Una nueva incursión de Pixar en el cine de animación y un nuevo acierto. Y esta vez con una factura técnica y una profundidad que roza la perfección. Es increible como un pequeño robot puede despertar tantas emociones en tan poco tiempo. En esta obra maestra del género de ficción que es Wall-E, se ve representado todo lo bueno que aún creemos encontrar (como el agua en Marte, que está demostrado que existe pero no terminanos de creerlo) en el ser humano.

Es una fábula moral, a ratos ligeramente dispera (los americanos sin tópicos no serían americanos) apta para soñadores que consigue involucrar de lleno al espectador y, lo que es más difícil en una obra de estas características, incitar a la reflexión.

Lo mejor: los primeros cuarenta minutos sin diálogo.
Lo peor: si alguien encuentra un pero a esto es que no tiene corazón.