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Voto de Strhoeimniano:
10
Terror. Intriga En la costa de un pequeño pueblo del este de Estados Unidos, un enorme tiburón blanco ataca a varias personas. Por temor a los nefastos efectos que este hecho podría tener sobre el negocio turístico, el alcalde se niega a cerrar las playas y a difundir la noticia. Pero un nuevo ataque del tiburón termina con la vida de un bañista. Cuando el terror se apodera de todos, un veterano cazador de tiburones, un oceanógrafo y el jefe de la ... [+]
12 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender el impacto de esta taquillera película hay que retrotraerse al cine que se realizaba en la época de su estreno. El modo clásico de narrar, representado por el cine realizado en la década de los 30/40, había sufrido una lenta evolución condicionada por imperativos industriales a lo largo de la década de los 50/60, que permitía ya cerrar esta década con una película que no se podría haber realizado 5 años antes: “2001: una odisea del espacio.” Realmente, todos los avances realizados en campos técnicos, como el de los f/x, permitía añadir nuevas historias a este arte que raras veces se levantaba del ras del suelo para contar historias fantásticas. De hecho, la ciencia ficción, estuvo como género relegado a las series B, en el mejor de los casos, y a las series Z, en el común... Pero en eso llegó “Tiburón” y el cine ya no volvió a ser lo que era. Por un lado la producía un gran estudio (Universal) que ponía todo ese desafío técnico en manos de un joven que más pronto que tarde se convertiría en el “niño prodigio” de Hollywood, y, por último, los efectos especiales tenían tal grado de verismo que aún siguen manteniendo el tipo 38 años después, sobre todo si tenemos en cuenta que son mecánicos, nada que ver con el trampantojo que actualmente tiene esta técnica. Era un cine hecho de luz, nada de bits, y que, literalmente, deslumbraba. Y esa llave la abrió Spìelberg, director que no solo ha triunfado durante todos estos años, sino que quizá sea el que proyecte una mayor influencia sobre el cine que se hace actualmente. Sin las posibilidades que abrió “Tiburón” no existirían los grandes éxitos del cine posterior.
Ahora vamos a la película. Como cualquier obra maestra tiene varias lecturas. En si, buena parte de la neurosis política de aquel momento está presente en este film. No hay que olvidar que el Watergate se había producido recientemente (en 1972; aunque Nixon dimite hasta el 1974); de ahí ese retrato feroz que tienen los políticos en esta historia, que es como si ilustrarán el fin de la decencia que sacudía a la sociedad norteamericana. Por esa razón, también está presente la psicología que sacudía a la sociedad norteamericana de ese momento: Perseguir al enemigo hasta darle muerte. De hecho, si podemos resumir “Tiburón” en una sola acción, podríamos decir que es una película sobre un ser gigantesco que se come a cosas más chiquitas y no se quiere ir. Qué metafórico todo respecto a nuestro presente, ¿verdad? Pues todo está en “Tiburón.”
La grandeza de esta película comienza en la producción. Dick Zanuck y David Brown son los responsables de que este gran clásico viera la luz. Ellos compraron los derechos de autor antes de que la novela saliera a la venta; aunque posteriormente declararían que de haber leído una segunda vez la novela, no la comprarían, pues en ese momento se harían conscientes de las grandes dificultades de producción que tenía llevar a la pantalla una película como esta. El guión está escrito por Carl Gottlieb que realizó una adaptación maravillosa, quitando la densidad que tenía la novela para centrarse en una trama más lineal. Una trama que desde la primera secuencia nos engancha y ya no nos soltará más en esa espiral de acción y suspense que es “Tiburón.”
Que Spielberg fuera el elegido para llevar este imposible a la pantalla es hasta cierto punto lógico. El joven director de aquel tiempo ya había deslumbrado a la crítica (sobre todo europea) y al público con la magistral “Duel.” Ambas películas son historias muy similares; solo que en vez de una carretera desértica, “Tiburón” se desarrolla en un mar profundo, lleno de amenazas.
Qué decir de la dirección de Spierlberg. Es una dirección precisa, inspirada. Por ejemplo: el inicio de la película. Con la producción que hay ahora seguramente asistiríamos a un ataque espectacular del tiburón (en 3D y con las mandíbulas afiladas y sangrientas), sin embargo, Steven toma una acción más arriesgada: no mostrar el tiburón. Para eso nos muestra el mar, un mar como cualquiera en el que nos hayamos bañado y de ahí nuestra identificación absoluta con lo que nos está mostrando, y acompañamos a espléndida joven en su baño nocturno en ese mar en calma de un azul profundo, casi negro. Y es mostrando las consecuencias cuando nuestra imaginación se poner a trabajar e imagina el monstruo que ha hecho eso. Las secuencias de los ataques son sencillamente prodigiosas. Magníficamente rodadas, ingeniosas y planificadas y planificadas (obtuvo un merecido Óscar al montaje, obra de Verna Fields), como la del ataque en la playa que está montada sobre las interrupciones de la gente pasando por delante del objetivo hasta su final sangriento.
Desde el principio entendieron los productores que teniendo una estrella como tenían (el tiburón) no era necesario un gran reparto de estrellas. Empecemos por la que, en mi opinión, mejor está: Robert Shaw. Pese a la composición prodigiosa que realiza, no estuvo nominado para el Óscar; pero es una delicia ver los distintos tipos de actuaciones que hay en esta película. Si recordamos la secuencia en la que se narra el naufragio de un carguero atacado por tiburones, veréis a lo que me refiero. Mientras Shaw literalmente “compone” el personaje (sus ademanes, sus expresiones son bruscas, busca un tono que no abandona en ningún moento), un jovencísimo Dreyfuss realiza una interpretación más fresca, como si la vomitara. Pero lo cierto es que en esta película todo el reparto está genial.
Capítulo aparte merece la banda sonora de John Williams. Escuchar sus notas y acojonarte, es todo uno. Mayor piropo que este no se me ocurre.
En resumen: uina obra maestra de principio a fin. Dos horas de terror, acción y suspense difíciles de superar.
Strhoeimniano
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