Como ya se ha comentado anteriormente, es difícil ser objetiva, cuando Verano Azul es una de las series más recordadas de tu infancia. Pero se hará un esfuerzo y dejando nostalgias aparte, intento verla de nuevo después de muchos años desde su última reposición (mediados de los 90).
Sí evidentemente se le nota cada vez más el paso del tiempo y más teniendo en cuenta que es una serie de comienzos de los 80. Su estética, ropa, la manera de expresarse los personajes en algunos diálogos. Pero por otro lado observo que Verano Azul tiene componentes que actualmente escasean y le dan un plus: secuencias más largas, la importancia que se le da a los diálogos y sobre todo que los personajes tienen entidad propia, no siendo meros estereotipos a los que nos tienen acostumbrados cuando nos muestran niños y adolescentes. Antonio Mercero intenta acercarnos a ellos con cariño y respeto, para contarnos de una manera más directa lo que piensan y sienten, consiguiendo que este sea el principal logro de la serie.
Puede que en algunos momentos nos pueda parecer sensiblera o que contiene cierta moralina (a través de los personajes de Chanquete y Julia que parecen un poco los guías espirituales del grupo). Pero también trata con acierto temas atemporales como es la amistad, el primer amor de adolescencia, la brecha generacional entre padres e hijos, etc.
El mejor test de vigencia es que la serie siga gustando e interesando a las nuevas generaciones y es que aunque hablamos de T.V., en este medio también se han hecho excelentes trabajos, siendo Verano Azul una clara muestra de ello.