Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Sergio Berbel
Críticas 870
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
24 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michel Franco es uno de los cineastas más apasionantes del cine contemporáneo mundial. Sus provocadoras propuestas bucean en la parte sórdida y oculta de la institución familiar y de la vida privada de la gente, como las magistrales “Después de Lucía”, “Las hijas de Abril” o “Sundown”. Con “Nuevo orden”, se atreve a trasladar su propuesta con aires de Haneke, incluida la frialdad distante, los planos fijos y los fuera de campo, a un thriller político, cargado tanto de compromiso social como de un nihilismo militante nacido de una misantropía lúcida. Una absoluta genialidad, al fin y al cabo, de un realismo premonitorio terrorífico. Michel Franco desenmascara los mecanismos del fascismo en esta magistral cinta, con múltiples lecturas y una violencia contundente arrasadora que Franco no ahorra al espectador.

Con esa capacidad plástica marca de la casa que siempre sostiene el virtuosismo visual de Michel Franco y la dirección de fotografía de su fiel Yves Cape, esta vez no le interesan los fantasmas ocultos en la institución familiar, sino que nos introduce en la fastuosa boda de la hija de una familia de la alta burguesía mexicana que termina abruptamente arrasada por una revolución social. Cuando las desigualdades de clase son tan terribles que se convierten en insoportables, el estallido social está por llegar y sus consecuencias son imprevisibles. Cuando se ha masacrado un campamento de protesta en la puerta de la universidad (una escena sin palabras que te deja sin palabras) se comprende rápidamente el porqué del estallido violento.

Pero existe algo muchísimo más grave que las consecuencias de dicha revolución social, y es el estado de sitio y el golpe de estado que le sigue, perpetrado por las élites económicas, políticas y militares para subvertir los pilares de la democracia e instituir un régimen de terror fascista donde los derechos humanos se disuelven para casi todos en beneficio de unos pocos. Ya se sabe, imponer a balazos la seguridad destruyendo cualquier atisbo de libertad. Esto ya lo habíamos visto en el mundo real unas cuantas veces. Por desgracia, y eso es lo más escalofriante, Michel Franco no inventa nada que no se haya dado en la realidad.

Pocas veces se ha contado con el grafismo y la crudeza que lo hace Michel Franco dicho proceso fascista, a través de un guión magistral que mantiene una insoportable tensión constante desde el primer hasta el último minuto de sus fascinantes 82 minutos. Un texto que, a pesar de su vocación coral y poliédrica, es sostenido especialmente por la joven actriz Naian González Norvind, interpretando a la novia en la boda, la hija del rico todopoderoso industrial que parece ser la única con algo de conciencia social y humanidad en una familia embrutecida y narcotizada por las ansias de poder y dinero. Su interpretación es, de lejos, lo mejor de un film imprescindible y me temo que bastante premonitorio.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
23 de junio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La estrella azul” es un inesperado biopic tan errático como la figura del músico al que homenajea, Mauricio Aznar. Pretendiendo transitar demasiados géneros cinematográficos, el experimento no descarrila en ningún momento, ni tan siquiera cuando, de forma temeraria, decide cruzar la frontera entre la ficción y el documental con total impunidad y sin estar debidamente justificado. Pero quizás ese ir y venir constante la aleja de la genialidad para acercarla a la curiosidad. En cualquier caso, lo más llamativo es que el artefacto acaba funcionando.

Mauricio Aznar fue un músico de rock´n´roll de cierta notoriedad en la Zaragoza de los años 90 con su afamada banda Más Birras. De la noche a la mañana y sin previo aviso, abandonó su vida de desfases varios para abordar un viaje iniciático por la recóndita Argentina que se esconde en Santiago del Estero a la búsqueda de la esencia del folklore que lo conduce hasta Don Carlos (interpretado por el entrañable Cuti Carabajal), el músico más importante pero menos reconocido de la chacarera, que lo acoge en su casa como a un hijo.

A pesar de que transita algunos inevitables lugares comunes propios del género, patalea por su autenticidad y credibilidad a través de la magnífica interpretación de Pepe Lorente y cobra vida y me hace respirar hondo cuando entra en escena Mariela Carabajal, el gran personaje femenino del film y, para mí, la causa que hace posible sostener el interés por el mismo más allá de la propia música. Ella es tan etérea que hace carne y corazón un personaje bastante estereotipado en el papel y que levanta a pulso.

Una pena, dicho sea de paso y repasando su elenco actoral, que resulte tan infrautilizada mi adorada Bruna Cusí, que apenas interviene en unas pocas escenas. Demasiado poco para tan enorme actriz, cuyo personaje mereció más relevancia en el guión del propio Javier Macipe, que se prolonga durante unos innecesarios 129 minutos, especialmente superfluos cuando el film abandona la senda de la ficción para transitar la del documental sin necesidad que lo justifique. A pesar de todo ello, la película sin duda resulta interesante, sobre todo gracias a su música y a la espléndida fotografía de Álvaro Medina.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
23 de junio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta mexicano Michel Franco me cautivó de por vida gracias a una obra maestra tan perturbadora como brillante llamada “Después de Lucía”. Desde entonces, lo sigo con absoluta atención y entusiasmo en todas sus propuestas, a cual más redonda que la anterior. “Sundown” es una absoluta maravilla. Un film que versa sobre los lazos familiares, pero sobre todo sobre la muerte, la crueldad del capitalismo, la violencia enquistada en la sociedad mexicana, el amor extraño, las diferencias de clase, la terrible realidad neoliberal, el daño que el turismo produce en nuestras sociedades… porque sería difícil determinar qué temas no aborda con una valentía inusitada “Sundown”. Su plano inicial, en un fogonazo de genialidad épico, ya nos enmarca toda la historia que se pretende contar, puro existencialismo alrededor de la muerte, tan próxima al protagonista en todo el metraje de este portentoso film.

Con una caligrafía visual exquisita de una plasticidad apabullante, basada en un dominio del encuadre y el plano de Michel Franco asombroso y una magistral dirección de fotografía de Yves Cape, se nos muestra a una familia burguesa pasando sus vacaciones en un resort de lujo en Acapulco. En México pero tan alejada del México real como si estuvieran en Marte. Los burgueses nunca conocen las condiciones vitales reales del proletariado. En un momento dado, todo se tuerce cuando ella (la siempre magistral Charlotte Gainsbourg) recibe una llamada telefónica avisándole de que ha fallecido su madre. Entonces todos tienen que improvisar un regreso a Inglaterra precipitado. En el aeropuerto, ya con las tarjetas de embarque en la mano tanto de la madre como de los dos hijos, él (inconmensurable Tim Roth) sostiene que se le ha olvidado el pasaporte en el hotel y que tiene que regresar a por él para partir en un avión posterior.

Ello jamás ocurre. Perdido en una tragedia existencialista interior que lo tiene desorientado, decide olvidar el drama familiar y sus lazos de sangre y continuar sus vacaciones en solitario en Acapulco, como si nada hubiera pasado. A partir de ahí, Michel Franco nos va adentrando en un puzzle sentimental cada vez más profundo y alambicado, más mágico y perfecto, que gravita alrededor de la brutal interpretación de Tim Roth, que aparece en todas las escenas del film y que se convierte en la piedra angular que sustenta este perturbador y perfecto guión de Michel Franco.

Hay que prestar mucha atención a la interpretación de Iazua Larios que, ante un personaje parco en palabras pero rico en gestualidad, levanta una mujer mexicana inolvidable y exquisita.

El film no necesita música original para desarrollar tan radical historia. Se basta y se sobra con una selección musical de canciones incidentales que acompañan y acompasan la trama de manera magistral.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
20 de junio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Puede que los resultados no sean magistrales, pero las intenciones, la frescura, la espontaneidad, la credibilidad y la empatía que genera “Gallo rojo” hace que valga la pena el viaje cinematográfico. Por encima de todo, por la interpretación de Pino de Pablos. Ojalá el destino me depare encontrármela en más pantallas en el futuro, porque su apuesta lo vale. Esta joven actriz hace fácil lo más difícil, se come la cámara en su dulzura susurrada, en su belleza pausada, en su saber estar y decir delante del objetivo, en encarnar la frescura espontánea al hablar, al cantar, al bailar. Pino de Pablos justifica por sí misma ver “Gallo rojo”, aunque el film ofrezca mucho más que ella.

Pino de Pablos interpreta a Ana, que vuelve al pueblo de sus ancestros, apenas cuatro calles en la Castilla profunda, en ese mundo rural que estamos asesinando mientras lo vemos expirar conformándonos con llamarlo “vaciado”. El grito que el propio cineasta Enrique García-Vázquez, autor también del guión, profiere contra dicha situación no es de ira, sino de una melancolía apenas susurrada, tamizada incluso de humor, pero amarga, porque al él le duele como a mí que ese mundo rural esté expirando delante de nuestros ojos. Pero aquí no hay drama, todo fluye plácidamente y a veces hasta de forma divertida.

Ana ha retornado para abrir un cine, una actividad a contracorriente en un lugar a contracorriente. Y lo hará con la ayuda de su amiga de toda la vida en el pueblo, Lucía, interpretada por la interesante y espontánea Lucía Lobato. Como es verano y alguna vida se hace en sus pocas casas, el invento cinematográfico triunfa y Ana pasa a ser una personalidad en la comarca.

La propuesta formal es tan sencilla como la argumental, e igual de sincera, directa y creíble, regalándonos algunos preciosos planos de los llanos castellanos con cierta vocación y tono documental y determinadas escenas divertidísimas, como la acontecida en el interior de la iglesia, sin duda, mi favorita.

Las canciones que usa el film, son pocas pero muy bien conjuntadas, destacando entre todas ellas la que cierra el film, sin duda inolvidable.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
20 de junio de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, resulta un hecho incontestable que Tennessee Williams es el mejor dramaturgo de la historia. Sus obras reflejan la náusea vital y la misantropía como elemento de supervivencia que me reflejan e identifican, a través de personajes que nacen y mueren perdedores porque la vida no les da ninguna oportunidad para dejar de serlo. Suponen siempre un grito contra el conservadurismo, el puritanismo, el racismo y a favor de las personas diferentes y “raras”. También definen como ningunas otras el concepto de la muerte en todas sus variantes, muertes reales y metafóricas pero, sobre todo, muertes en vida.

Justo de eso trata “Piel de serpiente”, de conocer la muerte en vida a la que está atada Lady (el personaje que interpreta magistralmente Anna Magnani), sin más horizontes vitales que cuidar de su marido enfermo y del negocio de éste, que jamás será suyo, como su propio machista cónyuge le deja claro en todo momento desde la cama a la que está atado y desde la que la humilla constantemente. La vida de Lady es una muerte diferida esperando el inminente fallecimiento de su marido que nunca acaba de llegar, deseándolo ansiosamente cada minuto de cada día. Justo en esa tesitura aparece un joven apuesto e irresistible de vida disoluta al margen de las convenciones con su chaqueta de piel de serpiente (un tal Marlon Brando, quizás el mejor actor jamás habido). Ella lo contrata para trabajar en la tienda como único recurso al que poder aferrarse para escapar de la muerte. Y para volver a sentirse viva.

También existe un personaje femenino joven, alcoholizada y aparentemente de frágil salud mental, esos ángeles tan queridos en la obra de Williams y totalmente imprescindibles como esa salida a través de las experiencias enajenadas tan de su criterio, interpretada por una etérea y divina Joanne Woodward, que encandila a la cámara y al espectador como ninguna otra, sobre cuyo espíritu libre ha caído sin piedad todo el peso del asfixiante sur de los USA y su irrespirable sociedad fascista.

Aunque las adaptaciones cinematográficas de las obras de Williams han dado obras maestras por doquier, es cierto que pierden cierta fuerza por los convencionalismos por los que la industria hacía pasar a tan contundente material nihilista y misántropo. En este caso, es el propio Tennessee Williams, junto con Meade Roberts, quien adapta al cine su texto dramático “La caída de Orfeo”.

Mientras, Sidney Lumet hace lo que mejor supo hacer siempre y por lo que se convirtió en un maestro del cine: poner la cámara en el lugar exacto y preciso para que su elenco actoral se luzca como merece. En ello, “Piel de serpiente” es una obra maestra. En todo lo demás, también.

Impresionante, sobre todo en su tramo final, la dirección de fotografía en un portentoso blanco y negro de Boris Kaufman, así como la música de Kenyon Hopkins. Ojo a la canción que se incorpora a la BSO del film, compuesta por el propio Kaufman con letra de Tennessee Williams, “Blanket Roll Blues”.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow