aguerrido debutante, que a sabiendas de que el tiempo juega en su contra, busca desesperadamente el golpe definitivo para noquear a su adversario.

Basada en la obra teatral escrita por Peter Morgan, ‘El desafío’ hace gala de una gran agilidad para el diálogo. Bromas agudas e intensísimos intercambios verbales se mezclan con una puesta en escena marca de la casa. Como era de esperar, Ron Howard lleva perfectamente el tempo: calmado en los preliminares y tenso durante las entrevistas. Lástima que le faltara tiempo para ahondar más en los incontables obstáculos que tuvo que afrontar el equipo de periodistas comandado por David Frost para poder realizar esa hazaña, pero al final es una carencia que queda holgadamente compensada por el espectáculo que supone ver a dos personas dejándose la piel por sus ideales.

Durante las entrevistas suena música de fondo, se combinan primeros planos con enfoques más generales y la cámara hace movimientos bruscos pero elegantes para aumentar la violencia implícita en este proceso para sacar a la luz la verdad. Pura pirotecnia; pura frivolidad que se traduce en un acierto rotundo por parte de Howard. Y es que ‘El desafío’ es un documento que gana valor en parte por describir de forma indirecta e impecable cómo ve el pueblo americano a los líderes de su nación. Es una radiografía de los mecanismos de una sociedad que ha visto siempre la política como un término sinónimo de su tan apreciado “showtime”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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