Fernando León de Aranoa es un director que me encanta ya que retrata de una manera muy personal la esencia más humilde de un país y de su gente. Un cine social que conecta fácilmente ya que expone una realidad que muchas veces uno no es capaz de asimilar porque se vive en una burbuja mucho más próspera.
Al igual que en otras de sus películas como "Princesas" o "Los lunes al sol", el director se centra en unos personajes con pocas oportunidades en la vida. Una película que le valió el Goya como mejor director y que fue uno de los mayores éxitos del cine español de ese año, y que se ha hecho un hueco en el mundo del cine de nuestro país.
La historia se centra en 3 chicos que están en esa edad de la adolescencia en la que no son niños, pero tampoco son adultos. Unos chicos humildes que no consiguen salir de su barrio en el verano porque sus familias no tienen el suficiente dinero para viajar. Es más, viven al día y con el dinero justo. Un barrio donde las oportunidades no se ven cada día, y en el que el trapicheo, la droga y las gamberradas son la única moneda de cambio para poder salir adelante.
La película engancha desde el primer momento gracias al preciso ojo de su director de reflejar de una manera tan exacta las miserias de una ciudad como Madrid, a través de un barrio. Unas miserias que no siempre se ven ya que todo el mundo preferimos mirar hacia otro lado.
La historia mezcla momentos divertidos con escenas dramáticas. La vida de cada personaje no es sencilla e intentan buscar las pocas posibilidades que tienen para poder sacar algún beneficio. El problema es que esas oportunidades a veces no son las correctas, ya que siempre habrá gente que se aprovechen de la gente joven y pobre para que les hagan el trabajo sucio por un poco de dinero y algún pequeño capricho.
En fin, he visto esta película muchas veces y todavía sigue emocionándome. Cada vivencia y cada personaje transmiten una historia que inevitablemente te afecta. A ello ayuda unas actuaciones brillantes de todos los actores, que se abren en canal para dar vida a esa parte de la sociedad que en muchas ocasiones se encuentra olvidada del mundo, aunque esté en un barrio cercano. En este caso es Madrid; pero es un reflejo de cualquier ciudad.