Me he decidido a escribir esta crítica por dos motivos: porque aún no hay ninguna y porque no entiendo una nota tan cercana al cinco (al menos en el momento que yo estoy escribiendo, que sabemos que esto cambia).
Esta es una serie de entretenimiento, de 20 minutos, ligera y encantadora en sus pequeños detalles. Nos pinta una idea empresarial e imaginativa del Cielo (¿quizá esto hiere sensibilidades?) donde nos muestra un Dios muy peculiar, caprichoso y que con la “excusa” del libre albedrío solo se dedica... a sí mismo.
Satiriza al personaje con la exageración. Esto es tal vez atrevido, ya que en muchos aspectos odias a Dios y puede incomodar a alguno. Pero, en mi opinión, saben darle al personaje el punto justo de estupidez y ternura que hace que finalmente se aprecie. Sumado a una interpretación de Steve Buscemi que busca el punto justo sin caer en lo histriónico, muy cercano al “Notas” de los Coen.
Por otra parte está el sistema de gestión empresarial y el entramado que han creado para generar el cielo, que de por sí, me parece lo más interesante de la serie. Han mercantilizado cada una de las tareas y convertido al más allá en un sistema piramidal con departamentos, que funcionan mejor o peor dependiendo de quien los gestione... y muchas veces de los caprichos del jefe.
Y eso nos lleva al departamento de “Milagros”, gestionado humildemente por uno de nuestros tres protagonistas (Daniel Radcliffe), que lleva creando pequeños milagros, casi de una forma artesanal, mucho, mucho tiempo...
Nuestro ángel, quizá el personaje más entrañable de la serie, tiene su rutina laboral bien definida y sabe el punto que no puede traspasar. Hasta el momento que llega una nueva compañera al departamento (Geraldine Viswanathan) y cree que las cosas se pueden hacer de otro modo lo que desencadena que Dios tome una decisión radical… y ahí empieza la trama en sí misma.
La serie tiene un humor absurdo a veces, exageradamente blanco en ocasiones y sutilmente macabro en otras (como en todas esas consecuencias de los “milagros”). Lo que hace que todos esos personajes que están en el cielo estén muy bien definidos en una blanca y dulce inocencia que no se preocupa por las consecuencias, tal vez lo más gracioso en sí mismo dada su condición de ángeles.
Tiene pocos personajes, perfilados sutilmente (dada la brevedad de la serie), pero que tienen todos un punto muy interesante, con detalles que los vuelve característicos.
Además cuenta con un episodio que “explica” porque decidió Dios crear el mundo que me parece, como mínimo curioso (y, para mí, muy, muy divertido).

Si buscas algo fácil de ver, te gusta la fantasía, te atreves con lo original, sin muchas pretensiones visuales pero que consigue todo con muy poco, con buenas actuaciones y un toque de ternura: Es tu serie.