Vuelve Art el payaso, en una secuela que lleva la historia de este payaso psicópata a un nuevo nivel. Aquí todo va a más, a mucho más, logrando ser una de las películas de terror, digamos de ¨serie b¨, aunque con buen presupuesto, que más ha triunfado últimamente, y es que este personaje mola, y mucho, y juntando eso, con unas altísimas dosis de gore totalmente explícito, han logrando una película que hará las delicias de todos los amantes del género.

Voy a empezar por lo malo, que es poquito, pero lo hay. Lo primero de todo, la duración excesiva. Y es que un slasher con tintes sobrenaturales como este, de 2 horas y 20 minutos, es demasiado largo, innecesariamente largo, y aunque la película se disfruta enormemente, se hubiera disfrutado igual, o incluso más, quitándole una media hora.

Lo otro que no ha terminado de convencerme es precisamente lo que comentaba antes, los ¨tintes sobrenaturales¨, y es que considero que la nueva compañera de Art, la verdad, sobra. No me parece interesante, no la veo necesaria, la película podría estar mejor sin ella (y es que tampoco aporta mucho a la trama).

Y comentado lo malo, vamos con lo bueno: el nuevo psicokiller favorito de todo el mundo, por supuesto, y es que es tremendamente carismático sin necesidad de pronunciar una palabra, y aunque no hay una enorme cantidad de víctimas en esta película, con las que hay el payaso asesino se luce de lo lindo, y es que la cantidad de escenas gores explícitas, sangrientas y en ocasiones realmente asquerosas, consiguen calarte hondo, de una u otra forma.

La peli mete mucha más historia -sobre Art- que en la primera parte, en modo ¨pequeñas pistas¨, pero consigue dejar más preguntas que respuestas. Mejor que mejor, una saga así merece unas cuantas pelis más.
En definitiva, disfrutable como pocas películas modernas de terror consiguen serlo.