Encantador melodrama con un colorido fantástico, una historia muy sencilla (pero devastadora), unas interpretaciones notables, una música pegadiza y melancólica que se te queda dentro y una ambientación realista y cercana que le da mucha credibilidad. Toda la película es cantada, no hay un sólo diálogo sin música. Un enorme riesgo que aquí funciona muy bien.

Gran fotografía con unos colores vivos, saturados, brillantes y combinados de tal manera que cada toma es un pequeña obra de arte cromática. No obstante, las composiciones de las mismas sólo cumplen.

Guión acertado. Una historia sencilla, cotidiana, totalmente creíble y absolutamente vulgar pero que, reforzada por las brillantes interpretaciones y la música, se torna en un drama con el que enseguida te involucras. Es muy fácil ponerse en el papel de los dos tortolitos.
Los giros del destino son normales y comunes pero no por ello menos terribles. No hace falta un gran revés para que todo se tuerza. Sin embargo, los magníficos gestos de desolación de los dos protagonistas, la sordidez de la vida en una ciudad portuaria, la fascinación por la vida glamurosa, el miedo a la soledad y al fracaso... hacen que la historia adquiera tintes sublimes.
Toca temas eternos: el amor apasionado de los jóvenes, el futuro y la solvencia económica, el éxito y la derrota, el paso del tiempo, la impotencia ante el destino...

Dirección, muy buena. Que un melodrama con una historia de telefilm te parezca arrebatadora no es sólo mérito de los actores sino del pulso del director. Consigue hacer una historia ágil, dinámica, melancólica y agridulce. Los primeros planos perfectamente simétricos son muy interesantes y los cambios de escena son remarcables. Alterna bien la estática de la mayoría de las escenas (en sitios cerrados), con paseos, espacios abiertos, otras localizaciones para dotar de fluidez a la historia y no hacerla demasiado "teatral".

Actores, excelentes. Las miradas de amor y pasión pero también de derrota y de tristeza están conseguidas de forma sobresaliente por la pareja de protagonistas. Los secundarios/as también están muy creíbles.
Un mérito extra para todo el elenco es que toda la película es cantada.

Música, acertadísima. Una composición melancólica, tierna, romántica algo triste que le va como anillo al dedo a la película. Es ya una sintonía clásica del cine romántico.

Una gran película que asume el riesgo de que toda ella está cantada y que, además, te enamora por su sencillez, sus colores, su música y lo agridulce de la historia.