Podemos encontrarnos con el western más atípico de cuantos han sido rodados: en su montaje, su guión, en su mensaje… “Grupo Salvaje” es el western menos western de todos y es al mismo tiempo, uno de los mejores western de todos los tiempos.

Peckinpah consigue que lo feo y lo violento sea hermoso en esta película. Pocas veces una banda de malvados queda reflejada de manera tan elegante. Peckinpah consigue lo que hizo Dalí con la pintura, que veamos la belleza en algo que se presenta obsceno. Me encantan los malos de Peckinpah, que son de los peores, de aquellos que asusta encontrarse por el camino pero que quedan descritos de una manera tan poética que absorbe sus propias fealdades y se nos presenta hermoso.

<<Pike se agarra a la crin y tras darse un impulso el estribo se rompe y cae. Sus compañeros se ríen. Se levanta del suelo y tras otro impulso se sube al caballo y se aleja>>. ¡Qué escena! Peckinpah demuestra que una imagen vale más que mil palabras porque intentar explicar todo lo que conlleva esa escena sería imposible.

Impecable técnicamente y con un guión profundo, duro, violento e inteligente. Con cientos de historias y mucho polvo. Con grandes actuaciones y amaneceres anaranjados.


Esas frases finales, esas miradas profundas antes de inmiscuirse en la carnicería cuando salen del burdel son de un optimismo tan penetrante que quedo anonadado y me da lo mismo todo lo que a mi lado esta. Me da lo mismo si mañana madrugo, si hoy no hablé con ella. Me importa un bledo si las lentejas se me queman o mi moto no arranca. Sólo escucho cuando Pike le dice a Lyle:
-¿Vamos?
Y este le contesta:
¿Y por qué no?

Y allí se van los cuatro.
Maravilloso… y mi carne de gallina.