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España España · Barcelona
Voto de rober:
6
Drama En el año 1944, durante el horror del campo de concentración de Auschwitz, un prisionero judío húngaro llamado Saul, miembro de los 'Sonderkommando' -encargados de quemar los cadáveres de los prisioneros gaseados nada más llegar al campo y limpiar las cámaras de gas-, encuentra cierta supervivencia moral tratando de salvar de los hornos crematorios el cuerpo de un niño que toma como su hijo. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alabo la idea de cualquier cineasta de provocar sensaciones en el espectador mediante la insinuación, más que con la exhibición explícita de lo obvio. Laszló Nemes desarrolla esta idea para relatar una historia enclavada en un campo de exterminio nazi, es decir, un entorno en el que el horror es el escenario mismo. Y en este ambiente de inhumanidad, en el que la crueldad forma parte de lo cotidiano, Nemes nos presenta a Saúl, un personaje insignificante en medio de la barbarie. En su posición de preso obligado a trabajar para sus captores en sus abominables masacres, Saúl se la juega cada día. Su única aspiración es sobrevivir en su inestable esclavitud, consciente de que una decisión equivocada, un mal paso, o un golpe de mala suerte, tendrán ineludiblemente consecuencias fatales. En esa situación, su obsesivo empeño por dar sepultura a un niño, incluso hasta el punto de despreciar un plan de fuga que se urde a su alrededor, adquiere connotaciones verdaderamente heroicas. La incertidumbre que pende sobre el espectador, que en todo momento duda de si el fallecido es realmente hijo del protagonista, o si por el contrario todo es fruto de un trastorno provocado por tanta atrocidad, o de una reacción de humanidad que sirva de autoafirmación, constituye una baza que el guión sabe explotar con inteligencia.

El problema, no obstante, es el estilo. Una cosa es sugerir, y otra muy distinta llevar al espectador a un estado similar a la desesperación o al mareo. Los continuos cambios de foco han masacrado mi incipiente presbicia. En ocasiones, más que la tensión que esta película debía producir, lo que he terminado sintiendo es la angustia de no saber exactamente hacia dónde mirar. Lo que el espectador percibe no es una sugestión, sino la impresión de que se ha perdido algo. Quizá esta película sea más efectiva en pequeña pantalla, y eso es algo que jamás pensaría que llegaría a decir de una obra cinematográfica. En mi opinión, el cineasta ha de provocar la emoción a partir de lo que cuenta, y no mediante un impacto estrictamente físico. La historia ya era lo suficientemente potente, no había necesidad de recurrir a semejantes alardes. Por otro lado, aunque hay planos-secuencia verdaderamente extraordinarios, no le veo excesivo sentido a ese afán de mostrar el cogote del protagonista, como si estuviésemos persiguiéndole todo el tiempo. En algunas ocasiones, incluso el propio Saúl nos tapa la acción, y en otras sencillamente nos queda la impresión de haber llegado tarde a lo que pasa. Lo siento, la emoción no es esto. Y eso es lo que hace que la película me haya provocado una sensación de frialdad y distanciamiento, como si el director hubiese hecho lo imposible por impedirme participar de la historia.

Sólo con los estupendos minutos finales me he vuelto a reconciliar con este film inclasificable.
rober
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