Sigue en la línea del anterior episodio, aunque quizá esta vez el ritmo es un poco más rápido. Es por eso que tuvieron a bien insertar pequeños toques cómicos de cuando en cuando, para distender un poco al personal.

Visualmente, impecable. Desde el punto de vista de la historia, mucho ajetreo, como viene siendo habitual en la saga, pero poca intriga. Todo es ya bastante predecible en el universo Star Wars, por más que la quieran hacer imbuir de una misteriosa fuerza que todo lo impregna.

El montaje, sobre todo en su último tramo, fragmenta innecesariamente las tramas que están teniendo lugar en los distintos escenarios sin que ello aporte nada al film, más allá de un plus de estrés (el desenlace de esas escenas es totalmente predecible, como acabo de comentar).

Si te gustó la última, te seguirá gustando esta. En caso contrario, mejor ahórrate el dinero. La saga no se reinventa; sigue explotando la vieja fórmula.

Se sale del cine con la impresión de haber asistido a un gran espectáculo. Es, sin embargo, el paso de los días quien te hace ver el vacío existente tras toda esa pirotecnia. De ahí que baje algún entero.

La historia está bien montada. El tono estridente es algo que domina bien el cómico Steve Carrell. Y como contrapunto a su histrionismo está la contención que aporta magistralmente Emma Stone. El conjunto funciona. Es una película agradable de ver, y bien contada. Cumple su cometido de entretener.

No funciona como drama, pues frivoliza demasiado temas tan serios como la dependencia al alcohol, ni como comedia, pues carece de la frescura y chispa necesarias para hacerte aflorar una verdadera sonrisa, quedándose al final en tierra de nadie.

Da la impresión de que la actriz podría haber llegado a algo grande, pero se pasa uno toda la película esperando el recital. Estamos ante otro de esos casos en los que el tráiler supera con creces a la película. Promete lo que no da.

Simpática, pero se queda en poca cosa. Está bien interpretada pero adolece de un guion muy flojo. Acabada la película, le da a uno la impresión de haber asistido a algo meramente anecdótico. Sin profundidad ni ánimo de correr grandes riesgos. Los actores, sin embargo, sí hacen un buen papel.

Lo mejor que puede decirse de esta película francesa es que no pretende emular a ningún otro título consagrado del género, a diferencia de otras como "Carbone", coetánea suya, que se miraba descaradamente en el espejo de "El precio del poder" (salvando las distancias). "Tout nous sépare" no es en absoulto ambiciosa.

A pesar de los clichés que pueda contener, nos cuenta su historia, a su manera ─muy a pie de calle y moviéndose en lo marginal─, con unas interpretaciones que son mucho mejores por parte de los actores desconocidos que de la cabeza de cartel, léase Diane Kruger y Catherine Deneuve (se nota demasiado que esta última no se creyó su papel).

Se deja ver, tampoco es tan mala como la pintan. Un film discreto y medianamente correcto.